Petra. Jaime Rosales. Ficha técnica y crítica
LA CONDICIÓN DEL CINEASTA ES UNA CONDICIÓN EXISTENCIAL
Ficha técnica:
Título original: Petra
País: España. Co-producción España/Francia/Dinamarca
Año: 2018
Duración: 107 minutos
Género: Drama
Género: Drama
Dirección: Jaime Rosales (Las horas del día, 2003; La soledad, 2007; Tiro en la cabeza, 2008; Correspondencia, 2011; Sueño y silencio; Hermosa juventud, 2014)
Guión: Jaime Rosales, Clara Roquet, Michel Gaztambide
Casting: Sara Bilbatua, María Rodrigo
Casting: Sara Bilbatua, María Rodrigo
Dirección de Fotografía: Hélène Louvart
Música: Kristian Eidnes Andersen
Edición: Lucía Casal
Dirección artística: Victoria Paz Álvarez
Diseño de Vestuario: Iratxe Sanz
Maquillaje y peluquería: Chica Blanco
Edición: Lucía Casal
Dirección artística: Victoria Paz Álvarez
Diseño de Vestuario: Iratxe Sanz
Maquillaje y peluquería: Chica Blanco
Productores: Antonio Chavarrias, Jérôme Dopffer, Katrin Pors
Productor ejecutivo: José María Morales
Productor ejecutivo: José María Morales
Compañías productoras: Fredesval Films, Wanda Vision, Oberón Cinematográfica, Les Productions Balthazar, Snowgoble Films
Intérpretes:
Bárbara Lennie : Petra,
Alex Brendemühl : Lucas,
Joan Botey : Jaume ,M
arisa Paredes : Marisa,
Petra Martínez : Julia,
Carme Pla : Teresa,
Oriol Pla : Pau,
Chema del Barco :Juanjo,
Natalie Madueño : Martha,
...
Alex Brendemühl : Lucas,
Joan Botey : Jaume ,M
arisa Paredes : Marisa,
Petra Martínez : Julia,
Carme Pla : Teresa,
Oriol Pla : Pau,
Chema del Barco :Juanjo,
Natalie Madueño : Martha,
...
Sinopsis:
Petra no sabe quién es su padre, se lo han ocultado a lo largo de su vida. Tras la muerte de su madre inicia una búsqueda que le conduce a Jaume, un célebre artista plástico poderoso y despiadado. En su camino por conocer la verdad, Petra también entra en contacto con Lucas, hijo de Jaume, y Marisa, esposa de Jaume y madre de Lucas. A partir de ese momento, la historia de estos personajes se va entretejiendo en una espiral de maldad, secretos familiares y violencia que los lleva a todos al límite. El destino dará un giro a su lógica cruel abriendo un camino para la esperanza y la redención.
Exhibición en Cannes en la 'Quincena de realizadores'.
El film del catalán Jaime Rosales ha sido bien recibida por la prensa de los principales periódicos del país, en muchos casos con matices. Carlos Boyero, que se encuentra entre los escépticos,afirma que el cineasta catalán recibe constantemente gran cariño de los organizadores del festival de Cannes, aunque nunca han seleccionado sus películas para la sección oficial, se le suele hacer un hueco en otras paralelas. De Petra dice que su realizador "se preocupa por crear estética con su cámara, rodando planos muy largos, sin ningún corte, invirtiendo los tiempos en los que transcurre la truculenta historia" (...) en el desarrollo del film "van a ocurrir todo tipo de cosas trágicas, indeseadas verdades y mentiras oportunistas, una relación que ignora ser incestuosa, venganza aplazada, suicidio, asesinato y finalmente la esperanza representada en una vida nueva, en un poco de luz redimiendo la sordidez anterior."*
Luís Martínez nos proporciona la interpretación filosófica a que nos tiene acostumbrados, que enlaza bien con las inclinaciones de amplios sectores de espectadores, y reproduce una reflexión del cineasta que define a Rosales a la perfección, y que hemos podido comprobar en la sesión de cine-club en la que establecimos un diálogo con él y que reconozco que me sorprendió: En su libro 'El lápiz y la cámara', Jaime Rosales reflexiona sobre su oficio. Lo hace con dramatismo, pero sin pausa. No es sólo una explicación de su ideario como cineasta, que también, sino que el texto aspira a convertir cada uno de los aforismos, reflexiones o apuntes que lo informan en manifiesto de vida, en declaración ética. Incluso política. "Antes que ideológica", dice, "la resistencia tiene que ser estética" (...) Petra es, según Luís Martínez "Manifiesto de cine y de vida." **
Andrea G.Bermejo pone el acento en el foreground del film, las relaciones entre los personajes en esta tragedia de malentendidos con un happy end o 'final Disney' como lo califica el autor, una intención muy alejada de los terribles textos clásicos grecolatinos en los que no había lugar para la piedad. La crítica afirma que: "Su bosquejo de la burguesía catalana resulta muy interesante –¿por qué el cine español habla tan poco de los ricos?–, sobre todo gracias a ese personaje eterno que es Jaume, el artista villano que podría ser el padre de Petra y, por el que ella, con el fin de conocerlo, se hace pasar por una aprendiz."***
