El Castillo de Franz Capra. Crítica.
EL CASTILLO DE FRANZ KAPRA
CINE DE AUTOR
FICHA TÉCNICA Y CRÍTICA
Ficha técnica, sinopsis, comentario, cartel y trailer (Pinchad aquí)
Crítica:
El afianzamiento del género en el cine, e incluso algunas reflexiones de los autores, están imponiendo una lectura de los textos cinematográficos desde la perspectiva de quienes hollaron en la psique humana buscando los límites entre la cordura y la locura, la realidad y la ficción, recurriendo a escritores como Poe o como Kafka, que aumentan su presencia en las reflexiones que subyacen a muchas historias que atraen poderosamente a las mentes más inquietas. En 1926 se publicó este extraño libro, 'El castillo', cuando su autor ya había muerto, dejando inconclusa la oración que pone fin a su relato, un texto que supone una reflexión oscura, realizada por una voz equisciente, intradiegética, que alterna su punto de vista con el del protagonista y que, en ocasiones, contribuye a hacer comprensible a los espectadores la perplejidad de un hombre cuya identidad no interesa y al que se designa con una sola letra del alfabeto, K, un agrimensor contratado por un castillo-fantasma (en la película no se ve, aunque el texto lo describe), para realizar un trabajo del que nadie ha oído hablar o no le interesa que se hable.
El castillo, símbolo de un poder inexpugnable, no tiene presencia visual en el film de Haneke, tan sólo se habla de él y de los cambios que experimenta su perfil, según el lugar del que se observa; se le describe como un objetivo inalcanzable, ante el que se eleva una barrera invisible levantada por la incomunicación entre las personas y la burocracia que protege y rodea al castillo, al que K, a diferencia del protagonista de 'El proceso', quiere acceder pero nunca lo consigue; La película, como el relato en el que se basa se interrumpe bruscamente , dejando al espectador más desorientado de lo que ha permanecido a lo largo de la proyección de una obra deliberadamente ininteligible; cuando el narrador calla, la historia se detiene, una evidencia más de la dificultad de penetrar en uno de los literatos más oscuros de la modernidad.
El tiempo, tratado aparentemente de forma lineal, está alterado constantemente con discretas analepsis (retrospecciones) y prolepsis (anticipaciones y prospecciones), que en el lenguaje cinematográfico encuentran sus sinónimos cinematográficos en el flashback y el flasforward, elementos narrativos de gran trascendencia en la estructura de películas de Tarantino como 'Pulp Fiction', una forma de contar que explica el presente e intenta proyecciones hacia el futuro, guiando al lector/espectador a través de los diálogos de los personajes. Haneke no hace nada para evitar que el espectador se sienta inseguro e intranquilo ante las imágenes toscas, duras, de una población que padece frío la mayor parte del año, secuestrada en habitaciones inhóspitas, grises, de paredes descarnadas, muebles desvencijados, tabernas desangeladas y gente atemorizada, que tiembla tan sólo con escuchar los nombres de los representantes del castillo. Efectos de extrañamiento constantes (vacío, indiferencia o temor inexplicables de algunos vecinos, incompetencia de las autoridades, que a cambio le ofrecen alojamiento o ponen a su disposición dos criados) obligan al espectador a plantearse qué está viendo y por qué lo está haciendo, sin entender qué convierte a los europeos en seres tan nihilistas, y en ocasiones cínicos, sin ningún deseo de abrir una puerta a la esperanza, clima en el que Michael Haneke, nacido en München (Münich), aunque de nacionalidad austriaca, se mueve como pez en el agua, haciéndonos pasar muy malos ratos con su cine. Parece que el tiempo lo va reblandeciendo, como muestra su última película, 'Happy end' que pretende ser terrible y se queda en una parodia blandengue de la clase que representa.
Los escenarios en que se desarrolla la acción son las tabernas de este pueblo inhóspito, la escuela, hogar transitorio de K y su amante ocasional Freida; fuera la calle nevada, un lugar en el que nadie puede sobrevivir, y en la que las penosas caminatas del protagonista para descubrir su incierto futuro se sienten como una pesada carga por el público. Según Gustavo Álvarez Sánchez, desde la perspectiva de Kafka, el hombre "se da cuenta de que los tentáculos del poder carecen de cuerpo único, no tiene una sola cara ni acaso una palabra, es invisible y sin embargo manifiesto."(En-claves del pensamiento).
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