Un doctor en la campiña. Comentario
Cartel, ficha técnica, críticas, trailer. (Pinchad aquí)
Crítica:
Después de acuidr un viernes por la tarde al cine, a la sesión de las 6:30, la más frecuentada, para asistir a la proyección de esta película, 'el éxito del año en Francia', enaltecida por los críticos frente al cine hollywoodiense, y ahora que hay tanto cine 'independiente' en Estados Unidos (aunque a los que lucharon por la verdadera independencia, -Lucas, Spielberg, Scorsese, Coppola, y otros, como el sobrevalorado Malick y su visión metafísica y casi religiosa del paisaje - se los cargaron hace tiempo a un lado y otro del Atlántico), una se pregunta qué 'coño' les pasa a los franceses que acuden a una sesión de cine para ver una película catártica de su director, Lilti, que ejerció de médico rural antes de dedicarse a esto del cine. Una experiencia que poco o nada tiene que ver con la mayor parte del público.
Como cualquier otra postura, la exageración, el deseo de llevar el cinema verité al extremo y enseñarnos todos los posibles tratamientos, clases de goteros, cosida de heridas, quimioterapias y radioterapias, tacs, placas, y jugar a ver quien encuentra antes un expediente,si el médico pegado a sus tradiciones o el ordenador, así como la vuelta a la naturaleza, el alejamiento de los últimos avances de la ciencia (aunque el protagonista se somete al fin a radioterapia, no sea que le vayan a seguir muchos espectadores en su actitud reactiva) es excesivo, duele, te obliga a apartar la cabeza más de una vez, porque a diferencia de las películas de terror como las que hace Wan, el público sabe diferenciar entre una metáfora, un uso desplazado del lenguaje cinematográfico que sustenta un background más o menos interesante, de la realidad pura y dura; de la muerte, precedida de una enfermedad acompañada de medicamentos, goteros, ingresos en hospitales, que conduce finalmente a la muerte.
El protagonista acaba reconociendo que a pesar de su visión romántica de la vida, al final la naturaleza (léase la muerte) ganará finalmente la partida, aunque pueda ser conjurada de momento. Por cierto, el amor y el sexo también son de verdad, y no pasa nada por mostrar algún gesto de pasión, cuando el autor disponía de un montón de ocasiones para practicar con las elipsis.
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