Shark Shock (2017). Griff Furst.









ALGÚN DÍA APRENDERÁS A NO SUBESTIMAR EL INGENIO DE LOS PALETOS


Ficha técnica:


Título original: Shark Shock.
País: Estados Unidos.
Año: 2017.
Duración: 81 minutos.
Género: Terror, comedia.

Dirección: Griff Furst.
Guión: Griff Furst, Nathan Furst, Marcy Holland, Matt Muschamp, Xander Wolfe.
Casting: Brent Caballero.
Director de Fotografía: Mark Rutledge.
Música: Andrew Morgan Smith.
Editor: Stepehn Pfeil.

Productores: Isaiah Laborde, Angela Furst, Stephen Furst, Som Kohanzadeh, David Pougatsch.
Productores ejecutivos: Kevin Lamb, Daniel March, Miguel Sandoval, Richard Brown.
Diseño de producción: Matt Mysing.
Compañía: Louisiana Entertainment. Ver en la cadena SYFY


Intérpretes:


Thomas Ian Nicholas: Rob,
Sophie Howell Barbara Wire,
David Kallaway: Swayze,
Lulu Jovovich: Jolene,
Clint James: Rufus 'El Cowboy',,
Ritchie Montgomery: Tío Jeff,
Elise Berggreen: Daisy,
...

Sinopsis:



Un hombre de negocios con una siniestra personalidad intenta expulsar a un campamento de caravanas de sus tierras. Con este objetivo decide reventar una presa provocando una inundación que hace que un peligroso tiburón suba rio arriba.



Comentario:


Este ha sido el verano de los tiburones y lo cierto es que este subgénero da mucho de sí y cumple como pocos uno de los objetivos del cine: entretener y divertir al espectador. Todos los personajes son cutres, pero se dividen de forma maniquea en buenos y malos, aunque son todos dignos representantes de la white trash americana, constituida por paletos, gamberros, mugrientos y con apariencia de miserables, pero también por estudiantes universitarios rebeldes -'el club de los desgraciados' los llama uno que se considera un desclasado, pero es igual de descamisado que ellos-, a pesar de que todos están integrados en la sociedad del conocimiento y se desplazan en motos acuáticas, quads, canoas con motor y otros vehículos representantes de la modernidad. Sirviéndose de una estética propia de los 70, texturas toscas y un tratamiento del color deficiente, realizado con pocos recursos y poco atractivo se representa a la white trash americana, tanto a los arquetipos más hippis, como a los  rednecks, más protegidos económicamente. Pero si algo debe ser el colmo de los que están contra el blockbuster es la mediocridad de los efectos especiales y los tiburones crueles que simbolizan a los especuladores sin escrúpulos que no dudan en cargarse el planeta.


Los rednecks actúan aunque la consecuencia de sus acciones sea la de volver al paleolítico y abandonar el progreso; más paletos que los campistas, muchos de los cuales han ido a la Universidad, están dispuestos a eliminar, a cualquier precio una zona de acampada libre en sus tierras, aunque esto suponga modificar a los tiburones y aumentar su peligrosidad. Una película de culto que pocos conocen, un bicho raro que se busca en el mercado por los cinéfilos adictos a estos productos bizarros y únicos. Estos días se emite en el videoclub de ONO.




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