Heartstone, corazones de piedra. Crítica
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LA SOLEDAD DEL CORREDOR DEL FONDO: NACEMOS SOLOS, MORIMOS SOLOS Y CAMINAMOS POR LA VIDA SOLITARIOS
Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice, fotografías y cartel (Pinchad aquí)
La opera prima del islandés Guðmundur Arnar Guðmundsson, un director, guionista y productor, nacido hace 36 años en Rejkyavik, ha levantado ampollas. Este joven ha conseguido en su corta carrera, no sólo ganar el Leon Queer (The Lion Award) que otorga el Festival de Venecia desde 2007 a la 'Mejor película de temas homosexuales y cultura queer', sino que las mejores plumas se hayan esmerado para escribir, dentro de los límites que impone una crítica cinematográfica, una reseña a la altura de su propuesta. Jordi Costa, en uno de los mejores artículos que le he leído últimamente*, compara 'Hjartasteinn' con 'Call Me By Your Name' de Luca Guadagnino, un ejercicio indispensable que casi se impone desde las primeras secuencias del film del islandés.
Guðmundur Arnar Guðmundsson,
El italiano pone su foco en una relación transgénero, según terminología del sociólogo y sexólogo alemán Volkmar Sigusch, un relato en el que lo que importa es la relación que se establece entre el hijo de un profesor universitario y un estudiante de posgrado, que actúa como su ayudante, y que acude a la noble y señorial villa italiana donde el maestro pasa el verano con su familia. Una historia de 'amor y lujo', como las que reclaman ciertos sectores de edad avanzada asiduos a las salas de proyección de los centros de las ciudades, aunque el horno está cada vez para menos bollos; un relato que se eleva al Parnaso, se mece en la Arcadia feliz, en comunión con la naturaleza y el arte de quienes les precedieron, mientras reina la canícula. Cuando se cierra este paréntesis, cada uno vuelve, superados los traumas, a su cotidianidad.
El discurso del islandés, como en otros tiempos el de Bergman, del que ahora ha desaparecido dios, no nos permite elevarnos del suelo. Los espectadores, instalados en una naturaleza bien diferente de la que representa Guadagnino, un territorio de temperaturas extremas en el que la población sobrevive gracias a una economía de subsistencia, comiendo de lo que pesca y de una ganadería pobre y primitiva, frecuentemente atacada por lobos o perros salvajes, siente que el medio se erige amenazante, mostrando la soledad del hombre; una secuencia bellísima, limpia, minimal, nos muestra al joven Christian metiéndose en el agua de lo que parece un gran lago, recortando su figura sobre una hierba verde limitada por un cielo límpido y azul. Cuando se aleja la cámara vemos que lo que parecía un lago inmenso y amenazante, era apenas algo más que un charco de grandes dimensiones; la magia del cine ha engañado a nuestros sentidos.
La pareja de Oliver y Elio está formada por un joven de 17 años, con unos padres lo suficientemente cultos para darle autononomía en la toma de sus decisiones personales, y un hombre algo más mayor, también joven, ayudante americano de su padre, también joven y atractivo; Thor y Christian son dos adolescentes que empiezan a sentir el placer del roce de los cuerpos, dos amigos desde la más tierna infancia, que han crecido en un mundo en el que todos van contra todos, y especialmente contra el que parece mostrar alguna característica que lo diferencia de los demás. La madre de Thor es tratada de puta, por sus propias hijas, que además pintan un cuadro divertido de los dos chicos sugiriendo su homosexualidad, un acción que tendrá terribles consecuencias; los gay son expulsados de una comunidad hipócrita que en sus bailes, vetados a los menores, se explayan más y mejor que los personajes de Dirty Dancing. A los chicos se les exige que realicen actividades de mucho riesgo que refuercen su virilidad, y que provocan un gran número de muertes en el mundo, una práctica que en la historia islandesa provoca la admiración de unas adolescentes que caminan cogidas del brazo o de la mano, sin que ello levante sospechas, una circunstancia que Thor le reprocha a Beta, cuando ella desliza de forma maligna la condición homosexual de Christian. Ángel López escribió una 'Gramática Femenina' que nos permite orientarnos a través del lenguaje no verbal que emplea Guðmundur Arnar Guðmundsson en su película.
Bienvenidos al mundo real, nada transversal, en el que los conflictos que plantea Guðmundsson no se podrían dar jamas en el universo que crea Luca Guadagnino, cuya película se siente como una feel good movie, nada trágica, más allá del dolor que provoca el desamor, en un momento en el que muchas familias, con un alto porcentaje de conservadoras, conocen de muy cerca el hecho del transgénero (Volkmar), y han visto casarse a hijas e hijos que han formado matrimonios homosexuales, un hecho que no está exento de polémica, ya que, de acuerdo con el criterio de más de una teórica feminista, crea otra dualidad: la de los que están dentro de la ley y la de los que quedan fuera. En el mundo que retrata el realizador islandés hay soluciones imposibles, como la de divorciarse, pasar una pensión y volverse a casar. Lo normal es resolver las cuestiones a golpes, poner en fuga al o la indeseable y volver a formar parejas coyunturales que conviven con los restos de la familia. Un constructo al que podríamos llamar hogares desestructurados, aunque sería más correcto denominarlo 'Pobreza', un medio en el que todos los habitantes de este distópico lugar nada imaginario sufren las tres formas de violencia que Galtung describió: estructural, cultural y directa
Un film muy recomendable.
*Una caricia en el infierno. Diario 'El País', 12 de abril de 2018
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