La llave de Sarah. Gilles Paquet Brenner.
A LA MEMORIA DE LUDWIG, ERNST Y MORITZ BRENNER
Ficha técnica:
Título original: Elle s’appelait Sarah
País: Francia.
Año: 2010.
Duración: 111 minutos aprox.
Dirección: Gilles Paquet Brenner.
Guión: Serge Joncour y Gilles Paquet Brenner, basado en la novela 'La llave de Sarah' de Tatiana De Rosnay.
Casting: Gwendale Schmitz.
Dirección de Fotografía: Pascal Ridao (A.F.C.)
Música: original: Max Richter.
Edición: Herve Schneid (A.C.E.)
Decoración: Francoise Dupertuis (A.D.C.)
Sonido: Didier Codoul, Bruno Seznec, Alexandre Fleurant & Fabien Devillers.
Decorados: Françoise Dupertuis, a.d.c.
Efectos visuales: Rodolphe Chabrier.
Vestuario: Eric Perron.
Jefes de maquillaje: Sylvie Duval, Gill Robillard.
Jefes de peluquería: Veronique Bosle, Stéphane Desmarez.
Productor: Stéphane Marsil; Eric Perron.
Dirección de producción: Clément Sentilhes.
Compañías: Studio 37- Hugo Productions & TF1 Droits Audiovisuels-France 2 Cinéma, Canal + , TPS Star & France Télévisions, con el apoyo de la Région Ile-de-France, asociada con Plus Image; Video: Emon Home International
Intérpretes:
Christin Scott Thomas: Julia Jarmond,
Mélusine Mayance: Sarah,
Niels Arestrup: Jules Dufaure,
Frédéric Pierrot: Brtrand Tezac,
Michel Dichaussoy: Edouard Tezac,
Dominique Frot: Geneviève Dufaure,
Natasha Mashkevich: Mme Starzynski,
Gisèle Casadesus: Mamé,
Aidan Quimn: William Rainsferd.
Sarah Ber: Rachel
...
Sinopsis:
París, 16 de julio de 1942: la policía francesa se lleva a Sarah, una niña de 10 años, y a toda su familia en una redada puerta a puerta en la que arrestan a multitud de familias judías en plena noche. Desesperada por proteger a su hermano pequeño, la niña lo encierra en un armario del dormitorio, su pequeño escondite secreto, y le promete volver en cuanto los liberen. Sesenta y siete años más tarde: la historia de Sarah se mezcla con la de Julia Jarmond, una periodista estadounidense que investiga la redada. Durante dicha investigación, Julia descubre un rastro de secretos que ligan la vida de Sarah a la suya, y la llevan a preguntarse sobre su propio futuro sentimental.
La vida es como un .mosaico constituido por teselas de muchos colores, unos brillantes y divertidos y otros oscuros que contribuyen a construir la imagen definitiva del mundo. La gente prefiere el buen rollo, la provocación divertida y la 'coña' juguetona, pero, por desgracia pequeñas y múltiples desgracias y las más variadas casuísticas van generando un monstruo que despierta de tanto en tanto (Silencio en la noche/ya todo está en calma/ Silencio en la noche/ la ambición descansa, cantaba Gardel), a veces ficticio, como el que crearon conjuntamente Werner Herzog y su enemigo íntimo, Klaus Kinski, en el que la locura llevó a ambos a desafiar las leyes naturales de la fuerza y la gravedad y enfrentarse a la naturaleza más amenazante y destructiva, a veces mucho más terrible porque es real. Frente a los juegos de la imaginación y las imágenes fingidas, el siglo XX estuvo dominado por el mayor monstruo que ha generado la locura del hombre, un horror que aconseja, aunque sea de tarde en tarde, para poder respirar cada día y dormir placenteramente, conviene revisitar los rastros literarios y cinematográficos que ha ido dejando a lo largo del tiempo. Hablamos del holocausto nazi, que gozó de entusiastas colaboradores en los países en que arraigó. Cegado por el odio no distinguió entre sexos, edades, creencias o ideologías, y, no fueron precisamente los parias de la tierra, los desheredados, los que se pusieron al frente del ejército de las tinieblas esparciendo por el mundo las semillas del odio y el rencor, que los empujó a levantar el mayor homenaje que el hombre ha hecho a la sinrazón, aunque sus líderes manejaron con tal habilidad el odio al extranjero, al otro, al diferente, y lo enfrentó hasta tal punto con el parado y el miserable, que ya no vio a sus enemigos como congéneres, sino como animales a abatir.
Vivimos tiempos difíciles y estamos inmersos en una gran crisis que se alarga demasiado porque en realidad es el vórtice de un ciclón que arrasa todo y lo eleva por los aires, transformando el paisaje y generando a su paso uno diferente, por lo que conviene estar atentos y, aunque resulte doloroso, dedicar alguna tarde a recordar historias como las de Ana Frank, el niño con el pijama de rayas, o Sarah y su llave, que convirtieron en la realidad y en la ficción derivada de ella, a niños inocentes en protagonistas de historias terribles que cargaron sobre sus espaldas un peso tan grande que arruinó sus vidas.
