La gran inundación. crítica.

 





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CRÍTICA:


La serie que dirigen  Jan Holoubek y Bartolomiej Ignaciuk es un relato árido, osco, oscuro, distópico, gris y pegado a la tierra, protagonizado por Agnieszka Zulewska, en el papel de un hidróloga de campo sin estudios académicos sobre la materia de la que es especialista y formada en Amsterdam, Holanda, un país elegido por la experta porque en esta tierra está legalizada la marihuana, una anécdota que dice mucho de la diferente evolución tanto de las costumbres como de las libertades de los ciudadanos de la Europa Occidental y la Oriental, conquistada primero por los nazis, y ocupada después por la Unión Soviética y convertida en República Popular de Polonia, hasta las revoluciones de 1989. El film se ubica temporalmente el 27 de mayo de 1997, cuando se espera la visita del Papa a la ciudad de Wroklaw. Instalada en esta ciudad, la experta debe seguir consumiendo metadona, recetada por los médicos de su país. Desde el momento en que se atisba la posibilidad de que puede haber inundaciones de una magnitud superior a la habitual, y se llama a Jasmina Tremer para que colabore con el ejército y los servicios de prevención de catástrofes, que no queda muy claro cómo están organizados, se da visibilidad en primer lugar al personaje político, un detalle muy significativo que se produce en lugares en los que las pasiones dominan a la razón, iniciándose una guerra sorda entre los expertos académicos y la hidróloga.

Pero si por algo me ha parecido especialmente interesante el film ha sido por el enfrentamiento durísimo entre la ciudad y el campo. Unos campesinos que no se muestran comprometidos con la compasión, ni tampoco parecen esclavos de la necesidad. Como los coreanos tienen una jefe del pueblo que en este caso decide enfrentarse a cualquier medida dictada por el gobierno y el ejército, que siguen la intuición de la hidróloga: derribar los diques que contienen el río para evitar un desbordamiento que anegue Wroclaw. Un enfrentamiento violento que disuade a las fuerzas del orden ante el apaleamiento del jefe que las dirige. La consecuencia es la inundación de la ciudad, precedida por la huida de las ratas que advierten que se avecina una catástrofe, lo que tiene como consecuencia la muerte de los más débiles de la colectividad, incluidos enfermos de hospitales, ancianos, niños, padres de familia. La avaricia de los campesinos, dispuestos a preservar sus propiedades a cualquier costa ya ha sido criticada por cineastas como Akira Kurosawa en 'Los siete samuráis'. El relato de  Jan Holoubek y Bartolomiej Ignaciuk es más repulsivo, porque está privado de todo elemento épico o poético y muestra al campesinado no sólo atento únicamente a sus intereses económicos, sino privado de todo sentimiento y compromiso con la compasión de sus vecinos de que hemos hablado. Un relato valiente que abre esta ventana a un universo en el que han navegado diferentes autores clásicos.

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