Suburban Gothic. Crítica
Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice, fotografías, carteles y trailer (Pinchad aquí).
Crítica:
Estamos de nuevo ante la noche en que se celebra la Fiesta de Halloween, el 'Día de los muertos' a la americana, en la que los más jóvenes, y los que no lo son tanto, rememoran a sus antepasados a su manera, con disfraces terroríficos, (no para espantar a los espíritus sino para pasarlo bien ) mientras que los padres de muchos de ellos honran a sus muertos de forma tradicional y se preparan para ir a la mañana siguiente a los cementerios y llevar flores a sus mayores. En esta ocasión hemos escogido, entre otras muchas opciones que iremos desgranando, 'Suburban Gothic', dirigida por Richard Bates Jr., que se reserva un pequeño papel en esta historia, muy similar al que desempeña en 'Excisión', un religioso pervertido y acosador de los jóvenes que le piden ayuda y solicitan su orientación, que en Suburban Gothic roza el esperpento.
Lo más notable de un film, que en ocasiones reproduce la atmósfera de la sitcom, especialmente en las secuencias filmadas en el hogar paterno, en el que residen todos los fantasmas de un cuarentón que vuelve a casa derrotado, y que ocupan de forma agobiante un padre obsesionado por el sexo y una madre que alimenta sus bajas pasiones con sus formas exuberantes y sus actitudes provocadoras, vestida y peinada como las protagonistas de las grandes series norteamericanas de la década de los 80 (Falcon Crest, Los Colby o Dinastía), es la peculiar representación de los dos jóvenes actores, Raymond (Matthew Gray Gubler) y Becca (Kat Dennings), que evoca la gestualidad y sentido del humor del cine silente, de actores cuya comicidad emana de la contención de la expresión y la forma de moverse por el precipicio sin ser consciente de ello. Richard Bates Jr. suple la más que aparente carencia de recursos con una puesta en escena en ocasiones muy peculiar, en la que, como en una casa de muñecas, se transita de un escenario a otro que permite que el espectador vaya 'simultaneando' diferentes secuencias, en las que los actores realizan acciones distintas en espacios diferentes.
El reloj no marca precisamente las 12 horas de la noche, el tiempo señalado para la aparición de los fantasmas, sino una hora de especial significación para los espíritus que solicitan la ayuda del joven Raymond, cuyas demandas se van especificando en un formato de cine mudo, filmado en blanco y negro, mientras una densa nube de humo negro orientan al chico y su antigua alumna de instituto. El final es tan bizarro, coherente con el planteamiento y el desarrollo visual de la historia , como cabía esperar, superando la locura de Excisión con una puesta en escena bien diferente, de la que está ausente el derramamiento de sangre.
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