Gilles Paquet Brenner. estructuró su película en dos tiempos que nos retrotraen al París de 1942, donde más de 13.000 judíos fueron llevados a campos de concentración por el gobierno francés ante la pasividad de la mayoría de la población, que simultanea con la investigación de una periodista estadounidense afincada en París, Julia Jarmond, quien en la actualidad, reconstruye el via crucis de la familia Starzynski y los esfuerzos de una niña para salvar a su hermano pequeño. Basada en un bestseller de Tatiana de Rosnay (la escritora francesa más leída en Europa) y escrita y dirigida por Gilles Paquet-Brenner (este es su cuarto film “Les jolies choses”, “Gómez & Tavares” y “UV”), “La llave de Sarah” nos muestra la vida cotidiana de la periodista y todo su periplo para conocer la verdad de lo sucedido y de las heridas que dejó en toda la población, que se sintió concernida por semejante brutalidad. Durante años, los hijos desconfiaron de la actitud que pudieron adoptar sus propios padres en aquel momento y ni tan siquiera se atrevieron a leer sus escritos, por si de alguna manera habían colaborado con el criminal régimen de Vichy. Una actitud mental que explica reacciones como la de los austriacos en las recientes elecciones, y que invita a diarios como 'La Razón', de corte conservador, a incluir la película en su colección. Se puede conseguir en los quioscos y es muy aconsejable,
La prensa y el público norteamericano, un país en el que se refugiaron muchos europeos que huían de la guerra, y a cuyo ejército Gilles Paquet-Brenner dedica un homenaje en la playa de Normandía en la que se produjo el desembarco de las tropas americanas, playa en la que la protagonista vive un momento de ensoñación y nostalgia, recibió muy bien la película del cineasta francés (72% de aceptación de la crítica, frente a un 83% del público, según el sondeo de Rotten Tomatoes), y se valora una narración en la que nunca se ve a Hitler (algún oficial alemán incluso humano), ni escenas de batallas (Scott Bowles de USA Today); elegante y seductora (Rex Reed de The New York Observer); una película conmovedora, maravillosamente interpretada y soberbiamente escenificada (Kirk Honeycutt, The Hollywood Reporter). (1)
En España, que padeció una larga dictadura, las opiniones de algunos críticos son absolutamente adversas:
Jordi Costa, olvidando que poco o nada podían hacer unos padres, a los que los soldados apuntaban con sus rifles, mientras protegían a su hija, para volver al hogar y rescatar al niño abandonado, a pesar de que el film si muestra cierta rebelión, aplastada inmediatamente, de las madres y los padres cuando les arrebatan a sus hijos, dice algo que, al menos a mi, me suena extraño: "La llave de Sarah es una de esas historias, de presunta didáctica para las nuevas generaciones, en las que la ética queda aparcada en beneficio del sentimentalismo más rastrero, realizadas con el propósito de conmover mediante los atajos más inmorales." (2) No me extrañan sus problemas con el cineasta Amenábar, del que obtuvo su rendimiento en una historieta cómica.
Sergi Sánchez se muestra igualmente escandalizado y afirma, utilizando el plural mayestático que ignoramos a quién más implica que : No sabemos qué parte de «La llave de Sarah» es más obscena, si la que desarrolla el drama de una niña que encierra en un armario a su hermano pequeño para salvarlo de los campos de concentración nazis o la que se empeña en que nos interesemos, ya en el presente, por la obsesión de una periodista por reconstruir la historia de esa niña, como si los ecos de esa tragedia resonaran en la ignorancia de sus contemporáneos." Habría que aclarar que la niña no sabe que va a un campo de concentración, porque no sabía ni qué era eso, como la mayoría de los adultos que eran arrastrados y transportados como ganado en los camiones, y es esa ignorancia, la creencia absoluta en que volvería pronto a su casa (algo en lo que insiste hasta la saciedad) la que la lleva a encerrarlo en su escondite, creado para sus juegos; cuando tome conciencia de que la retención, contra su voluntad, va a ser más larga de lo esperada, será cuando se jugará la vida para liberarlo. La obsesión de la periodista comienza cuando cae en la cuenta de que está arreglando su apartamento de la familia en el barrio de Le Marais, uno de los distritos de moda en la actualidad de París, de donde fueron sacados a la fuerza miles de judíos ¿Qué tiene esto de obsceno? Cualquiera que conozca a unos cuantos alemanes, austriacos, parisinos o italianos medianamente críticos, es consciente de lo cuidadosos que son con el análisis de su pasado, evitando incluso palabras como raza, y las actitudes son muy parecidas a las que representa la guionista y el director en relación con las posibles complicidades de sus mayores con el nazismo. Por otro lado, a pesar del escándalo que muestra el crítico, se han visto películas mucho más espeluznantes en la denuncia del trato que recibieron los niños y que no sabemos si engrosan la lista negra de alguien tan cuidadoso como el que escribe. Pero hay que recordar también que si bien no se puede negar "la falta de memoria de los que aún son hijos de ese «laissez faire» tan propio de la época de la ocupación", hubo muchos otros que no sobrevivieron para contarlo.
