Promesa al amanecer. Crítica.
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Me he agotado hasta el fondo (Romain Gary)
Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice, cartel y fotografías (Pinchad aquí)
Crítica:
'Me he agotado hasta el fondo". Con estas palabras se despedía de nuestro mundo quien había vivido intensamente una doble vida: aquella inspirada por Nina (Charlotte Gainsbourg), su madre, una mujer no cualquiera, una judía rusa que había atravesado Europa, desde Wilno (Lituania) hasta Niza (Francia) con un maleta, un cofre con los objetos de plata de escaso valor y su hijo Roman Kazew, interpretado por Pierre Niney en su edad adulta. Cuando se convirtió en un hombre entendió que "no se puede querer demasiado a una persona, aunque sea tu propia madre"; la otra, la que él pueda decidir sin influencias ajenas, y que no fue precisamente afortunada. De mujer en mujer, se casó con una escritora Lesley Blanch (Catherine McCormack), a la que abandonó, tras un penoso proceso de divorcio, para casarse con Jean Seberg,(en un tiempo afortunadamente extradiegético) que lo hizo descender a los infiernos, tras darle a su único hijo, Diego. Hay quien dice que la literatura y la vida de Gary encierran una buena parte de la tragedia del siglo XX.
Resulta verdaderamente penoso que un hombre de la altura intelectual de Romain Kazew (alias Romain Gary), cuyo biopic ha despertado el interés, en pleno mes de agosto, de un millón de franceses, pueda pasar desapercibido por nuestras pantallas, y que los comentarios más frecuentes de críticos y los escasos espectadores que concurren en la sala de proyección, sean que la película es demasiado larga y se toma demasiadas licencias respecto a la novela de Romain. En realidad 'Promesa al amanecer' no es una biografía al uso, sino una reconstrucción de la vida de un hombre poco corriente con los fragmentos extraídos de diferentes fuentes y en especial de su libro 'La promesa del alba', en el que narra su infancia en Rusia y en Polonia, y más tarde en Francia, que nos ofrece el retrato de una valiente inmigrante que obliga a su hijo a resolver el dilema interior entre satisfacer su propio deseo o actuar de forma que no frustre las expectativas de una madre absorbente que lo dio todo por él y lo empujó a salir de la mediocridad reinante a su alrededor. Una mujer tan singular que provocaba el chiste y la risa de quienes se escondían bajo el caparazón del resentimiento.
El resultado fue un individuo insumiso y rebelde que cumplió con generosidad las expectativas de una madre, que no lo quiso ni vencido ni recluido en un campo de concentración, sino triunfador. Y así fue en lo profesional: ganó dos premios Goncourt de literatura, hizo carrera diplomática y recibió varias condecoraciones por su valentía, entre ellas la medalla de la 'Legión de Honor' francesa, impuesta por Degaulle; publicó un gran número de libros, y realizó guiones cinematográficos, entre ellos el de 'El día más largo (1962), película dirigida por Ken Annakin y Andrei Marton; varias de sus novelas fueron adaptadas al cine, -Les Racines du ciel (John Huston, 1958);'White Dog' (Sam Fuller, 1968); Lady L (Peter Ustinov, 1965); Claire Defemme, Costa Gavras, 1977; White Dog (Sam Fuller, 1982)-. El propio Gary dirigió dos películas, que protagonizó Jean Seberg: Kill, 1971 y Les oiseaux vont mourir au Peróu (1968).
En 1945 publicó su primera novela, 'Educación europea', un episodio de su vida que cobra especial dimensión en el film. En un tiempo que excede al del relato cinematográfico fue el único escritor francés que recibió dos veces el premio Goncourt. La primera en 1956 por 'Racines du ciel', y la segunda por 'La vie davant soi', escrita bajo el seudónimo de Emile Ajar, en en una maniobra que puso en el ridículo más espantoso a una crítica literaria que no se pudo vengar de quien no mucho más tarde se quitó la vida. El hijo del primo de Gary, Paul Pavlowitch, se hizo pasar por el autor por un tiempo, hasta que el escritor en su libro póstumo Vie et mort d'Émile Ajar desveló su autorí
Joaquín Leguina nos cuenta cómo se vengó Roman de aquellos que lo tacharon como un 'romántico pasado de moda', influidos por el canon del nouveau roman de Robbe-Grillet, y se entregaron a lo nuevo que representaba el tal Emile Ajar ('La soledad de una serpiente pitón en París'). No es que Gary fuera un aventurero, pero su vida fue toda una aventura, concluye Leguina*. Un artículo que recomendamos para entender la envergadura del envite.
