La hermana de nieve. Cecile A. Mosil. Ficha de identificación y crítica.

 


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REGRESO AL FUTURO; LA EPIFANÍA, ES LA FORMA QUE ADOPTA LA REPRESENTACIÓN DE LA MELANCOLÍA EN LAS FIESTAS TAN FAMILIARES DE LA NAVIDAD, DISCURSO QUE SUBYACE A LA FORMA VISUAL, LUMÍNICA Y COLORISTA,  DEL ESPÍRITU NAVIDEÑO.


Ficha de identificación:


Título original: Snøsøsteren
País: Noruega; co-producción Noruega-Estados Unidos
Año: 2024
Duración: 96 minutos
Género: drama y comedia navideña
Plataforma: Netflix
Edad recomendada: no hay recomendaciones de edad

Dirección: Cecile A.Mosil
Guion: Siv Rajendram, Bel Advica, Celina Meyer Hovland, Ole Steinkjer Oyer, Mudin Gupta
Dirección de Fotografía: John Erling H.Fredriksen
Edición: Patrick Larsgaard
Dirección artística: Lise Hillkirk Olimb
Decoración del set: Victoria Waelgaard

Maquillaje: Sije Sleppen Gudbransen
Fabricante de pelucas: Maria Zhal

Productor: Brede Hovland, Gury Neby
Compañías productoras: Anonymus Content, Scarlet Letters (títulos finales) ; distribución: Netflix


Casting: 


Jan Saelid
Gunnar Eiriksson: padre de Julian
Celina Meyer: Hedwig
Mudit Gupta: Julian
Bal Advika: Augusta
Ole Steinkier Oyen


SINOPSIS:


El día 24 de diciembre se celebra la Nochebuena y el cumpleaños de Julian, un niño de 11 años que ha perdido a su hermana mayor, junto a cuya lápida pasa las primeras horas de la noche, buscando un imposible calor. Un niño de rasgos racializados, como su hermana pequeña y su madre, hijo de un más que probable aborigen noruego. Las fiestas no prometen la alegría y el color que publicitan, pero Julián logrará el milagro.


LO QUE SE DICE:


El film ha sido bastante bien valorado por los 309 usuarios de la página Imdb, que atribuye al film una media de 6,9; Rotten Tomatoes no ofrece índices de aceptación, al contar tan solo con dos reseñas periodísticas y las valoraciones de 50 usuarios.


CRÍTICA:


Nos enfrentamos a un film complejo que parte de la aparente excepción a la máxima de Heráclito de Efeso, de cognomen 'El Oscuro', quien nos advirtió de que 'no nos bañaríamos dos veces en el mismo río', con un relato que nos sitúa ante una paradoja, que en realidad es la epifanía del sentimiento de melancolía que invade a los comensales que se sientan alrededor de una mesa en Nochebuena, en la que se siente con fuerza la presencia de quien ya no forma parte del mundo de los vivos, alguien que cuando estaba entre nosotros era la representación del 'qué bello es vivir'  (The Greatest Gift) de Philip Van Doren, que llevó al cine Frank Capra. He citado la advertencia del filósofo griego al principio, una afirmación que parece chocar con la expresión del tagline, porque, de acuerdo con las palabras con las que Julián informa a su hermana pequeña, los muertos no pueden volver a la vida ¿entonces? ¿cómo alguien puede revivir su experiencia yendo al futuro? Cecile A. Mosil contempla la humanidad como un cuerpo único que puede repetir, en cualquiera de sus miembros, la experiencia de otro, con independencia del tiempo y el lugar. Parecidas circunstancias unen a un niño de 11 años y a un hombre 50 años mayor que él...

En cuanto a la forma, tanto escrita como visual, el relato nos retrotrae a las bellas historias de Charles Dickens, su especial mirada a los niños desamparados por diferentes motivos, ya sean económicos o sentimentales, que carecen de todo aquello con lo que se alimenta la ilusión de las fiestas navideñas, una parafernalia a la que hace alusión su 'amiga' Hedwig, de la que estarán desprovistos muchos pequeños en estas fiestas que se avecinan, algunos incluso en riesgo de perder el techo sobre el que se protegen del frío en fechas muy próximas; Julian y su amiguita hacen referencia explícita a 'lo bello que es vivir', incluso en las peores circunstancias, una afirmación que evoca el optimismo, antropológico dirían algunos Ebenezers Scroogers, que pueden cambiar su visión de la vida tras ser visitados por los fantasmas de su pasado. Dickens y Capra no pueden ser malos referentes para un film navideño, que, a pesar de su tristeza aparente, hará felices a muchos espectadores con una puesta en escena que logra, como pocos relatos, situar la magia de otros tiempos en la solo en apariencia indiferencia de la sociedad actual ante dramas humanos con los que convive a diario. Un happy end es casi necesario, aunque sea coherente con el discurso del film 


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