Lucky. John Carroll Lynch


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UNA PROFUNDA REFLEXIÓN PREMONITORIA: EL ÚLTIMO TRABAJO DE
HARRY DEAN STANTON



En Lucky, al que en todo momento identificamos con Harry Dean Stanton, se da la asociación entre los actores y sus personajes en la conciencia del espectador, que defendió Ortega y Gasset en 'El espectador y el lenguaje' , y que se torna intensa en este relato en el que el actor representa el alter ego del protagonista gracias al paralelismo existente entre ambos que descansa en el momento crucial en que se encuentran ambos, superados los noventa años; su vida discurre sin sobresaltos mientras camina hacia su fin. Un actor que nos hizo temblar en películas como 'Paris,Texas', (Wim Wenders, 1984), en el que un hombre no acepta la separación de su mujer y la encuentra en un salón erótico, o The Straight Story (David Lynch, 1999) una ficción en la que representa el papel de Lyle, el hermano de Alvin, enfermo de cáncer, con el que no hablaba desde hacía más de diez años.  El relato, basado en un hecho real, narra la vida de un anciano de 73 años, que viajó desde Laurens, Iowa, a Mt.Zion, Wisconsin, montado en una segadora John Deere, un viaje en el que consumió seis semanas, apoyado por la gente que encontraba en su camino; una road movie crepuscular, si la podemos llamar así. Dos películas en las que el viejo actor puede exhibir toda su humanidad y bonhomía e insuflar al espectador la calma y tranquilidad inherente a quien sabe que está cerca de la muerte y no lo puede evitar, aunque tenga miedo.





El hijo de David Lynch, John Carroll Lynch, construye una reflexión profunda, sosegada, en torno al mayor demonio que acompaña al hombre durante toda su vida: la muerte, desde la perspectiva de quien cree más en la definición de realidad de un diccionario que en el mundo sobrenatural que le prometen los que anuncian la existencia del más allá, y que no pierde un minuto de lo que le queda de vida planteándose la idea de la existencia de un dios. De su armario cuelgan tres pantalones iguales de color verde , y tres camisas a cuadros de tonos marrón-rosado parejas, El amanecer y el atardecer, que iluminan con diferente intensidad el paisaje árido y las leves colinas que rodean su modesto hogar funcionan como conectores de secuencias en las que vemos a un hombre tranquilo que, atrapado en el tiempo, hace cada mañana los ejercicios que lo mantienen en forma dentro de su delgadez, acude al bar donde se reúnen sus amigos y conocidos y vuelve a pernoctar a casa. Intenta introducir un poco de emoción en su vida, advertido por su médico de que goza de una salud de hierro, y si bien el destino no le ha deparado una fea enfermedad, más pronto que tarde va a morir, una evidencia que no altera, al menos en apariencia, a un hombre como Lucky.






Busca romper la monotonía con pequeños placeres, -cantar en una fiesta mejicana, fumar, beber su bloody-Mary...- que espera que harán más agradable su espera, el momento de realizar el tránsito hacia la nada. Una narración sencilla, amable, que produce empatía en el espectador que acepta con serenidad, cuando ha llegado a cierta edad, que el hombre es mortal, que su vida tiene un límite, y que lo mejor que le puede ocurrir cada día es que, después de pasar la noche tumbado en su cama, dormido profundamente o en vela, se levante al día siguiente, cuando el sol inunde su casa, pueda hacer sus ejercicios y reunirse con sus amigos, para poder volver al anochecer de nuevo a su casa. Nada puede ser más relajante y tranquilizador y nadie puede transmitir mejor esa emoción convertida en sentimiento que Harry Dean-Stanton, quien ha confesado a una joven amiga que, a pesar de todo, 'tiene miedo'; el actor murió dos semanas antes del estreno comercial del film .*




Se ha hablado de western crepuscular, aunque de la época de la marcha hacia el oeste de los pioneros, la búsqueda del dorado, la llegada de los primeros colonos y el ferrocarril, sólo quedan las botas y el sombrero, que señalan al hombre de 94 años, que ha sido testigo de hechos trascendentes para su país, afincado en un espacio que muchos consideran esencial, un paisaje que marca su existencia, si bien en su zona de confort, en la que se siente vivo, rodeado de amigos y conocidos, hace tiempo que penetró el capitalismo actual y salvaje que ha convertido a los viejos cowboys en vendedores de seguros, comerciantes y algún terrateniente, al que abandonan hasta sus tortugas. John Carroll Lynch reserva un papel testimonial a su padre David Lynch en el círculo retringido de Lucky.



* El 'cowboy' existencial. Diario 'ElPaís, 2 de mayo de 2018

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