Gracias a dios. François Ozon. Ficha técnica. Crítica
¡GRACIAS A DIOS!
FRANÇOIS OZON
Ficha técnica:
Título original: Grâce à Dieu
País: Francia
Año: 2019
Duración: 137 minutos
Dirección: François Ozon
Guión: François Ozon
Casting: David Bertrand, Anaïs Duran
Dirección de Fotografía: Manuel Dacosse
Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine
Edición: Laure Gardette
Decoración del set: Philippe Cord'homme
Diseño de vestuario: Pascaline Chavanne
Responsable de peluquería: Franck Pascal-Alquinet
Responsable de maquillaje: Nathalie Tabareau
Productores: Eric Altmayer, Nicolas Almayer
Diseño de producción: Emmanuelle Duplay
Compañías productoras: Mandarin Production, Scope Pictures, FOZ, Mars Films
Intérpretes:
Melvil Poupaud: Alexandre Guérin,
Denis Menochet: François Debord,
Swann Arlawd: Emmanuel Thomasin,
Eric Caravaca: Gilles Perret,
François Marthouret: Cardenal Barbarin,
Bernard Verley: Bernard Preynat,
Josiane Balasko: Irène,
Hélène Vincent: Odile Debord,
François Chattot: Pierre Debord,
Frédéric Pierrot: Capitán Courteau,
Martine Erhel: Régine Maire,
Aurélie Petit: Marie Guéring,
Julie Duclos: Aline Debord,
Jeanne Rosa: Dominnique Perret,
Amélie Daure: Jennifer.
Sinopsis:
Alexandre vive en Lyon con su esposa e hijos. Por casualidad, se entera de que el sacerdote que abusó de él cuando era un boy scout sigue trabajando con niños. Se lanza a un combate al que se unen François y Emmanuel, otras víctimas del sacerdote, con el fin de liberarse de sus sufrimientos a través de la palabra. Pero las repercusiones y consecuencias de sus testimonios no dejarán a nadie indemne. Basada en el caso real de Bernard Preynat, sacerdote de la Diócesis de Lyon, acusado en 2016 de abusar sexualmente de decenas de niños.
Lo que se dice:
El film ha sido muy bien recibido por la prensa y el público que ha tenido la oportunidad de asistir al preestreno. La página Filmaffinity refleja una nota media de 6,8, obtenida de 80 votos; Imdb eleva la nota a 7,6, basada en 1050 valoraciones.
Los argumentos que se dan son que es un ejemplo de cine veraz y combativo, un modelo de narración aséptica y puntillosa (Miguel Ángel Palomo, Filmaffinity);el punto de vista más plano, mortecino y triste de todos los posibles (Luís Martínez, Diario 'El Mundo'); el 'Spotlight' francés que , frente a unos periodistas que investigan pone el centro en las víctimas (Irene Crespo, Cinemanía); atrevido y sincero compromiso con los sentimientos confusos e imprecisos de sus personajes (Guy Lodge, Variety); película bien manejada e interpretada (Jonathan Romney, Screendaily); versión francesa de 'Spotlight' (David Ehrlich, 'Indiewire'); todo algo agotador y repetitivo (David Rooney, The Hollywood Reporter)...
La reacción del público, realmente inesperada, aplaudiendo entusiasmado en el preestreno del film dirigido por François Ozon, es definitiva: los espectadores agradecen que un director inclinado ante la belleza y la poesía pero a la vez contenido y elegante, que ha sido integrado por la crítica en una tendencia que triunfa en el cine francés de los últimos años que tanto gusta a los críticos, aunque de origen anterior, a la que se denomina 'cinema du corps', una política de autor en la que militan directores como Claire Denis, Marina de Van, Gaspar Noé, Bertrand Diane y el propio François Ozon, responsable de títulos muy valorados como 'Joven y bonita' , 'Una nueva amiga', o Frantz , por citar algunas de sus películas, que son solo algunos ejemplos de la descripción que hace Israel Paredes Badía de un cine centrado en el cuerpo desde muy distintas perspectivas y miradas, no solo mostrando la corporeidad de la manera más abrupta y carnal, sino apostando por transgredir sus límites representacionales, apostando por la presencia del cuerpo como un elemento narrativo o discursivo, con plena conciencia de hacerlo de manera explícita. Un punto de vista que servía de elemento de unión entre sus películas con argumentos diferentes.
