Primavera en Normandía. Comentario.




Ficha técnica, sinopsis, críticas, cartel y trailer. (Pinchad aquí)


Comentario: 



CON UN SOLO GESTO VOLARON VARIOS AÑOS DE TRANQUILIDAD SEXUAL



Anne Fontaine


La mirada que dirige Anne Fontaine, cineasta franco-luxemburguesa,  a la actriz Gemma Arterton centra todo el discurso y es muy, pero que muy diferente a la de Lone Scherfig en 'Su mejor historia', una película que acaba de estrenarse en España. Pocas veces se han filmado unas imágenes tan cargadas de erotismo, tan sensuales como las de Gemma Bovery amasando la harina para hacer un pan, digna del embelesamiento masculino ante el cuerpo de una mujer, dotada, quizá, ( dicho con rubor y pidiendo perdón a los que babean mirándola), de un cuerpo demasiado grande, por mucho que intente disimularlo torciendo los pies como hacen las chicas que se fotografían para Instagram, que le restan encanto femenino.  Una película que integramos en el cinema du corps, tan francés, que busca provocar sensaciones que deriven en emociones y transgredir las convenciones, dotando a la mujer de tobelookedatnes, una cualidad que provoca el deseo de ser mirada, de la que carece el hombre, que se transforma en un empeño imposible con Fabrize Luchini. Un contraste que provoca el voyeurismo masculino y rinde a sus pies a los críticos.

Martine Beugnet describe este cine de este modo: "  Ya sea que se reúnan con otro cuerpo en el mundo a través del espacio compartido y de la carne del deseo, o siendo apartados de los demás por circunstancias personales y sociopolíticas, los cuerpos - sus gestos, mordeduras y besos, alternativamente movimientos lánguidos o energéticos, posturas, hábitos y rituales - son las mismas "cosas" y la sustancia de la experiencia cinematográfica aquí." (1) La mirada del hombre aparece firmemente dirigida hacia el deseo de ese cuerpo, remarcada, encuadrada dentro de un espejo retrovisor, mirando por una ventana...Suficiente para despertar el interés de un individuo que ronda los 50 o ya los ha superado y muestra un interés más apasionado y esclavizante que el del joven, mucho más pragmático y orientado en una dirección nada platónica. De hecho, un flashback nos muestra cómo Gemma Bovery , cuyo nombre coincide, fonéticamente, casi al 100%  con el de la heroína de Flaubert, ha sido abandonada por un novio joven y atractivo, que se va a casar con otra,  y está a punto de caer en manos de otro-desaprensivo-por-supuesto, ya que partimos de la base de que los deseos de una mujer caminan por los derroteros de siempre: ¿casarse? ¿formar una pareja?

Cualquier excusa es buena para canalizar el deseo de un hombre maduro, aunque se trate de una historia absurda que sitúa a un intelectual, un corrector de tesis doctorales para una editorial, en un pueblo de Normandía, en el que su padre tenía una panadería que le legó al morir. Una excusa para ubicarse, con todo su bagaje cultural en un pequeño pueblo de la región en la que Gustave Flaubert situó la escandalosa historia de Madame Bovary, que le ocasionó problemas con la justicia, a pesar de que el relato incluía algo más que una exhibición tentadora del cuerpo de una mujer; Anne Fontaine hace recorrer a su Gemma los mismos caminos que transitaba la protagonista de la novela en la adaptación de Claude Chabrol cuando acudía a sus encuentros con su rico amante Hervé, y construye un itinerario que orilla de modo chabacano la presencia de arsénico, por las connotaciones literarias de esta sustancia, aunque esté destinado al uso de ratones de campo. Por lo demás Pascal Nonitzer y Anne Fontaine, y su fuente de inspiración, la novelista gráfica, Possy Simmonds, siguen el relato de Flaubert, rozando, en la adaptación cinematográfica, en diversas ocasiones el ridículo más espantoso, especialmente en casa de Hervé de Bressigny o en la Catedral de Ruán, en las que Gemma aparece idealizada, mirada de lejos vestida al modo en que lo hacían las mujeres de la segunda mitad del siglo XIX, heroinas trágicas de  novelas realistas, que se inspiraban en personajes épicos, naturalistas y, en cierta medida,  mágicos. Más el final del relato tiene mucho más que ver con el siglo XXI, y evidencia que el sueño del 'panadero' es imposible, y sus visiones no se corresponden con la chusca realidad. Todos los hombres son culpables de la forma más burda que quepa imaginar, y Fontaine prepara un giro final que supera en hostilidad, por su patetismo, al que reservó Chabrol a la protagonista de Flaubert.

Para Jordi Costa el problema reside en la carnalidad de Gemma Arterton y en  la mirada mitómana de su protagonista masculino, Martin Joubert, "intelectual reciclado en panadero que cree ver en su nueva vecina una suerte de reencarnación del personaje flaubertiano y teme que se reitere el destino trágico de la adúltera Emma. El personaje le sienta como una segunda piel a Fabrice Luchini, que aporta un sustrato de claro patetismo a su ensoñación romántica de mediana edad. El problema está en la carnalidad de Arterton, que no ofrece la más adecuada encarnación de esa Gemma que, en las páginas de Simmonds..." (2) Una opinión muy parecida mantiene Oti Rodríguez Marchante: "Sin Gustav Flauvert y sin Fabrice Luchini esta película dirigida por Anne Fontaine no tendría tanta gracia, y sin la presencia de la actriz Gemma Arterton, no sería tan sensual. " (3) No es que haya sido muy imaginativo: la presencia de la actriz es el gancho para el espectador de una historia poco verosímil.

No tiene desperdicio y sirve de argumento de autoridad a nuestra opinión, el escrito de Jordi Batlle Caminal para quien: "El film es refinado y tan aromático como ese pan artesanal o esas copas de vino que tanto proliferan en sus imágenes (...) Una película cuyo mayor logro está en su tramo final. (4)

Tony Vall es más crítico, aunque tmbién cree que: " Es sugerente el juego de conexiones que atisbamos en las intenciones de la directora, pero no acaba de cuajar durante todo el metraje porque la obviedad reluce demasiado la mayoría de escenas de seducción y sensualidad, porque la trama posee más de caprichosa que de magnética y también porque al siempre magnífico Fabrice Luchini se le ha quedado cara y actitud de estar entrando y saliendo todo el rato del relato de En la casa." (5)

(1) Martine Beugnet. Cine y Sensación: cine francés y el arte de la transgresión por Martine Beugnet. Senses of Cinema. com.
(2) Espiando a Madame Bovary. Diario 'El País', 17 de marzo de 2016.
(3) Crítica de «Primavera en Normandía»: El pastelero de Madame Bovary, diario ABC, 10 de marzo de 2016.
(4) Jordy Batlle Caminal. Fotogramas.
(5) Primavera en Normandía. Cinemanía, 14 de marzo de 2016.


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