Hyena. Jang Tae-yoo. Crítica.

 



Ficha técnica, intérpretes, sinopsis, lo que se hace. (Pinchad aquí)


LA SOCIEDAD DEL 1/99 %  QUE DESCRIBE ANDY ROBINSON EN 'UN REPORTERO EN LA MONTAÑA MÁGICA', O DE CÓMO LA ÉLITE DEL 1% , REUNIDA EN DAVOS, HUNDIÓ EL MUNDO.


CRÍTICA:


Hay demasiada gente que se aferra al pasado, a la realidad que definen como 'real', y que tardan mucho en reconocer primero y aceptar segundo el cambio. Algunos privilegiados intelectualmente ya venían prediciendo que las series se iban a convertir en el lenguaje audiovisual dominante, en lo que a la distribución de contenidos se refiere, pero cuando casi la única posibilidad de verlas eran comprándolas en esos anticuados packs o  en televisiones extranjeras, especialmente norteamericanas, lo que exigía un dominio del inglés. Ahora, cuando plataformas como Netflix (es la única que ha tenido la clarividencia de ver cómo podía servirse de las opciones que ponía en manos de todos la llamada cuarta revolución industrial), nos ofrecen la posibilidad de conocer las diferentes culturas, desde dentro de ellas mismas, restando los rasgos chauvinistas que las caracteriza a todas, algunos, bien situados en los medios, prefieren seguir poniendo entre la captación de estas diferencias y sus intereses el filtro de la visión occidental, especialmente la del universo anglosajón. Conocer China, Corea, Taiwán o Japón a través de series inglesas o norteamericanas.

Las historias se construyen con una localización, un contexto y unos personajes, y no cabe ya la menor duda de que Corea del Sur se está poniendo a la cabeza de la manifestación, construyendo relatos que ubican a unos personajes tan bien desarrollados que van tejiendo la urdimbre de las diferentes tramas y subtramas, incrementando el interés del espectador a medida que avanzan los episodios, y a los que acabas queriendo a pesar de representar papeles verdaderamente odiosos.Un personaje, Yoon Hee-jae, interpretado por Ju Ji-hoon, es el vehículo para transmitir el discurso metadiegético de la esencia de la serie, cuando le dice a un colaborador: "¿Sabe por qué no veo series? Porque están llenas de malentendidos"; su contertulio le responde acertadamente: "Por eso los ve la gente". Claro que es un recurso que debe ser manejado con inteligencia para que no se vea su tramoya. El mundo que representan es el universo de un prestigioso bufete de abogados, Song & Kim, ubicado en la planta 35 de un elevado rascacielos, en el que se inserta el logo del grupo, constituido por enormes iniciales de sus responsables; es el de ese 1% que domina el mundo y que cohabita perfectamente con sus iguales más allá de las fronteras. Estas oficinas cuentan con más de quinientos abogados; la entrada de los equipos que trabajan en la defensa de una causa en las salas en las que se imparte 'justicia' busca epatar al público a un lado y otro de la pantalla, unidos en un grupo bien trajeado, con independencia de que sean hombres o mujeres, y filmados a cámara lenta, una imagen muy tarantiniana. 

Sólo hay dos formas, o quizá tres, de acceder a esta élite: o bien por sus vinculaciones con sectores del poder como la justicia, muy oportuna para decantar las sentencias a favor de sus clientes, o desde los estratos marginales de la sociedad, que pasan a formar equipos especiales para bordear la ley, y domeñar a los letrados pijos a los que no se puede despedir; a estos se suman algunos de clases modestas, verdaderos lameculos de los jefes, que, junto a los navajeros, mantienen al rebaño de privilegiados dentro del corral. Al primer grupo pertenece Yoon Hee-jae, un joven superprotegido, elegante, narcisista, y el mejor abogado del despacho; al segundo una mujer sin escrúpulos, lo que tendrá terribles consecuencias, Jung Geum Ja, ( Kim Hye-su), y al tercero Ma Seok Gu, (Song Young-kyu), que sólo puede exhibir su inmejorable expediente, lastrado por el hecho de que su mentor y el que ha financiado su formación es el Señor Song, y como consecuencia podría ser definido con la expresión peyorativa valenciana como l'ultim pet de l'orgue (el último sonido, poco sonoro, -valga la redundancia - del órgano), que siempre sale escaldado de sus tentativas de venganza y ninguneado por los jefes. Yoon Hee-jae es, junto con su hermano, el último descendiente de una saga de jueces que han ocupado puestos en el Tribunal Supremo de Corea (Presidente el abuelo, miembro del tribunal, el padre), pero, al depender sus nombramientos de ese 1%, unen su destino a los manejos y la corrupción de los mayores accionistas de los conglomerados empresariales y sus letrados, que son los que construyen todas las tramas corruptas, por lo que es fácil comprar su silencio o dejarlos caer. La mayoría ceden, algunos se suicidan, y pocos optan por la solución intermedia: "Admitir un error, algo más difícil de llevar a cabo que cometerlo". Jung Geum Ja es más libre que los demás, porque no tiene prejuicios morales (su infancia la ha obligado a desprenderse de ellos si quiere acceder a la cumbre de los rascacielos donde brilla el poder), obtiene pingües beneficios haciendo el trabajo sucio y arrastrando a los límpidos letrados del bufete al barro y haciéndolos más vulnerables ante el Jefe de Abogados, el sátrapa de este 'conglomerado de corrupción'; por otra parte no le atemoriza volver a su lugar de origen, donde siguen sus infraestructuras intactas, eso sí, forrada con el dinero que le ha dado hacer el trabajo sucio de Song & Kim. Jung Geum Ja no es una heroína como las de Marvel o Luc Besson, ni una femme fatale que opera en la retaguardia de los hombres. 

Es una auténtica depredadora, que tiene todos los ases en su mano porque no tiene prejuicios de casta. No es una visión didáctica al mundo financiero y sus relaciones con la justicia, sino un verdadero striptease, o más bien un outing o un proceso que consiste en 'sacar del armario al que está muy bien en él', de todos aquellos coreanos que forman parte de ese grupo de hombres ricos del mundo que se reúnen en Davos, y que invitan a los Presidentes de Gobiernos con peso, poniendo al descubierto sus manejos, con frecuencia tan barriobajeros como los de la protagonista, para hundir, favorecer su cotización en bolsa o fusionar empresas, y otros manejos que implican a sectores del poder que deben cuidar del equilibrio que sancionó Montesquieu, la esencia de las democracias, y no para favorecer a ese 1% de la población que acumula el 82% de la riqueza, según la BBC. Esta forma de crear magníficos relatos, interpretados por actores creíbles, explica el éxito de estas producciones surcoreanas. Tengo la impresión de que en occidente estamos perdiendo el tiempo al no aceptar una realidad que, no solo pasa por la pandemia, sino por la creación de un nuevo mundo basado en un nuevo sistema de producción.

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