Mas cuando decide abordar un tema de la gravedad del abuso sexual que demasiados sacerdotes pederastas han estado practicando sobre niños indefensos, que familias creyentes dejaban a su cuidado, abandona esta política de autor, se encamina por la senda del activismo documentalista y construye un alegato contra todos aquellos que permitieron, por omisión, que se castrara mental y físicamente a quien estaba empezando a crecer y sufría impotente su alejamiento del grupo de compañeros boys scouts, un colectivo asociado con la naturaleza y las prácticas sanas para el cuerpo y para el alma; niños encerrados en lugares apartados, ya fueran tiendas, sacristías o laboratorios de revelado fotográfico, para satisfacer los deseos sexuales de unos hombres, de los padres Preynart de todo el mundo, que supeditaban el daño que ocasionaban a estos niños a sus propios deseos y satisfacción sexual, unas acciones que, en demasiadas ocasiones, contaban con la complicidad de unos padres que preferían mirar hacia otra parte a enfrentarse a la sociedad y plantear batalla.
Ozon pretende llegar con su película a tiempo de impedir que prescriban los delitos que afectan a unos pocos hombres que sufrieron estos abusos siendo niños, unas agresiones que se sitúan en un tiempo en el que los culpables pueden, todavía, ser juzgados. La organización creada por las víctimas, ' La Parole Libérée ', una asociación de víctimas que se ha convertido en un movimiento nacional en Francia, ha llegado tarde en muchos casos, debido a las acciones judiciales dilatorias de las jerarquías eclesiástica. Afirma Luís Martínez, 'Diario El Mundo', que el drama social no goza de buena fama, un aserto que se encargan de desmentir los espectadores. No se puede negar que Ozon se arriesga y se moja en defensa de estos hombres, a los que arruinaron la vida cuando empezaba, precisamente aquellos que debían tutelar su bienestar y en los que confiaban las familias; para el cineasta galo el film es urgente, tiene prisa y trata de impedir que el tiempo de la justicia se acabe, dejando, de este modo, que factores extradiegéticos incidan en su relato tan real que parece exigir justicia en una plaza, una sincera dramatización del escándalo que amenaza el prestigio de la iglesia católica, mediante un estudio compasivo de las víctimas (Guy Lodge, Variety).
El interés de justificar documentalmente el intercambio de misivas entre el joven Alexandre Guérin, (Melvil Poupaud) y las jerarquías y mediadores de la iglesia tiene como resultado una ralentización del relato en su primera parte, que, si bien se va atenuando, sigue con la presentación de personajes, aliviada por una serie de flashbacks sonrojantes e indignantes, que van encarrilando la narración hacia el fin de esta historia y favoreciendo el crescendo ritmo, animado por unas magníficas interpretaciones y la creación de una atmósfera fría pero elegante, característica de Ozon. Y algo consigue el realizador: si no se logra que los jueces lleguen a tiempo de hacer su trabajo, al menos queda una cruda crónica de un tiempo en la que las víctimas sufrían en silencio los abusos de sus verdugos, de los que muchos de ellos no se recuperarán jamas. La solidaridad de todos ellos les permite recuperar algo de felicidad y entender que no deben aceptar el perdón de los victimarios y permitir que se establezca un lazo indisoluble con ellos, una idea que parece atormentar al director. Un film duro, en el que Ozon se lo juega todo en una historia que ya es de dominio público.
Se han visitado las páginas Imdb y Filmaffinity
Los argumentos que se dan son que es un ejemplo de cine veraz y combativo, un modelo de narración aséptica y puntillosa (Miguel Ángel Palomo, Filmaffinity);el punto de vista más plano, mortecino y triste de todos los posibles (Luís Martínez, Diario 'El Mundo'); el 'Spotlight' francés que , frente a unos periodistas que investigan pone el centro en las víctimas (Irene Crespo, Cinemanía); atrevido y sincero compromiso con los sentimientos confusos e imprecisos de sus personajes (Guy Lodge, Variety); película bien manejada e interpretada (Jonathan Romney, Screendaily); versión francesa de 'Spotlight' (David Ehrlich, 'Indiewire'); todo algo agotador y repetitivo (David Rooney, The Hollywood Reporter)...