Oti Rodriguez Marchante se interesa también no sólo por el fondo sino por la forma de construir y estructurar el relato muy diferente a la que se impone en el cine español y más cercana a otros autores europeos: "El drama de Petra lo recoge la cámara de Rosales como a hurtadillas (esa entrada en la casa de la familia) y la lluvia de elementos que lo provocan, vejaciones, suicidios, crimen, revelaciones inconfesables pero confesas…, están colocados ante la cámara (o fuera de ella, pues Rosales invoca el fuera de campo de forma sibilina, intrigante) para que estallen acompasadamente dentro de esa quebrada estructura narrativa." ****
Sergi Sánchez también insiste en la forma, el aspecto, quizá, más interesante del film, del que luego hablaremos, que convierte la película de Rosales en una rara avis, aparentemente matizada por alguna más que posible precisión de su autor: " (...) en ella sigue experimentando con dispositivos (movimientos laterales de la cámara, que prolongan la duración de una escena mientras el corazón de esta sigue latiendo fuera de campo; una estructura capitular y discontinua, que desmonta sin descanso las expectativas que genera un relato jugando con su previsibilidad) que se interrogan, indirectamente, sobre qué sentido tiene narrar una historia, cuál es la responsabilidad moral del cineasta a la hora de decidir sus derivas. No es casual que, en el epicentro del film, haya un demiurgo que mueve los hilos, un dios perverso..." *****
Algunos tuvimos el privilegio de asistir a un pase del film, previo a su estreno, con la presencia de Jaime Rosales, en la que pudimos incidir (plural mayestático) en lo que más nos interesaba: el lenguaje audiovisual con el que Rosales construye su discurso, una deconstrucción radical de los espacios, hacia los que la cámara que maneja Hélène Louvart guía a los espectadores, precedidos por lo que intuimos su steadicam, y quizá, en alguna ocasión, alguna cámara flotante, en la práctica de un ejercicio de estilo en el que Rosales delega en su equipo, al que sugiere la poética de las imágenes que intenta crear, que en el film responden, según sus propias declaraciones, a la mirada de un ángel que se limita a observar las acciones y reacciones de unos personajes que siguen sus reflexiones y a los que se anticipan y dejan pasar mientras éstos dialogan en un fuera de campo de unos planos interminables.
Queremos creer, porque no solo lo hemos escuchado, sino hemos recurrido a otros materiales en los que Rosales se expresa, que no estamos ante un caso de falsa modestia, sino ante una auténtica colaboración entre todos los miembros del equipo, que sin embargo parecen obedecer a un deus ex machina que no solo deja hacer a los fotógrafos, sino a los montadores que deciden la estructura del film y su edición caracterizada por la reiteración de la presentación de espacios vacíos, cuya fragmentación implica al espectador y no solo lo obliga a hacer un esfuerzo por entender hacia dónde lo quieren llevar, sino a preguntarse por la decisión de renunciar al cut and paste como sujeto de la enunciación, de una forma tan repetitiva que marca necesariamente el estilo de un director que delega en su equipo, según su propia confesión en múltiples medios. Una forma de hacer que nos parece muy interesante.
A ello se añade, en relación al foreground representado por los personajes, la reflexión frente a "la dualidad (del espectador) de sentirse protegido al saber que cuanto acontece ante tus ojos no es real (...) y al tiempo, inmune al flujo sensorial de las imágenes, de las que se siente copartícipe,y le permiten olvidar que, habitualmente, su mirada está dirigida por un discurso..." Pero el espectador sólo conoce esta circunstancia si es "capaz de conectar los relatos a nivel experiencial", porque es,precisamente, en la confluencia entre la experiencia y espectáculo ficcional donde de construye el discurso final...", ******con el resultado de una diégesis que adquiere diferentes significados para cada espectador. Había quien estaba preocupado por la resolución del conflicto con personajes que hubieran podido tomar un camino diferente en función de su desarrollo psicológico, e incluso se detecta alguna laguna que permite crear dudas respecto al desenlace.
