Yuli. Iciar Bollaín. Ficha técnica y crítica.
EL INDIVIDUO SE ABRE PASO A DURAS PENAS EN LA TRIBU, CUANDO LA ALTERNATIVA AL SUFRIMIENTO ES MÁS SUFRIMIENTO TODAVÍA.
Ficha técnica:
Título original: Yuli
País: España; co-producciónEspaña/Reino Unido/Cuba/Alemania/Francia
Año: 2018
Duración: 109
Dirección: Iciar Bollaín
Guion: Paul Laverty
Casting: Mireia Juárez
Dirección de Fotografía: Alex Catalán
Música: Alberto Iglesias
Edición: Nacho Ruíz Capillas
Dirección artística: Maikel Martínez
Decoración del set: Taimi Ocampo
Diseño de Vestuario: Jessica Braun, Celia Ledon
Maquillaje y peluquería: Karmele Soler
Productores: Andrea Calderword, Gail Egan, Juan Gordon
Productores ejecutivos: Carlos Acosta, Mark Bell, Pilar Benito, Joe Oppenheimer, Debs Patterson
Compañías productoras: Morena Films, Potboiler Productions, Galàpagos Media, Hijo de Ogún
Diseño de producción: Laia Colet
Producciones de la 5ta Avenida, Match Productions, Movistar +, ICAIC, ICAA, Eurimages; distribuye Netflix.
Intérpretes:
Carlos Acosta: Carlos Acosta hoy,
Santiago Alfonso: Pedro Acosta,
Kevyn Martínez: Carlos Acosta joven,
Edison Manuel Olbera Núñez: Carlos Acosta niño,
Laura de la Uz: Maestra Chery,
Laura de la Uz: Maestra Chery,
Yerlin Pérez: María,
Mario Elías: Mario,
Andrea Doimeadiós: Berta,
César Dominguez: Opito,
Yailene Serra: Profesora,
Carlos Enrique Almirante: Enrique,
Sinopsis:
Film sobre el bailarín cubano Carlos Acosta, un viaje temporal a través de su vida, leyenda de la danza y primer bailarín negro en interpretar algunos de los papeles más famosos del ballet, originariamente escritos para blancos, en compañías como el Houston Ballet o Royal Ballet de Londres (donde ha sido primer bailarín durante más de 15 años). Cuenta desde su dura infancia hasta su madurez, etapa que será protagonizada por el propio bailarín, quien, pese a su éxito y reconocimiento internacional, nunca olvidó sus orígenes.*
Premios:
- 2018: Premios Goya: 5 nominaciones, incluyendo Mejor actor revelación (Acosta)
- 2018: Festival de San Sebastián: Mejor guion (ex aequo)
- 2018: Premios Feroz: Nominada a Mejor música (Alberto Iglesias)
- 2019: Premios Platino: Mejor música original
- 2019: British Independent Film Awards (BIFA): Nom. Mejor actor secundario (Olvera)
Lo que se dice :
El film que dirige Iciar Bollain ha sido relativamente bien valorado por la prensa y el público, al que otorgan un 6,5 en la página española Filmaffinity, una nota media resultado de los votos de 2,251 espectadores, que eleva la página norteamericana a 7, con una participación de sus usuarios muchos más baja, al contrario de lo que es habitual: 1572 lectores. La rapidez con la que Netflix incrementa sus fondos subsana los contratiempos de una película, como tantas otras, que vio truncada su proyección por un virus que actúa desde hace más de un año, aunque occidente ha sufrido su azote unos meses más tarde.
Los críticos más escépticos han sido los españoles, con alguna excepción como la de Juan Sardá (diario 'El Mundo') para quien el film es uno de los más accesibles de Icíar Bollaín; Carlos Loureda (Fotogramas) que afirma que contiene todos los ingredientes para triunfar en taquilla (Carlos Loureda, Fotogramas); una película con un trasfondo político innegable (Beatriz Martínez, Diario 'El Periódico'); una extraordinaria cinta para Carlos Pumares (Diario 'La Razón')...; los demás introducen matices, a veces despectivos: Carlos Boyero afirma que esta historia no le produce ni frío ni calor (diario 'El País'); película imperfecta (Luís Martínez, Diario 'El Mundo'); interesante para los amantes del baile (Oti Rodríguez Marchante, Diario ABC); tosca por la sobre-explicación (Jordi Costa, Diario 'El País').
Los angloamericanos parecen haber entendido mejor un film que toca todos los palos temáticos: familia, sacrificio, masculinidad, identidad negra, exilio y poder transformador del arte ... (Jonnathan Romney, Scrrendaily); ayuda a entender la conexión del arte con la vida (Dave Colhum, Time Out); enérgica y emocionalmente reflexiva (Cath Clarke, The Guardian)...