Crítica:
La reacción del público, realmente inesperada, aplaudiendo entusiasmado en el preestreno del film dirigido por François Ozon, es definitiva: los espectadores agradecen que un director inclinado ante la belleza y la poesía pero a la vez contenido y elegante, que ha sido integrado por la crítica en una tendencia que triunfa en el cine francés de los últimos años que tanto gusta a los críticos, aunque de origen anterior, a la que se denomina 'cinema du corps', una política de autor en la que militan directores como Claire Denis, Marina de Van, Gaspar Noé, Bertrand Diane y el propio François Ozon, responsable de títulos muy valorados como 'Joven y bonita' , 'Una nueva amiga', o Frantz , por citar algunas de sus películas, que son solo algunos ejemplos de la descripción que hace Israel Paredes Badía de un cine centrado en el cuerpo desde muy distintas perspectivas y miradas, no solo mostrando la corporeidad de la manera más abrupta y carnal, sino apostando por transgredir sus límites representacionales, apostando por la presencia del cuerpo como un elemento narrativo o discursivo, con plena conciencia de hacerlo de manera explícita. Un punto de vista que servía de elemento de unión entre sus películas con argumentos diferentes.
Mas cuando decide abordar un tema de la gravedad del abuso sexual que demasiados sacerdotes pederastas han estado practicando sobre niños indefensos, que familias creyentes dejaban a su cuidado, abandona esta política de autor, se encamina por la senda del activismo documentalista y construye un alegato contra todos aquellos que permitieron, por omisión, que se castrara mental y físicamente a quien estaba empezando a crecer y sufría impotente su alejamiento del grupo de compañeros boys scouts, un colectivo asociado con la naturaleza y las prácticas sanas para el cuerpo y para el alma; niños encerrados en lugares apartados, ya fueran tiendas, sacristías o laboratorios de revelado fotográfico, para satisfacer los deseos sexuales de unos hombres, de los padres Preynart de todo el mundo, que supeditaban el daño que ocasionaban a estos niños a sus propios deseos y satisfacción sexual, unas acciones que, en demasiadas ocasiones, contaban con la complicidad de unos padres que preferían mirar hacia otra parte a enfrentarse a la sociedad y plantear batalla.
Ozon pretende llegar con su película a tiempo de impedir que prescriban los delitos que afectan a unos pocos hombres que sufrieron estos abusos siendo niños, unas agresiones que se sitúan en un tiempo en el que los culpables pueden, todavía, ser juzgados. La organización creada por las víctimas, ' La Parole Libérée ', una asociación de víctimas que se ha convertido en un movimiento nacional en Francia, ha llegado tarde en muchos casos, debido a las acciones judiciales dilatorias de las jerarquías eclesiástica. Afirma Luís Martínez, 'Diario El Mundo', que el drama social no goza de buena fama, un aserto que se encargan de desmentir los espectadores. No se puede negar que Ozon se arriesga y se moja en defensa de estos hombres, a los que arruinaron la vida cuando empezaba, precisamente aquellos que debían tutelar su bienestar y en los que confiaban las familias; para el cineasta galo el film es urgente, tiene prisa y trata de impedir que el tiempo de la justicia se acabe, dejando, de este modo, que factores extradiegéticos incidan en su relato tan real que parece exigir justicia en una plaza, una sincera dramatización del escándalo que amenaza el prestigio de la iglesia católica, mediante un estudio compasivo de las víctimas (Guy Lodge, Variety).
El interés de justificar documentalmente el intercambio de misivas entre el joven Alexandre Guérin, (Melvil Poupaud) y las jerarquías y mediadores de la iglesia tiene como resultado una ralentización del relato en su primera parte, que, si bien se va atenuando, sigue con la presentación de personajes, aliviada por una serie de flashbacks sonrojantes e indignantes, que van encarrilando la narración hacia el fin de esta historia y favoreciendo el crescendo ritmo, animado por unas magníficas interpretaciones y la creación de una atmósfera fría pero elegante, característica de Ozon. Y algo consigue el realizador: si no se logra que los jueces lleguen a tiempo de hacer su trabajo, al menos queda una cruda crónica de un tiempo en la que las víctimas sufrían en silencio los abusos de sus verdugos, de los que muchos de ellos no se recuperarán jamas. La solidaridad de todos ellos les permite recuperar algo de felicidad y entender que no deben aceptar el perdón de los victimarios y permitir que se establezca un lazo indisoluble con ellos, una idea que parece atormentar al director. Un film duro, en el que Ozon se lo juega todo en una historia que ya es de dominio público.
Se han visitado las páginas Imdb y Filmaffinity
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