Spiderhead. Joseph Kosinski. Crítica.

 



AL ERIGIRSE EN PRODUCTOR DE ESTE FILM DE JOSEPH KOSINSKI, THE NEW YORKER HA PUESTO EN EVIDENCIA QUE NO ES LO MISMO DIRIGIR UNA EMPRESA EDITORIAL, POR MUY PRESTIGIOSA QUE ESTA SEA, QUE DIRIGIR UNA PELÍCULA  PRIVÁNDOLA DE  LOS RECURSOS POÉTICOS QUE ACOMPAÑAN CUALQUIER RELATO DE FICCIÓN.


Lamentablemente a la hora de analizar un film, su estructura, el background, los subtextos alternativos, nos tropezamos con una gran dificultad, el temido spoiler. Eso obliga a los críticos que viven de eso, y crean opinión desde los grandes rotativos de cualquier país a escribir sobre cuatro simplezas,  que nunca pueden ir más allá de la realización, el guion, el timing, la puesta en escena o el trabajo de los actores, Al final su opinión aparece como demasiado subjetiva y carente de interés. El film que dirige el director de Top Gun u Oblivion es multireferencial, lo que no es nada diferente a lo que hacen otros directores, ya que como decía Godard y nos recuerda Kepa Arbitu , crítico musical, lo importante no es de donde saca un autor las cosas, sino dónde las pone, y aquí, si en algunos aspectos Kosinski parece acercarse a Stanley Kubrick en 'La naranja mecánica', o a Fernando Meirelles en 'El jardinero fiel', el resultado es un fiasco, un relato sin alma, carente de toda la poesía que sustenta un relato ficticio y el uso desplazado del lenguaje. Un film que se aproxima a la estética contenida y fría del género indie, subvencionado por las empresas editoriales y cinematográficas más potentes de Estados Unidos, que saben cómo ganar dinero haciendo precisamente lo que el film denuncia, pero no hacer un cine como el que  se hacía antes de la pandemia en Estados Unidos. Y no se puede descargar todo el peso de este fracaso en los hombros de un actor, se trate del muy aplaudido Chris Hemsworth, o el desconocido para el gran público Miles Teller, personajes diseñados sin ningún atractivo, tan tontos como el relato en sí, que se erigen como el gran exponente de la sociedad líquida que denuncia Zygmunt Bauman.

Kosinski  ha demostrado a lo largo de su carrera que domina el lenguaje cinematográfico y  Spiderhead no es su primera película de ciencia-ficción, por lo que la creación de escenarios nos transporta a algunas de sus realizaciones. Conoce a la perfección el lenguaje cinematográfico, la ruptura de la cuarta pared, un recurso con el que da comienzo a la historia, como combinar buenas secuencias alternas, controlar la edición, y todo lo que un cineasta de su categoría necesita para construir un lenguaje brillante, limpio y bien hilvanado, que ignoramos por qué se convierte en un cuento frío como el hielo, sin alma, exangüe, sin apenas imaginación, y con un background lamentable, concebido para un público que sus promotores deben considerar muy manejable y nada reflexivo. Se han pasado de listos, y no saben ni cómo se arma un film como los que hemos citado antes, por mucho que denuncie los negocios sucios de las farmacéuticas  o la aparente reinserción de delincuentes manipulando sus convicciones o emociones más profundas, para obligarles a rectificar su sentido de la vida y de la existencia. No cuela ni como documental, por mucho que intente construir un relato 'sesudo' sobre la manipulación de las masas, con un villano al frente que parece idiota. Es una de las pocas veces en las que siento que los críticos no se equivocan y que los promotores han intentado meter con calzador un pretendido producto de lujo que supone un fiasco, porque  quien  lo impulsa no sabe cómo hacer cine, aunque el director ha demostrado en otras ocasiones que tiene capacidad para hacer mucho mejor un film de este estilo. Al menos Apple en Pachinko ha sabido rodearse de quien sí sabe como se construye una historia que interese y emociones a los espectadores, aunque los realizadores se puedan llamar Kim, Lee o Park, nombres asiáticos que no faltan en Spiderhead, aunque con un papel mucho más secundario, O el cine norteamericano despierta rápidamente o perderá el control de un modo de representación que hasta hace dos años estaba en sus manos; como decían algunos críticos y cineastas de la Nouvelle Vague, hablar de cine americano era un redundancia. Con frecuencia algunos me han dicho que no saben después de leerme si me ha gustado la película comentada o no; todos tienen algo que decir o aportar y entre todos construimos una retrato más acertado de la sociedad en que vivimos, pero en esta ocasión me aparto de mi proceder habitual: el film que dirige Kosinski y produce, entre otros, The New Yorker Studios Production no me ha gustado y en algunas ocasiones he sentido que estaban haciendo el ridículo.

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