Una boda de ,muerte. Stephan Elliot
UN ESPECTÁCULO QUE NO DISTINGUE LA VIDA DE LA MUERTE
Ficha técnica:
Título original: A Few Best Men.
País: Australia.
Año: 2011.
Duración: 97 minutos.
Dirección: Stephan Elliot.
Guión: Dean Craig.
Casting: Christine King, c.s.a.; UK: Gary Davy, c.d.g.; US: Anne McCarthy.
Dirección de Fotografía: Stephen F.Windon, a.c.s.
Música: Guy Gross.
Editor: Sue Blainey, a.c.e.
Dirección artística: Hugh Bateup.
Decorador del set: Rebecca Cohen.
Diseño de Vestuario: Lizzy Gardiner.
Productores: Gary Hamilton, Antonia Barnard, Share Stallings, Laurence Malkin.
Productores ejecutivos: Mark lindsay, Ian Gibbins, James Atherton, James M.Vernon, Dean Craig, Josh Kesselman, Todd Fellman.
Diseño de producción: George Liddle, a.p.d.g.
Compañías: Arclight Films, Screen Australia y Quickfire Films. Parabolic Pictures y Stableway Entertainment Production, asociado con Unthank Films y Story Bridge Films, Ingenious Broadcasting y Auburn Entertainment.
Intérpretes:
Xavier Samuel: David Locking,
Kris Marshall: Tom,
Kevin Bishop: Graham,
Laura Brent: Mia,
Tim Draxl: Luke,
Rebel Wilson: Daphine,
Steve Le Marquand: Ray,
Jonathan Biggins: Jim,
Olivia Newton-John: Barbara.
Sinopsis:
David va a casar casarse con Mia,(hija de un rico senador australiano y de una mujer alocada y aficionada a la cocaína y el alcohol) a la que apenas conoce. Para ir a la ceremonia viaja con sus mejores amigos hasta el pueblo de la novia en el outback australiano, donde tendrá lugar la ceremonia: Luke, el padrino, que acaba de perder a su novia, el pasota Tom y Graham un hipocondriaco acomplejado.
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Críticas:
Jordi Costa no se tira al cuello de Stephan Elliot y Dean Craig y hace una crítica moderada de una película que no logra emular a la tóxica 'Un funeral de muerte' dirigida por Frank Oz: "Una boda de muerte, como subraya el título en castellano, es lo mismo aplicado a una boda con novia australiana y amigos a la deriva del sufrido novio británico. Stephan Elliott, lejos de la excentricidad de Ojos que te acechan (1999), cumple con más profesionalidad que compromiso, abusa de horrendas cortinillas de transición y logra algo parecido a la película ideal -ligera, autocombustible, olvidable- para ver en un autobús." (Caos nupcial. Diario 'El País' (Archivo), 5 de enero de 2012).
Miguel Frías, que confunde el nombre de la predecesora 'Un funeral de muerte' y lo transforma en 'Muerte en un funeral' que no es en absoluto lo mismo, hace una crítica más prejuiciosa que técnica, estética o semántica: "El humor de esta comedia típica de fiesta de casamiento es casi siempre escatológico, lo que la acerca más al infantilismo que a la transgresión. No hay, en esta apreciación, un reparo moral; sí estético y artístico. Este filme, abundante en clichés, habrá sido hecho para un público que demanda eso, pero lo cierto es que su ingenio y su delicadeza no superan en mucho al de esos tipos que se entusiasman con las despedidas de soltero." (La fiesta olvidable. Diario Clarín). El resto de las críticas se mueven entre estos dos polos.
Miguel Frías, que confunde el nombre de la predecesora 'Un funeral de muerte' y lo transforma en 'Muerte en un funeral' que no es en absoluto lo mismo, hace una crítica más prejuiciosa que técnica, estética o semántica: "El humor de esta comedia típica de fiesta de casamiento es casi siempre escatológico, lo que la acerca más al infantilismo que a la transgresión. No hay, en esta apreciación, un reparo moral; sí estético y artístico. Este filme, abundante en clichés, habrá sido hecho para un público que demanda eso, pero lo cierto es que su ingenio y su delicadeza no superan en mucho al de esos tipos que se entusiasman con las despedidas de soltero." (La fiesta olvidable. Diario Clarín). El resto de las críticas se mueven entre estos dos polos.
