la emperatriz. Creación: Katharina Eyssen. Ficha de identificación y crítica
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UNA VERSIÓN PRIVADA DEL ROMANTICISMO ADOLESCENTE DE LA SAGA DE SISSI DIRIGIDA POR ERNST MARISCHKA EN LA DÉCADA DE LOS CINCUENTA, MODELO DE PRINCESA DISNEY
Ficha de identificación:
Títuko original: Die Kaiserin (Aka: The Empress)
País: Alemania
Año: 2022
Formato: Serie; episodios 6; duración: 55 minutos
Género: histórico
Plataforma: Netflix
Edad recomendada: entre 13 y 18 años, según los países
Dirección: Florian Cossen, Katrin Gebben, Maximiliam Erlenwein, Barbara Ott, Katharina Eyssen
Guion: Katharina Eyssen, Bernd Lange, Janna Maria Nandzik, Elena Von Saucken, Lena Stahl, Matthias Börner, Francis Pfitzner
Casting: Daniela Tolkien
Dirección de Fotografía: Christian Almesberger, Christopher Aoun, Kolja Brandt, Rik Zang
Música: Sebastian Damerius, Johannes Lehniger, Lisa Morgenstern
Edición: Boris Gromatzki, Robert Rzsacz, Sven Budelmann, Heike Parplies, Marty Schenk
Dirección artística: Uwe Stanick
Decoración del set: Birgit Esser, Marei Hilzler
Diseño de vestuario: Gabrielle Reumer
Maquillaje y peluquería: Anette Keiser
Productores: Annie Shilling, Lars Gmehling
Productores ejecutivos: Jochen Laube, Fabian Maubach, Scarlett Layce, Robert Essyen
Casting:
Devrim Lingnau: Elisabeth von Wittelsbach
Philip Froissant: Franz Joseph
Melika Foroutan: Sophia
Alexander Finkenwirth: Alexander von Bac
Johannes Nussbaum: Archiduque Maximiliano
Noëmi Krausz: Margarete
Leopold Hornung: Graf Buol
Rauand Taleb: Theo
Runa Greiner: Charlotte von Stubenberg
Felix Nölle: Luiwuzi
Almila Bagriacick: Leontine Von Apafi
Hanna Hilsdorf: Amalia
SINOPSIS:
La serie aborda la conocida historia de amor-rebeldía en el siglo XIX entre una emperador y una princesa austriaca, en la que el primero atraviesa la barrera del cuento romántico para adentrarse en una historia más carnal y con los claroscuros que forman parte de los relatos en torno a personajes que han atraído la atención de los mejores directores, entre ellos Lucino Visconti, que volvió de nuevo su mirada a la bella emperatriz, amiga del controvertido Luis II de Baviera, en una película sobre un personaje que anunciaba ya el fascismo en su impresionante fortaleza de Neuchswanstein en Füssen. ¿A qué tenía miedo este emperador que lo animó a construir semejante fortaleza? En las cuevas que lo jalonan en su base Richard Wagner escribió algunas de sus óperas.
LO QUE SE DICE y CRÍTICA:
La versión del romance entre la Isabel de Baviera y el emperador Francisco José, al frente del declinante imperio austro-húngaro, en la que Ernst Marishka convirtió a la protagonista femenina en la princesa de cuento con la que todas las niñas han soñado alguna vez, interpretada por la singular Romy Schneider, que siempre brillará en el firmamento mágico del séptimo arte, una mujer, Katharina Eysssen la hecho descender a un plano más real y la ha convertido en víctima de los vaivenes populistas, que apenas aprecian sus gestos de acercamiento a sus problemas, pero que se entregan cuando ella confiesa que está embarazada, lo que supone la garantía de supervivencia del reinado de los kaisers (secuencia absolutamente marciana). El nivel de conciencia de la sociedad que retrata queda de manifiesto cuando el emperador intenta permanecer neutral en el conflicto entre Rusia y Francia y entregarse a la modernización de las infraestructuras del país para integrarse de lleno a la nueva era industrial y la reina madre califica el ferrocarril de juguetito del que se ha encaprichado un inexperto hijo, que sin embargo rige el país.
Katharina Eyssen parece que se ha dedicado especialmente a limar cualquier rasgo naïf, de cuento infantil del que estaba dotada su predecesora, la que situó a la princesa en el panteón de los próceres más distinguidos de cualquier tiempo, tanto por su belleza, como por su desenfado, que se puede confundir con el populismo y su poco respeto a las normas de los palacios, todo un decálogo adolescente que la hizo brillar en la década de la generación de loa Baby Boomers, nacidos tras la Segunda Guerra Mundial, que pronto protagonizaría las revoluciones de la década de los 60, y que cambiaron el mundo para siempre. Pero en este contexto brilló Rommy Schneider, que, como emperatriz hubo de soportar que en Milán los nobles mandaran a sus sirvientes en su lugar, humillándola con el Coro de los Esclavos Judíos de la ópera de Verdi , Nabucco. Una forma bien distinta de representar la tolerancia de esta emperatriz, muy diferente a la muy realista de Katharina Eyssen.
Se ha alabado mucho esta versión por los críticos de diferentes partes del mundo, especialmente de estética indie, un estilo en el que la contextualización de la historia cede terreno ante el desarrollo del perfil de los personajes, entre los que ni la madre del emperador es tan tiesa y protocolaria, se pone en duda incluso el origen de su hijo, la dureza de la madre de la adolescente princesa, y se introducen devaneos de la mujer con el hermano de su marido. Dos lecturas muy diferentes, que me hacen pensar que sin la primera versión, la mágica de Disney, la segunda no hubiera interesado demasiado. En otras ocasiones versiones duras como la de Madame Bovary , adaptación de la famosa novel de Flaubert, de Claude Chabrol, a pesar de la mirada cruel a la protagonista en el momento de su muerte, no palideció frente a otras más románticas como la de Vincent Minnelli de 1949,
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