Como suele ocurrir, y en contra de lo que ahora se defiende públicamente, los proyectos intelectuales o de cualquier otro tipo que emprende el hombre necesitan su tiempo, y, si uno de los propósitos de Romain era conseguir algo de aquello a lo que su madre lo empujó, ya fuera en el ámbito literario, diplomático o militar, mientras ella estuviera viva no lo pudo conseguir. Muchos padres mueren sin ver los frutos por los que han sacrificado parte de sus vidas en pro de sus hijos, algo que da mucha risa a quien nace con un pan bajo el brazo. La vida, como demuestra Eric Barbier desde la primera secuencia, se la ha de currar cada uno individualmente; cuando Roman se enamora de una niña por primera vez, se encuentra con una tirana que hace comer a 'sus pretendientes' caracoles crudos en un cementerio, y tierra de la que cubre las tumbas. Y todos, sin excepción, participan en esta cruel competición. Era una primicia de lo que le esperaba a quien no sabía que en la calle hace frío, y confirma algo que me dijo en cierta ocasión un ser muy querido para mí: la familia y la escuela forman a la mitad de un individuo, la otra lo hace la calle. En la primera, la de la competencia formal, ganó el niño judío errante, (y por goleada), que viajaba con su madre llevando en una maleta y un baúl todas sus pertenencias; en la calle libró un duro combate que lo derrotó y le hizo decir en su despedida del mundo de los vivos que se había agotado hasta el fondo. Su madre hacía muchos años que había muerto, y no pudo ver a su hijo convertido en Consul General de Francia en 'Los Ángeles',
Un relato que debía haber despertado el interés de un país, como el nuestro, en el que este hombre fue olvidado durante décadas, nos muestra una crítica que no parece haber entendido que el texto es sobre todo un homenaje a una madre de la que Alberto Bermejo dice que: la historia " recompone en flashbacks la especialísima relación del autor con una madre excesiva, controladora y grandilocuente, que le arrastra de Polonia a Francia inoculándole sueños de grandeza como artista y como luchador por la libertad."¿¿?? Más adelante añade que es "un canto paradójico sobre las huellas y las consecuencias del amor maternal" (del paternal no dice nada); Roman hace comprender algo al médico que la cuida: Nina es la madre de todos. No nos queda claro si el crítico la alaba o la destruye. Guy Lodge**, aunque pone algún reparo, insiste en que el film no es, bajo ningún concepto, un fracaso, y se acerca más al espíritu episódico y errante del libro que la versión de Dassin, aunque fuera de Francia puede tener dificultades de comercialización. Sobe todo si tenemos en cuenta que en vísperas de la Segunda Guerra Mundial eran pocas las mujeres con los arreos suficientes para arrastrar a su hijo por toda Europa (desde Lituania hasta Niza), con sus escasas pertenencias e insuflarle la idea de que puede alcanzar lo que se proponga, algo que debe sentar bastante mal a quien no pueden elevarse un centímetro del suelo.
Charlotte Gainsbourg y Pierre Niney (Yves Saint-Laurent, (Jaili Lespert, 2014; Frantz, François Ozon, 2016), consiguen hacerse creíbles para el público, especialmente con una actriz tan peculiar que, no adaptándose en absoluto a los cánones de belleza occidentales, ha sido durante mucho tiempo una sex-symbol y la musa de directores como Lars Von Trier. Ahora la vemos convertida en una madre, a ratos histriónica, que tiene la capacidad de vestir a mujeres de clase alta que no pagan sus facturas, un robo que realizan por una sencilla razón: porque pueden.Boyd van Oeij dice del trabajo de los actores que : "Al igual que Gainsbourg, Niney es un actor versátil y alguien que es igualmente creíble como un sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial atormentado por la culpa , un famoso diseñador de alta costura o un pretendiente resbaladizo convertido en delincuente -" ***
Una película que hay que ver.
* Joaquín Leguina. Romain Gary y la crítica literaria. www.revistadelibros.com
**Reseña del Festival de Busan : 'Promise at Dawn'.
*** Reseña de 'Promise at Dawn'. The Hollywood Reporter, 1 de mayo de 2018
En 1945 publicó su primera novela, 'Educación europea', un episodio de su vida que cobra especial dimensión en el film. En un tiempo que excede al del relato cinematográfico fue el único escritor francés que recibió dos veces el premio Goncourt. La primera en 1956 por 'Racines du ciel', y la segunda por 'La vie davant soi', escrita bajo el seudónimo de Emile Ajar, en en una maniobra que puso en el ridículo más espantoso a una crítica literaria que no se pudo vengar de quien no mucho más tarde se quitó la vida. El hijo del primo de Gary, Paul Pavlowitch, se hizo pasar por el autor por un tiempo, hasta que el escritor en su libro póstumo Vie et mort d'Émile Ajar desveló su autorí
Joaquín Leguina nos cuenta cómo se vengó Roman de aquellos que lo tacharon como un 'romántico pasado de moda', influidos por el canon del nouveau roman de Robbe-Grillet, y se entregaron a lo nuevo que representaba el tal Emile Ajar ('La soledad de una serpiente pitón en París'). No es que Gary fuera un aventurero, pero su vida fue toda una aventura, concluye Leguina*. Un artículo que recomendamos para entender la envergadura del envite.
