The Voices. Marjane Satrapi.
Ficha técnica:
Título original: The Voices.
País: Estados Unidos.
Año: 2014.
Duración: 103 minutos.
Dirección: Marjane Satrapi.
Guión: Michael R.Perry.
Casting: Venus Kanani, Mary Vernieu
Diseño de fotografía: Maxime Alexandre.
Música: Olivier Bernet.
Edición: Stéphane Roche.
Dirección artística: Stephan Hauck.
Decoración del set: Karin Betzler.
Diseño de Vestuario: Bettina Helmi.
Responsable de peluquería: Annett Schulze.
Maquillaje efectos especiales: varios.
Productores: Roy Lee, Matthew Rodhes, Adi Shankar, Spencer Silna.
Productores ejecutivos: Christoph Fisher, Eric Greenfeld, John Powers Middleteon, Henning Molfenter, Elika Portnoy, Douglas Saylor, Jr., Cathy Schulmann, Adam C.Stone.
Diseño de producción: Udo Kramer.
Compañías productoras: Selecta Vision , 1984 Private Defense Contractors, Mandalay Vision Production, Studio Babelsberg y Vertigo Entertainment Production
Intérpretes:
Ryan Reynolds: Jerry,
Gemma Arterton: Fiona,
Anna Kendrick: Lisa,
Jacki Weaver : Dr. Warren,
Ella Smith : Alison,
Paul Chahidi : Dennis Kowalski,
Stanley Townsend :Sheriff Weinbacher,
Adi Shankar :John,
Sam Spruell : Dave
Sinopsis:
Jerry vive en su piso con la compañía de su perro Bosco y de su gato Mr. Whiskers. Hasta aquí todo parece normal, pero cuando conoce a la bella Fiona, nuestro protagonista llega a casa y no duda en contarle a sus animales de compañía elencuentro. Eidentemente, ellos contestan.
Lo que se dice:
El film pasó sin pena ni gloria por nuestro país, lo que es verdaderamente injusto pues es una pieza muy particular con una interpretación tan exquisita de Ryan Reynolds que evoca el inmenso papel que representó Anthony Perkins en Psicosis. Y ese es el tono en que se ha mantenido la crítica norteamericana, salvo raras excepciones. Estos días se puede ver esta extraña película en el videoclub de ONO.
Bojd van Hoeij (The Hollywood Reporter) la ve como un híbrido de un género salvaje y, a ratos, hilarante, en el que deslumbra el trabajo de Ryan Reynolds; Claudia Puig (USA Today) la define como bizarra, perturbadora, divertida y llena de suspense , a lo que se añade la capacidad de Satrapi de evitar resultar previsible en todos los giros; Sara Stewart (New York Post) valora el que Satrapi, apoyada en Reynolds, se mueva con facilidad entre el gore serio y lo absurdo más divertido; Lucero Solórzano ( Diario Excelsior) entiende el sentido del humor ácido y punzante de la mejor tradición de las comedias negras, que abordan la locura de un protagonista con el que como espectadores nos conectamos casi de manera inmediata, a pesar de todas sus fechorías. La mayor parte de los comentarios giran en torno a esta mezcla de serial killer con divertimento y horror, que consigue salir adelante gracias al encomiable trabajo del joven actor, pero también hay alguna crítica negativa, como la de A.O.Scott (The New York Times) para quien la autora "intenta llegar a la interesección entre terror y comedia, pero cae en un extraño valle de tediosa repugnancia".
Es evidente que Marjane Satrapi logra sorprender a su público, después de mantenerlo engañado durante una buena parte del primer tiempo. El espectador intuye que Jerry no es un chico del todo normal, que trabaja en una empresa bajo la supervisión de un psiquiatra. Su actitud infantil le resta atractivo, a pesar de ser, quizá, el chico más guapo de la plantilla, cuyos trabajadores visten un curioso mono de color rosa. Parece como si la cineasta persa mirara nuestra sociedad desde fuera, un mundo agradable, multicolor, al servicio de la publicidad y no al revés, que esconde en sus entrañas las pesadillas más tenebrosas, cosa que tampoco parece preocupar a una población acostumbrada a ver diariamente programas sobre crímenes horrorosos,presentados por las cámaras en forma de relato, mockumentarys de terror que emiten las televisiones en una franja horaria destinada a las amas de casa, con la advertencia de que nos están contando casos reales. Poco a poco iremos comprobando que la dolencia de que es tratado Jerry es más grave de lo que habíamos pensado al principio, un esquizofrénico que habla con sus animales de compañía que le dicen justo lo que él quiere oír.
