El afecto del rey. Crítica.
(el análisis puede contener spoiler)
LO QUE PESA UNA ILUSIÓN
UN SEDAL LARGO ESTÁ EN EL FONDO DEL AGUA. CUANDO APARECE LA TAN ESPERADA OLA , OTRAS MUCHAS LE SIGUEN Y SE EXTIENDEN.
Sé que hoy es Navidad, sé que soy la anfitriona de mi casa, pero algo se ha interpuesto en el camino de estos proyectos; Netflix me ha regalado los dos últimos episodios de 'El Afecto del rey' y no me he podido resistir. Me he puesto las gafas de escribir. Acepto el reto y me dispongo a actuar de la forma más heterodoxa. Estamos en Navidad. Song Hyun-wook, el creador de 'El afecto del rey', una serie de veinte episodios, ha construido una alegoría histórica de la 'Ola' coreana o Hallyu Wave, una tragedia shakesperiana en la que están presentes los doppelgängers de Rosencrantz y Guildestern, amigos del príncipe Hamlet, en la ficción coreana del rey , interpretado por Park Eun-bin (nudo gordiano del relato): Jung Ji-woon (Kim Ro-woon) y Lee Hyun (Nam Yoon-su), representados por actores en apariencia muy jóvenes, de gran solvencia interpretativa. Con frecuencia, como advierte el poema del hermano de , cuando las aguas están agitadas los peces no pican y los barcos vuelven cargados de sueños, unos versos que ocultan una terrible consigna, que acaba afectando a los más indefensos: los súbditos.
Formalmente, cada centímetro de la pantalla es un epitome de las aportaciones de los cineastas a lo largo de la joven trayectoria del cine, que va desde las películas mudas hasta la revolución conceptual y visual de George Lucas, con el propósito, no solo de enredar emocionalmente al espectador, sino de mostrar al mundo, mediante imágenes, el camino que ha recorrido la mujer desde la noche de los tiempos hasta las enardecidas reivindicaciones actuales de diferentes colectivos feministas y trans. Como en las tragedias de William Shakespeare Song Hyun-wook nos hace sentir, como público, que el amor es un arma poderosa que sostiene la arquitectura que construye el sufrimiento, la venganza y la traición, que involucran a personajes atormentados, para algunos de los cuales el destino reserva finalmente la muerte. No habrá paz ni perdón para los malvados. El azar reservó un triste destino a Dam-yi; compartir el vientre materno con su hermano mellizo, el heredero del trono, una circunstancia fortuita que debía pagar injustamente con la muerte. Como ocurre con otros herederos míticos (Rómulo y Remo, Moisés...) la madre se apiada de ella y la devuelve al palacio como sirvienta. Pero el destino, el haber nacido niña, le tiene reservado un futuro cruel: vivir la vida de otro como si fuera la propia. "Debo morir porque soy una mujer". dice Dam-yi a su siniestro abuelo.
Pero, como el taimado Ulises, el rey pergeña una estrategia, tras su lucha encarnizada con su abuelo, el verdadero poder fáctico del reino, que resuelva el conflicto sin vencedores ni vencidos, un enfrentamiento de un poder democrático, encabezado por una mujer, y la tiranía de los estados medievales, y dé paso a una sociedad nueva, en la que la joven recupere su identidad mediante una norma que llaman paenghyeong, que la exilia pero la reconcilia con su cuerpo y la libera de vivir la vida de su hermano muerto. El impacto social es tan grande que algún noble (no voy a hacer spoiler) se decide a convertirse en plebeyo, algo que era habitual en Roma (Tribuno Claudio convertido en el famoso Clodio). La historia se transmite oralmente, como ocurre con todas las leyendas, de boca en boca a través de los trovadores.
La cuestión reside en por qué el relato se erige en alegoría de la Hallyu Wave. Me tropecé por casualidad con un serie surcoreana, Infierno para solteros, que consta de nueve episodios que se arman como un Reallity Show, en el que unos concursantes acuden a una isla a buscar el amor de su vida. Si superan con éxito esta primera fase pasan a la siguiente, la del Paraíso. En esta primera fase han de cumplir dos condiciones: no pueden ni preguntar la edad ni conocer la profesión de los concursantes. ¿Razón? el enamoramiento debe ser total y no condicionado por un número u otras circunstancias. Este es el subtexto de 'El afecto del rey' que supera muchas barreras entre los hombres que conducen a la discriminación por causas ajenas a ellos mismos. Jung y Lee se enamoran del rey, sin saber que es una mujer, algo que también sucede con la esposa designada para el monarca, que no observa en su 'amado' nada que la empuje a rechazarlo. Estamos ante una revolución social sin precedentes, en la que, cuando la verdad se descubra, nada cambiará radicalmente los sentimientos de los protagonistas, incluso si lo que se descubre acaba para siempre con su esperanza de ser correspondido.
Estoy muy atenta a los que ocurre en la 'Ola Coreana', porque tiene relación con lo que ocurre en todo el mundo y los jóvenes que se van integrando en la soft masculinity (se pintan, se adornan con joyas, visten ropas muy femeninas, aunque sus gestos son muy masculinos) están seduciendo a miriadas de mujeres occidentales de todas las edades, lo que puede dar al traste con la rigidez de los modelos tradicionales de hombre o mujer. Se ha tachado el film de feminista, pero creo sinceramente que no aborda tan solo la lucha por la igualdad de la mujer, sino de los oprimidos por cualquier causa, por lo que milita en diferentes géneros. La imagen es brillante, construida con colores sobrios y con escenografías bélicas espectaculares, que evidencian que algo muy bien se está haciendo en Corea del Sur. Si alguien de la Nouvelle Vague dijo que hablar de cine americano es una redundancia, ahora los críticos estadounidenses están tratando a la 'Hallyu Wave' mejor que a sus propias producciones cinematográficas. Habrá que estar al tanto, para que amplios sectores de las élites no se queden descolocados y heridos al no comprender el fenómeno, como ocurrió con la Nouvelle Vague francesa, que todavía genera resentimiento en estos ámbitos.
La Ola Coreana tiene características diferentes a la francesa de la década de los 60 del siglo XX, y su punto de referencia ya no es 'El Capital' o 'El libro rojo' sino la popularidad global de la economía de este pequeño país, que ha sufrido invasiones frecuentes de sus vecinos chinos y japoneses, y ahora exporta cultura pop, entretenimiento, música, dramas de cine y televisión, tecnología...Hallyu es un término chino que significa 'Ola Coreana', un movimiento económico y social muy amplio que favorece el desarrollo de un poder blando en el país. ¡Atentos!
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