Crítica:
'Yuli' no es solo una de las películas más accesibles de Icíar Bollain, sino una de las más bonitas de la cineasta. Podría parecer que, siguiendo la estrategia de análisis de Giulio Carlo Argán de otras manifestaciones artísticas plásticas, ha tomado como referencia 'Billy Elliot' (Quiero bailar) de Stephen Daldry , realizada en el año 2000 (algunas imágenes son auténticos cameos) y le ha dado la vuelta con el objetivo de introducir un aspecto nada banal: el poder transformador del arte, entendido como ejercitación en una actividad cualquiera, que exige como cuota una gran parte de la vida de quien quiere llegar a ser un artista. Para contarnos esto ha optado por un discurso de metaficción, introduciendo la construcción de una película (la última secuencia es muy clara, a pesar del lugar en que se produce) dentro de su propia película, en la que se mezclan elementos reales con otros que son en realidad una reconstrucción más o menos fiel del pasado, como se encarga de acentuar el propio Carlos Acosta, a la vez que va hilvanando una serie de flashbacks que una vez encajados van a constituir el relato de su propia vida. Para el levantamiento de este edificio cinematográfico se ha precisado de dos actores y del primer bailarín del Royal Ballet de Londres. Un grupo de personajes secundarios, -el padre, una profesora capaz de ver el talento de un niño rudo y formado en la calle, la madre y las hermanas - contribuyen a crear la atmósfera emocional del protagonista, emulando el ambiente en que nace y se desenvuelve el británico, con algunos matices.
Icíar Bollaín, Paul Laverty y el propio Acosta inscriben su historia en un contexto político determinado, representado con breves pero intensas pinceladas que resultan muy convincentes e ilustrativas sobre la formación del individuo en una dictadura o una democracia autoritaria; no es cierto que el pequeño Yuli prefiera a la fama a su familia y la calle, donde no es bien recibido por un grupo de niños marginales que frecuenta (él es descendiente de esclavos que, en el momento actual, quieren no sólo progresar, sino ocupar el lugar del que son merecedores por su talento, en la cumbre de la opción de vida elegida), pero donde puede gozar de la admiración, acompañada de insultos e incluso de más de una patada, del grupo, mientras se luce con las contorsiones propias de la música urbana, por llamar así a una expresión artística actual con origen en Norteamérica que se produce en aglomeraciones de casas sin planificación alguna, simplemente irregularmente alineadas en vías sin asfaltar; la pobreza, la prostitución de las jóvenes en clubes vedados a los nativos, custodiados por guardianes encargados de reprimir a los de su clase, así como el abandono por parte del castrismo de la construcción de lo que podía haber sido una espectacular escuela de ballet, son hechos que suponen una denuncia muy evidente, por más que no veamos un militar ni un policía.
Billy Elliot no goza de una situación privilegiada. Su madre ha muerto y su padre y su hermano son protagonistas destacados de la célebre huelga de mineros contra Margareth Thatcher. Los dos adultos de su hogar son mineros rudos que adoptan una actitud muy semejante a la de Yuli, que utiliza la palabra maricón a la primera ocasión, y ambos sufren como una humillación que el niño quiera bailar, pero hay un matiz nada desdeñable: la película de Daldry es una ficción y crea un compañero para su protagonista homosexual, como el propio director, que no critica que Billy se ponga mallas, sino que él mismo se coloca un tutú, al tiempo que pone en evidencia todos los prejuicios sociales que generan violencia estructural, que niega, según Althuser, a los hombres todo lo que necesitan para su bienestar material y el desarrollo de sus capacidades potenciales. Yuli es un diamante en bruto, un niño que necesita expresarse mediante el baile, pero que se resiste a ejercitar la disciplina que exige la formación en cualquier tipo de arte, empezando por el ataque a la masculinidad primitiva propia de su tribu que siente que unas medias suponen un ataque directo a su hombría, a pesar de que el hombre no se puso pantalones hasta el siglo XIX. Será el padre el que doblegue su voluntad, incluso a golpes, consciente de que la alternativa a su esfuerzo es la patera y el exilio. Convertido en un bailarín de primer orden, será el primer negro que representará el papel de Romeo en la adaptación musical de la obra de William Shakespeare.
Yuli llega a verbalizar que su apego a la tierra y a los suyos (la fama conlleva el alejamiento) le convierte en el único cubano que al parecer quiere vivir en Cuba, una afirmación que tiene una gran carga política innegable, aunque lo más triste de los orígenes del bailarín es la cantidad de prejuicios machistas de que hace gala, su rebelión frente a un padre que ha vivido muy cerca la esclavitud y desea que su hijo se vaya lo más lejos del país, frente a una madre que no lo quiere perder y que no acepta los castigos corporales que infringe el padre al niño; en esto es absolutamente diferente al inglés, dispuesto a soportar cualquier tortura por huír de su barrio y su ciudad. Icíar Bollain ha sabido trasladar a su público lo que sacrifica en pro del arte y se sale del camino establecido para el común de los mortales por el stablishment . Las secuencias de baile, protagonizadas por Carlos Acosta añaden atractivo al film.
*Filmaffinity
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