Comentario:
Estamos repasando todas las posibilidades de ver cine que se ofrecen a los que tienen que pasar cada invierno y cada verano en casa y ya no pueden soportar las programaciones de una televisión cada vez más casposa e inclinada a sus amos y a unos intereses espurios que no se entienden bien. Los periódicos llevan tiempo ofreciendo buenas colecciones, especialmente de comedia, cine bélico y de acción; las compañías telefónicas ofrecen con frecuencia paquetes que incorporan internet, teléfono y tivo,una tecnología que permite grabar el contenido de la televisión, pero a diferencia de los clásicos vídeos, lo hace en un disco duro que permite almacenar entre 80 y 300 horas de programación recibida a través del cable digital, transmisión satélite o la tradicional antena, y que permite parar, retroceder, o hacer avanzar las películas.y que estos días compiten con otros medios, como los periódicos, ofreciendo cine mainstream de evasión y de los mismos géneros, los más adecuados para quienes sólo buscan pasar un buen rato.
Entre las películas que el videoclub de ONO ha seleccionado se encuentra ésta, cuyo guionista, Dean Craig colabora con Stephan Elliot, repitiendo el esquema de 'Un funeral de muerte' (2007), dirigida por Frank Oz, con mucha menos fortuna, a pesar de que selecciona a algunos actores que desempeñaron un papel secundario más brillante en su predecesora, como Kris Marshall, aquel estudiante de ciencias que preparaba combinados de sustancias psicotrópicas para sus amigos y las metía en botes con etiquetas más inocuas, como la de valium. Ahora es Australia el país que decide sacar todo el jugo a una historia que hizo feliz a tanta gente y que recibió el apoyo del público y la prensa, pero al cambiar el funeral, que favorecía el desarrollo de una graciosa historia de humor negro, por un acontecimiento como una boda del que se puede extraer poca sustancia, el resultado es una cinta sin garra ni músculo, con gags, mucho menos escandalosos y escatológicos de lo que muchos pueden esperar, y a la par mucho menos divertidos. No hay que hacerse ilusiones.
El equipo técnico ha hecho un buen trabajo y visualmente el film es más que aceptable, pero la historia hace aguas por todas partes y pocas veces se llega, no a la carcajada abierta, sino ni tan siquiera a una sonrisa cercana a la mueca. Se intenta estimular a los jóvenes con aquello que se cree que más les interesa: la farlopa, el sexo, la provocación, sin respetar los símbolos de un país, al que los ingleses consideran el penal de la Gran Bretaña, el lugar al que se envían a los delincuentes más peligrosos. El hipocondriaco de hoy, interpretado por Kevin Bishop, es un mal remedo de su predecesor y la llenita Rebel Wilson no puede ocupar el lugar del rubio albino que protagoniza el conflicto en la película de Oz. Una título que se podrían haber evitado, para que director y guionista no cargaran con esta pesada mochila en su carrera profesional. El traslado de las localizaciones, desde Inglaterra a Australia, con una boda que se parece mucho a la de Lars Von Trier en Melancolía, realizada el mismo año, con menos clase y más superficial, no contribuye a incrementar el interés del film.
Entre las películas que el videoclub de ONO ha seleccionado se encuentra ésta, cuyo guionista, Dean Craig colabora con Stephan Elliot, repitiendo el esquema de 'Un funeral de muerte' (2007), dirigida por Frank Oz, con mucha menos fortuna, a pesar de que selecciona a algunos actores que desempeñaron un papel secundario más brillante en su predecesora, como Kris Marshall, aquel estudiante de ciencias que preparaba combinados de sustancias psicotrópicas para sus amigos y las metía en botes con etiquetas más inocuas, como la de valium. Ahora es Australia el país que decide sacar todo el jugo a una historia que hizo feliz a tanta gente y que recibió el apoyo del público y la prensa, pero al cambiar el funeral, que favorecía el desarrollo de una graciosa historia de humor negro, por un acontecimiento como una boda del que se puede extraer poca sustancia, el resultado es una cinta sin garra ni músculo, con gags, mucho menos escandalosos y escatológicos de lo que muchos pueden esperar, y a la par mucho menos divertidos. No hay que hacerse ilusiones.
El equipo técnico ha hecho un buen trabajo y visualmente el film es más que aceptable, pero la historia hace aguas por todas partes y pocas veces se llega, no a la carcajada abierta, sino ni tan siquiera a una sonrisa cercana a la mueca. Se intenta estimular a los jóvenes con aquello que se cree que más les interesa: la farlopa, el sexo, la provocación, sin respetar los símbolos de un país, al que los ingleses consideran el penal de la Gran Bretaña, el lugar al que se envían a los delincuentes más peligrosos. El hipocondriaco de hoy, interpretado por Kevin Bishop, es un mal remedo de su predecesor y la llenita Rebel Wilson no puede ocupar el lugar del rubio albino que protagoniza el conflicto en la película de Oz. Una título que se podrían haber evitado, para que director y guionista no cargaran con esta pesada mochila en su carrera profesional. El traslado de las localizaciones, desde Inglaterra a Australia, con una boda que se parece mucho a la de Lars Von Trier en Melancolía, realizada el mismo año, con menos clase y más superficial, no contribuye a incrementar el interés del film.
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