Rosales parece querer cuestionar el papel de la música como elemento narrativo en el cine norteamericano, aunque el score de su película, compuesto por Kristian Eidnes Andersen, tiene ciertas resonancias sacras, en un film en el que, según confesión del director, que se declara creyente, los planos largos equivaldrían a planos subjetivos en los que un ángel contempla la evolución del conflicto sentimental, moral e incluso ideológico de unos personajes, sin mediar en él. Una constatación que no está exenta de contradicciones en quien crea un personaje que se suicida porque no puede soportar la idea de que ha cometido un gravísimo pecado de incesto, mortal para las creencias cristianas. Menos para las paganas, aunque no parezca ser aceptado el argumento.
Un título que invita a estas reflexiones y algunas más, debe ser tenido en cuenta.
* Estilo propio, historia truculenta. Diario 'El País', Rosales se preocupa por crear estética con su cámara, rodando planos muy largos, sin ningún corte. Diario 'El País', 11 de mayo de 2018.
** La tragedia griega según la mejor versión de Jaime Rosales. Diario 'El Mundo' , Diario 'El Mundo, 10 de mayo de 2018
*** Petra. Cinemanía, 10 de octubre de 2018
****Jaime Rosales hurga con «Petra» en las leyes del neomelodrama. Diario ABC, 15 de mayo de 2018
Distinciones:
Exhibición en Cannes en la 'Quincena de realizadores'.
Lo que se dice:
El film del catalán Jaime Rosales ha sido bien recibida por la prensa de los principales periódicos del país, en muchos casos con matices. Carlos Boyero, que se encuentra entre los escépticos,afirma que el cineasta catalán recibe constantemente gran cariño de los organizadores del festival de Cannes, aunque nunca han seleccionado sus películas para la sección oficial, se le suele hacer un hueco en otras paralelas. De Petra dice que su realizador "se preocupa por crear estética con su cámara, rodando planos muy largos, sin ningún corte, invirtiendo los tiempos en los que transcurre la truculenta historia" (...) en el desarrollo del film "van a ocurrir todo tipo de cosas trágicas, indeseadas verdades y mentiras oportunistas, una relación que ignora ser incestuosa, venganza aplazada, suicidio, asesinato y finalmente la esperanza representada en una vida nueva, en un poco de luz redimiendo la sordidez anterior."*
Luís Martínez nos proporciona la interpretación filosófica a que nos tiene acostumbrados, que enlaza bien con las inclinaciones de amplios sectores de espectadores, y reproduce una reflexión del cineasta que define a Rosales a la perfección, y que hemos podido comprobar en la sesión de cine-club en la que establecimos un diálogo con él y que reconozco que me sorprendió: En su libro 'El lápiz y la cámara', Jaime Rosales reflexiona sobre su oficio. Lo hace con dramatismo, pero sin pausa. No es sólo una explicación de su ideario como cineasta, que también, sino que el texto aspira a convertir cada uno de los aforismos, reflexiones o apuntes que lo informan en manifiesto de vida, en declaración ética. Incluso política. "Antes que ideológica", dice, "la resistencia tiene que ser estética" (...) Petra es, según Luís Martínez "Manifiesto de cine y de vida." **
Andrea G.Bermejo pone el acento en el foreground del film, las relaciones entre los personajes en esta tragedia de malentendidos con un happy end o 'final Disney' como lo califica el autor, una intención muy alejada de los terribles textos clásicos grecolatinos en los que no había lugar para la piedad. La crítica afirma que: "Su bosquejo de la burguesía catalana resulta muy interesante –¿por qué el cine español habla tan poco de los ricos?–, sobre todo gracias a ese personaje eterno que es Jaume, el artista villano que podría ser el padre de Petra y, por el que ella, con el fin de conocerlo, se hace pasar por una aprendiz."***
Oti Rodriguez Marchante se interesa también no sólo por el fondo sino por la forma de construir y estructurar el relato muy diferente a la que se impone en el cine español y más cercana a otros autores europeos: "El drama de Petra lo recoge la cámara de Rosales como a hurtadillas (esa entrada en la casa de la familia) y la lluvia de elementos que lo provocan, vejaciones, suicidios, crimen, revelaciones inconfesables pero confesas…, están colocados ante la cámara (o fuera de ella, pues Rosales invoca el fuera de campo de forma sibilina, intrigante) para que estallen acompasadamente dentro de esa quebrada estructura narrativa." ****