Como suele ocurrir, y en contra de lo que ahora se defiende públicamente, los proyectos intelectuales o de cualquier otro tipo que emprende el hombre necesitan su tiempo, y, si uno de los propósitos de Romain era conseguir algo de aquello a lo que su madre lo empujó, ya fuera en el ámbito literario, diplomático o militar, mientras ella estuviera viva no lo pudo conseguir. Muchos padres mueren sin ver los frutos por los que han sacrificado parte de sus vidas en pro de sus hijos, algo que da mucha risa a quien nace con un pan bajo el brazo. La vida, como demuestra Eric Barbier desde la primera secuencia, se la ha de currar cada uno individualmente; cuando Roman se enamora de una niña por primera vez, se encuentra con una tirana que hace comer a 'sus pretendientes' caracoles crudos en un cementerio, y tierra de la que cubre las tumbas. Y todos, sin excepción, participan en esta cruel competición. Era una primicia de lo que le esperaba a quien no sabía que en la calle hace frío, y confirma algo que me dijo en cierta ocasión un ser muy querido para mí: la familia y la escuela forman a la mitad de un individuo, la otra lo hace la calle. En la primera, la de la competencia formal, ganó el niño judío errante, (y por goleada), que viajaba con su madre llevando en una maleta y un baúl todas sus pertenencias; en la calle libró un duro combate que lo derrotó y le hizo decir en su despedida del mundo de los vivos que se había agotado hasta el fondo. Su madre hacía muchos años que había muerto, y no pudo ver a su hijo convertido en Consul General de Francia en 'Los Ángeles',
Un relato que debía haber despertado el interés de un país, como el nuestro, en el que este hombre fue olvidado durante décadas, nos muestra una crítica que no parece haber entendido que el texto es sobre todo un homenaje a una madre de la que Alberto Bermejo dice que: la historia " recompone en flashbacks la especialísima relación del autor con una madre excesiva, controladora y grandilocuente, que le arrastra de Polonia a Francia inoculándole sueños de grandeza como artista y como luchador por la libertad."¿¿?? Más adelante añade que es "un canto paradójico sobre las huellas y las consecuencias del amor maternal" (del paternal no dice nada); Roman hace comprender algo al médico que la cuida: Nina es la madre de todos. No nos queda claro si el crítico la alaba o la destruye. Guy Lodge**, aunque pone algún reparo, insiste en que el film no es, bajo ningún concepto, un fracaso, y se acerca más al espíritu episódico y errante del libro que la versión de Dassin, aunque fuera de Francia puede tener dificultades de comercialización. Sobe todo si tenemos en cuenta que en vísperas de la Segunda Guerra Mundial eran pocas las mujeres con los arreos suficientes para arrastrar a su hijo por toda Europa (desde Lituania hasta Niza), con sus escasas pertenencias e insuflarle la idea de que puede alcanzar lo que se proponga, algo que debe sentar bastante mal a quien no pueden elevarse un centímetro del suelo.
Charlotte Gainsbourg y Pierre Niney (Yves Saint-Laurent, (Jaili Lespert, 2014; Frantz, François Ozon, 2016), consiguen hacerse creíbles para el público, especialmente con una actriz tan peculiar que, no adaptándose en absoluto a los cánones de belleza occidentales, ha sido durante mucho tiempo una sex-symbol y la musa de directores como Lars Von Trier. Ahora la vemos convertida en una madre, a ratos histriónica, que tiene la capacidad de vestir a mujeres de clase alta que no pagan sus facturas, un robo que realizan por una sencilla razón: porque pueden.Boyd van Oeij dice del trabajo de los actores que : "Al igual que Gainsbourg, Niney es un actor versátil y alguien que es igualmente creíble como un sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial atormentado por la culpa , un famoso diseñador de alta costura o un pretendiente resbaladizo convertido en delincuente -" ***
Una película que hay que ver.
* Joaquín Leguina. Romain Gary y la crítica literaria. www.revistadelibros.com
**Reseña del Festival de Busan : 'Promise at Dawn'.
*** Reseña de 'Promise at Dawn'. The Hollywood Reporter, 1 de mayo de 2018
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