Charlie y la fábrica de chocolate. , Monólogo final; escrito por Roald Dahl
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NO ES UN FILM NAVIDEÑO, PERO PUEDE ENDULZAR EL FIN DE AÑO. MUCHOS LA HABRÉIS VISTO, PERO SUS HIJOS QUIZÁ NO
Roald Dahl nos cuenta la historia de un empresario local, famoso por la calidad de sus tabletas de chocolate, que organiza un concurso en el que van a participar cinco niños seleccionados, aquellos que encuentren tras el envoltorio del dulce un billete dorado. Willy Wonka no es un empresario ejemplar, ya que en un momento determinado despide a todos los empleados de la localidad en la que está ubicada la fábrica de chocolate, y contrata a unos seres especiales, muy pequeños, que proceden de la selva, los Umpa Lumpa, una decisión que no suena muy bien social y económicamente y qu tiene resonancias de la utilización muy extendida de trabajadores (¿obreros?) ilegales. La denuncia de Burton se realiza a través de imágenes, sobran las palabras; el pequeño protagonista, Charlie, vive con sus padres y sus cuatro abuelos octogenarios o casi casi, nonagenarios. Todos se reúnen en torno a algo que tiene apariencia de mesa y que está formado por camas, protegidos del frío por mantas, y que, al anochecer se convierte en el lecho de los mayores; el padre fue despedido de la fábrica cuando la labor que realizaba la hacen máquinas que cumplen esta función. Más tarde será re-empleado como técnico reparador del mecanismo que manipulaba en la etapa anterior, lo que da respiro a la familia que puede añadir más ingredientes a la sopa de col. Nada que miles de trabajadores del orbe desconozcan.
Hasta que extremo llega la falta de empatía de Willy está representado en la humilde cabaña en la que vive la familia de Charlie. un niño de gran riqueza imaginativa, que tan pronto como se convoca el concurso convierte su participación en él en su único objetivo. La familia invierte toda su pequeña fortuna en hacerlo posible, lo que parece, por el contrario imposible, si se nos muestra las posibilidades que tienen los otros cuatro niños de conseguir los billetes dorados. He dicho que Willy no es un empresario como los que militaron en el socialismo utópico, especialmente algunos como Owen, el inglés que adelanto en muchos años la jornada de 8 horas diarias en su país, más de cincuenta, ni otros como Fourier, que imaginó los falansterios, una especie de comunas cuya única herencia han sido los jardines de infancia. Además, el tormento al que lo sometió el padre, un dentista célebre en la ciudad, que le prohibió comer cualquier tipo de dulces, y le pegó a la cara unos correctores muy sofisticados y traumatizantes de dientes (la noche de Halloween el niño se vestía de fantasma, con el objetivo de cubrir su cuerpo y su rostro con una sábana) lo hizo especialmente cruel con los niños que no sufrieron este martirio y lo separó de su padre durante muchos años. Quien se atreva a ver el film comprobará que su actitud fue más que draconiana, y, lo que es peor, tan definitiva como las marcas que dejó en su ánimo y su cuerpo la cruel decisión de su padre. Así pues, al choque generacional une el odio a los que tienen la edad en la que se gestaron todos sus traumas.
¿Por qué salva a Charlie de su cinismo? Porque es un niño bueno, amable, compasivo, que acude a la selección con su abuelo nonagenario, cuyo único curriculum es haber trabajado en la fabrica antes de la llegada de los Umpa Lumpa. Su educación es tan exquisita que no teme que lo marginen por su pobreza, la humildad de su acompañante o la modestia de su casa, porque tiene todo lo que un ser humano aspira a tener: una familia completa, con sus seis ascendientes que se reúnen en torno a un humilde cuadrilatero que funciona como mesa para comer y cama para dormir. En su casa no falta ni sobra nadie. Charlie conseguirá el premio final al tiempo que descubre el trauma de Charlie (magnifica imagen de la casa del dentista aislada, sin otras mansiones que la circunden), que había sucumbido al principio de acción-reacción y , como consecuencia, se dedicó de lleno a satisfacer su deseo de venganza y convertirse en el emblema de lo que su padre más odiaba por su efecto en las dentaduras: los caramelos y el chocolate. ¿Fue un buen dentista, pero un mal padre ? Willy Wonka luce una perfecta dentadura, como hemos dicho, pero... Charlie logrará la reconciliación de ambos y Willy entenderá el valor de la familia. Uno de los aspectos más apreciables del film es el respeto por las personas mayores y el combate del edadismo, una forma de marginación de la que no se tiene todavía conciencia. Cuando una de las abuelas del niño le dice que huele a chocolate, Wonka responde: "Y Usted a persona mayor y a jabón". Bellísimo film y nuevo alarde de magia de Tim Burton, al que se ha acusado de ser un director excesivamente visual y un mal storyteller o narrador de historias. El cineasta ha entendido la esencia del lenguaje cinematográfico; en sus constantes referencias al cine hay un homenaje a la emblemática secuencia del monolito de 2001, una odisea del espacio, de Stanley Kubrick, desacralizándola.
La palabra padre desapareció de su vocabulario y nunca la pudo pronunciar hasta que Charlie le mostró significados que él desconocía. Cuando le salió su primera cana, vio que no tenía a quien dejar su legado, al tiempo que dejaba desamparados a los Umpa Lumpa si moría, Necesitaba un heredero, y debía ser el que estuviera menos malcriado de los cinco niños seleccionados. Solo pone una condición muy extendida socialmente: que el niño se vaya a vivir a la fábrica con él y abandone a su familia, que renuncie a quienes lo han educado tan bien. 'Un chocolatero tiene que ser independiente y libre' le dice (¿nos suena el discurso? ¿Ser adulto es abandonar a quienes han hecho posible que estuvieras dotado de cualidades únicas?), Un hombre para serlo debe perseguir sus sueños sin importarle las consecuencias, le dice. ¡Mírame a mí! remata. No he tenido familia y me he hecho de oro. Charlie no está dispuesto a pagar un precio tan alto que condicionará su vida entera, algo 'inesperado y raro' para Willy, que cree que los pad... siempre te están diciendo lo que hacer y eso no es bueno para una atmósfera creativa...Un final feliz en todos los aspectos, incluido el piropo que Willy le hace a una de las abuelas de Charlie que le había dicho que olía a cacahuete. El joven le contesta: "Y Usted a persona mayor y jabón", mientras todos se sientan en torno a una humilde mesa en la que está preparado un pavo ¿de Navidad? Al final, concluye, Charlie ganó una fábrica de chocolate, pero Willy ganó mucho más. El contraste entre el frío que acompaña a la nieve en el exterior y el calor del hogar en la modesta cabaña se erigen en una metáfora muy expresiva de lo que significa una familia por muy pobre que sea.
Para hacer este film Tim Burton se rodeó de sus colaboradores asiduos: el guionista Roald Dahl, el músico Danny Elfman, y sus actores-fetiche: Johnny Deep y Elena Bonham Carter, acompañados de un magnífico elenco. Una bonita forma de cerrar 2024. Esta película me ha acompañado mi vida entera. La incluimos en el género de 'comedia navideña', aunque en pureza es un relato con un subtexto más importante, porque creemos que es una bonita forma de pasar una tarde disfrutando del bien hacer de todo el equipo.
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