De este modo Satrapi desacraliza mediante la exageración ( no se puede llenar un salón-comedor de fiambreras llenas de carne de los restos de una sola persona) el tema que está tratando, e introduce la ironía a través de unas víctimas que no parecen tales, sino que simpatizan con el chico y lo tratan mejor que cuando era un pobre joven tímido del que creían que tenían derecho a burlarse.La realizadora si nos cuenta el origen, en parte genético y en parte adquirido, de la alteración psíquica del joven Jerry, pero no se relame ni se regodea en ella, simplemente pone en antecedentes al público. El resultado es muy, pero que muy chocante, y poco esperable de la autora de 'Persépolis', una novela en la que ya hacía hincapié en el nihilismo del Berlín de la década de los 70, un relato que se adaptó al cine por ella misma en compañía de Vincent Paronnaud.
El joven asesino en serie provoca empatía porque es débil, bienpensante, y quiere ser uno más, ni más ni menos que los demás. Las chicas también son como cualquier otra de su edad, unas más enamoradizas que otras, todos ellos producto de una sociedad como la nuestra que sólo busca en las historias de asesinos en serie medirse intelectualmente con el ejecutor y ganarle la partida, sin importarle a veces demasiado las razones que inducen al individuo a comportarse de forma extraña, como le sucede a Jerry, se encierra en su casa con dos mascotas que lo entienden mejor que la 'familia' que reside fuera de su hogar, constituida por su compañeros de trabajo. Cuando lleguen los títulos de crédito finales a nadie e extrañará su carácter jocoso.
Crítíca:
Es evidente que Marjane Satrapi logra sorprender a su público, después de mantenerlo engañado durante una buena parte del primer tiempo. El espectador intuye que Jerry no es un chico del todo normal, que trabaja en una empresa bajo la supervisión de un psiquiatra. Su actitud infantil le resta atractivo, a pesar de ser, quizá, el chico más guapo de la plantilla, cuyos trabajadores visten un curioso mono de color rosa. Parece como si la cineasta persa mirara nuestra sociedad desde fuera, un mundo agradable, multicolor, al servicio de la publicidad y no al revés, que esconde en sus entrañas las pesadillas más tenebrosas, cosa que tampoco parece preocupar a una población acostumbrada a ver diariamente programas sobre crímenes horrorosos,presentados por las cámaras en forma de relato, mockumentarys de terror que emiten las televisiones en una franja horaria destinada a las amas de casa, con la advertencia de que nos están contando casos reales. Poco a poco iremos comprobando que la dolencia de que es tratado Jerry es más grave de lo que habíamos pensado al principio, un esquizofrénico que habla con sus animales de compañía que le dicen justo lo que él quiere oír.
De este modo Satrapi desacraliza mediante la exageración ( no se puede llenar un salón-comedor de fiambreras llenas de carne de los restos de una sola persona) el tema que está tratando, e introduce la ironía a través de unas víctimas que no parecen tales, sino que simpatizan con el chico y lo tratan mejor que cuando era un pobre joven tímido del que creían que tenían derecho a burlarse.La realizadora si nos cuenta el origen, en parte genético y en parte adquirido, de la alteración psíquica del joven Jerry, pero no se relame ni se regodea en ella, simplemente pone en antecedentes al público. El resultado es muy, pero que muy chocante, y poco esperable de la autora de 'Persépolis', una novela en la que ya hacía hincapié en el nihilismo del Berlín de la década de los 70, un relato que se adaptó al cine por ella misma en compañía de Vincent Paronnaud.
El joven asesino en serie provoca empatía porque es débil, bienpensante, y quiere ser uno más, ni más ni menos que los demás. Las chicas también son como cualquier otra de su edad, unas más enamoradizas que otras, todos ellos producto de una sociedad como la nuestra que sólo busca en las historias de asesinos en serie medirse intelectualmente con el ejecutor y ganarle la partida, sin importarle a veces demasiado las razones que inducen al individuo a comportarse de forma extraña, como le sucede a Jerry, se encierra en su casa con dos mascotas que lo entienden mejor que la 'familia' que reside fuera de su hogar, constituida por su compañeros de trabajo. Cuando lleguen los títulos de crédito finales a nadie e extrañará su carácter jocoso.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Deja tu comentario aquí!