Condenados. Aton Egoyan
Tremendas preguntas vuelan en el aire:¿Puede matar un padre a su hijo por celos de su madre?
Critica:
Condenados supone un gesto valiente por parte de Atom Egoyan de cuestionar una decisión judicial nada rigurosa, cuyo objetivo parecía ser contentar a la opinión pública que exige 'justicia' rápida, caiga quien caiga, y una clara denuncia de todos aquellos que añaden dolor al dolor, aquellos que tras un trágico acontecimiento no dudan en señalar con el dedo a quienes, en base a sus prejuicios consideran culpables, porque encajan con sus fantasmas, sus miedos y sus prejuicios, y no dudan en mentir, en acusar sin pruebas, de forma dolosa, que no es otra cosa que una forma de delinquir legalmente. Este atrevimiento le valió ataques como el que realiza Catherine Shoard, que si bien reconoce que el caso es complejo, -admitir esto es admitir bastante-, acusa al cineasta de intentar persuadir a su público de forma mezquina en relación con un caso extraordinario.Hoy cuando un niño de la misma edad que los protagonistas ha sido asesinado en nuestro país estamos obligados a plantearnos las mismas cuestiones.
Si bien es cierto que no se pudo desentrañar la verdad, si se consiguió crear la duda razonable de que se había producido cierta complicidad entre sectores sociales que querían 'venganza' a cualquier costa y unas autoridades policiales que, presionadas por la prensa, deseaban resolver el caso con culpables, falsos o verdaderos, sin caer en la cuenta de que cada vez que la sociedad actúa de esta manera, y se llega a un castigo irreversible como la aplicación de la pena capital, no sólo se hace un daño social irremediable, sino que se deja en libertad a los verdaderos culpables. Si esos chicos son inocentes se condena a tres familias más a perder a sus hijos. Es como si todo el mundo, dice una madre afectada, se hubiera puesto de acuerdo para hacer creer al mundo que lo hicieron esos jóvenes. Una navaja que su hijo siempre llevaba consigo, porque se la había regalado su abuelo, aparece entre las herramientas de su marido.
Egoyan cierra su película con unas notas de la investigación policial posterior a la condena, a modo de argumentos de autoridad a su favor, que afirma que "Aaron Hutcheson, el niño que le contó tantas historias extraordinarias a la policía, dice ahora que no tiene ni idea de lo que de verdad ocurrió. Su madre Vicky también se retractó de su testimonio, declarando que la policía la había amenazado y que estaba "muerta de miedo". Dos años después del juicio, la esposa de John Mark Byers fue hallada muerta en su domicilio. La causa de su muerte fue declarada "no determinada". La policía nunca entregó las muestras de cabello de Terry Hobbs recogidas en 1993 para ser analizadas. Ron Lax siguió trabajando para el equipo de defensa y, en 2006, obtuvo secretamente una muestra adicional del ADN de Terry Hobbs. En 2007, la defensa analizó la muestra de ADN obtenida por Ron Lax y un cabello cuyo ADN coincidía con el de Terry Hobbs fue hallado en una de las ataduras para atar a Michael Moore. El hombre ensangrentado del restaurante Bojangles jamás fue encontrado.Tras dieciocho años de prisión, Damien, Jason y Jessie negociaron un acuerdo excepcional con el estado de Arkansas, acogiéndose a la Doctrina Alford. Según los términos del acuerdo, fueron puestos en libertad en 2011, aunque siguen constando como delincuentes condenados. Pam Hobbs continúa su búsqueda de la verdad sobre el asesinato de su hijo."
Luís Martínez dice que no hay película, porque no hay desenlace de la historia. El problema es que no lo haya en la vida real, que copia la ficción. Atom Egoyan ha procurado evitar hacer un film en el que el lenguaje cinematográfico y su excelencia fueran los protagonistas ante unos hechos dolorosos respecto a los cuales las heridas todavía están abiertas en unas familias y una localidad.
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