Sergi Sánchez también insiste en la forma, el aspecto, quizá, más interesante del film, del que luego hablaremos, que convierte la película de Rosales en una rara avis, aparentemente matizada por alguna más que posible precisión de su autor: " (...) en ella sigue experimentando con dispositivos (movimientos laterales de la cámara, que prolongan la duración de una escena mientras el corazón de esta sigue latiendo fuera de campo; una estructura capitular y discontinua, que desmonta sin descanso las expectativas que genera un relato jugando con su previsibilidad) que se interrogan, indirectamente, sobre qué sentido tiene narrar una historia, cuál es la responsabilidad moral del cineasta a la hora de decidir sus derivas. No es casual que, en el epicentro del film, haya un demiurgo que mueve los hilos, un dios perverso..." *****
Crítica del blog:
Algunos tuvimos el privilegio de asistir a un pase del film, previo a su estreno, con la presencia de Jaime Rosales, en la que pudimos incidir (plural mayestático) en lo que más nos interesaba: el lenguaje audiovisual con el que Rosales construye su discurso, una deconstrucción radical de los espacios, hacia los que la cámara que maneja Hélène Louvart guía a los espectadores, precedidos por lo que intuimos su steadicam, y quizá, en alguna ocasión, alguna cámara flotante, en la práctica de un ejercicio de estilo en el que Rosales delega en su equipo, al que sugiere la poética de las imágenes que intenta crear, que en el film responden, según sus propias declaraciones, a la mirada de un ángel que se limita a observar las acciones y reacciones de unos personajes que siguen sus reflexiones y a los que se anticipan y dejan pasar mientras éstos dialogan en un fuera de campo de unos planos interminables.
Queremos creer, porque no solo lo hemos escuchado, sino hemos recurrido a otros materiales en los que Rosales se expresa, que no estamos ante un caso de falsa modestia, sino ante una auténtica colaboración entre todos los miembros del equipo, que sin embargo parecen obedecer a un deus ex machina que no solo deja hacer a los fotógrafos, sino a los montadores que deciden la estructura del film y su edición caracterizada por la reiteración de la presentación de espacios vacíos, cuya fragmentación implica al espectador y no solo lo obliga a hacer un esfuerzo por entender hacia dónde lo quieren llevar, sino a preguntarse por la decisión de renunciar al cut and paste como sujeto de la enunciación, de una forma tan repetitiva que marca necesariamente el estilo de un director que delega en su equipo, según su propia confesión en múltiples medios. Una forma de hacer que nos parece muy interesante.
A ello se añade, en relación al foreground representado por los personajes, la reflexión frente a "la dualidad (del espectador) de sentirse protegido al saber que cuanto acontece ante tus ojos no es real (...) y al tiempo, inmune al flujo sensorial de las imágenes, de las que se siente copartícipe,y le permiten olvidar que, habitualmente, su mirada está dirigida por un discurso..." Pero el espectador sólo conoce esta circunstancia si es "capaz de conectar los relatos a nivel experiencial", porque es,precisamente, en la confluencia entre la experiencia y espectáculo ficcional donde de construye el discurso final...", ******con el resultado de una diégesis que adquiere diferentes significados para cada espectador. Había quien estaba preocupado por la resolución del conflicto con personajes que hubieran podido tomar un camino diferente en función de su desarrollo psicológico, e incluso se detecta alguna laguna que permite crear dudas respecto al desenlace.
Rosales parece querer cuestionar el papel de la música como elemento narrativo en el cine norteamericano, aunque el score de su película, compuesto por Kristian Eidnes Andersen, tiene ciertas resonancias sacras, en un film en el que, según confesión del director, que se declara creyente, los planos largos equivaldrían a planos subjetivos en los que un ángel contempla la evolución del conflicto sentimental, moral e incluso ideológico de unos personajes, sin mediar en él. Una constatación que no está exenta de contradicciones en quien crea un personaje que se suicida porque no puede soportar la idea de que ha cometido un gravísimo pecado de incesto, mortal para las creencias cristianas. Menos para las paganas, aunque no parezca ser aceptado el argumento.
Un título que invita a estas reflexiones y algunas más, debe ser tenido en cuenta.
* Estilo propio, historia truculenta. Diario 'El País', Rosales se preocupa por crear estética con su cámara, rodando planos muy largos, sin ningún corte. Diario 'El País', 11 de mayo de 2018.
** La tragedia griega según la mejor versión de Jaime Rosales. Diario 'El Mundo' , Diario 'El Mundo, 10 de mayo de 2018
*** Petra. Cinemanía, 10 de octubre de 2018
***** Petra. Fotogramas, 15 de octubre de 2018
****** El espectador frente a la pantalla: Percepción, identificación y mirada. Francisco Javier Gómez Tarín. Dpto. Teoría de los Lenguajes. Universidad de Valencia.
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