(1) Extractos de Filmaffinity.
(2) La moral del escritor. Diario 'El País', 31 de diciembre de 2016.
(3) La llave de Sarah: Holocausto maquillado
Comentario:
La vida es como un .mosaico constituido por teselas de muchos colores, unos brillantes y divertidos y otros oscuros que contribuyen a construir la imagen definitiva del mundo. La gente prefiere el buen rollo, la provocación divertida y la 'coña' juguetona, pero, por desgracia pequeñas y múltiples desgracias y las más variadas casuísticas van generando un monstruo que despierta de tanto en tanto (Silencio en la noche/ya todo está en calma/ Silencio en la noche/ la ambición descansa, cantaba Gardel), a veces ficticio, como el que crearon conjuntamente Werner Herzog y su enemigo íntimo, Klaus Kinski, en el que la locura llevó a ambos a desafiar las leyes naturales de la fuerza y la gravedad y enfrentarse a la naturaleza más amenazante y destructiva, a veces mucho más terrible porque es real. Frente a los juegos de la imaginación y las imágenes fingidas, el siglo XX estuvo dominado por el mayor monstruo que ha generado la locura del hombre, un horror que aconseja, aunque sea de tarde en tarde, para poder respirar cada día y dormir placenteramente, conviene revisitar los rastros literarios y cinematográficos que ha ido dejando a lo largo del tiempo. Hablamos del holocausto nazi, que gozó de entusiastas colaboradores en los países en que arraigó. Cegado por el odio no distinguió entre sexos, edades, creencias o ideologías, y, no fueron precisamente los parias de la tierra, los desheredados, los que se pusieron al frente del ejército de las tinieblas esparciendo por el mundo las semillas del odio y el rencor, que los empujó a levantar el mayor homenaje que el hombre ha hecho a la sinrazón, aunque sus líderes manejaron con tal habilidad el odio al extranjero, al otro, al diferente, y lo enfrentó hasta tal punto con el parado y el miserable, que ya no vio a sus enemigos como congéneres, sino como animales a abatir.
Vivimos tiempos difíciles y estamos inmersos en una gran crisis que se alarga demasiado porque en realidad es el vórtice de un ciclón que arrasa todo y lo eleva por los aires, transformando el paisaje y generando a su paso uno diferente, por lo que conviene estar atentos y, aunque resulte doloroso, dedicar alguna tarde a recordar historias como las de Ana Frank, el niño con el pijama de rayas, o Sarah y su llave, que convirtieron en la realidad y en la ficción derivada de ella, a niños inocentes en protagonistas de historias terribles que cargaron sobre sus espaldas un peso tan grande que arruinó sus vidas.
Gilles Paquet Brenner. estructuró su película en dos tiempos que nos retrotraen al París de 1942, donde más de 13.000 judíos fueron llevados a campos de concentración por el gobierno francés ante la pasividad de la mayoría de la población, que simultanea con la investigación de una periodista estadounidense afincada en París, Julia Jarmond, quien en la actualidad, reconstruye el via crucis de la familia Starzynski y los esfuerzos de una niña para salvar a su hermano pequeño. Basada en un bestseller de Tatiana de Rosnay (la escritora francesa más leída en Europa) y escrita y dirigida por Gilles Paquet-Brenner (este es su cuarto film “Les jolies choses”, “Gómez & Tavares” y “UV”), “La llave de Sarah” nos muestra la vida cotidiana de la periodista y todo su periplo para conocer la verdad de lo sucedido y de las heridas que dejó en toda la población, que se sintió concernida por semejante brutalidad. Durante años, los hijos desconfiaron de la actitud que pudieron adoptar sus propios padres en aquel momento y ni tan siquiera se atrevieron a leer sus escritos, por si de alguna manera habían colaborado con el criminal régimen de Vichy. Una actitud mental que explica reacciones como la de los austriacos en las recientes elecciones, y que invita a diarios como 'La Razón', de corte conservador, a incluir la película en su colección. Se puede conseguir en los quioscos y es muy aconsejable,
Críticas:
La prensa y el público norteamericano, un país en el que se refugiaron muchos europeos que huían de la guerra, y a cuyo ejército Gilles Paquet-Brenner dedica un homenaje en la playa de Normandía en la que se produjo el desembarco de las tropas americanas, playa en la que la protagonista vive un momento de ensoñación y nostalgia, recibió muy bien la película del cineasta francés (72% de aceptación de la crítica, frente a un 83% del público, según el sondeo de Rotten Tomatoes), y se valora una narración en la que nunca se ve a Hitler (algún oficial alemán incluso humano), ni escenas de batallas (Scott Bowles de USA Today); elegante y seductora (Rex Reed de The New York Observer); una película conmovedora, maravillosamente interpretada y soberbiamente escenificada (Kirk Honeycutt, The Hollywood Reporter). (1)
En España, que padeció una larga dictadura, las opiniones de algunos críticos son absolutamente adversas:
Jordi Costa, olvidando que poco o nada podían hacer unos padres, a los que los soldados apuntaban con sus rifles, mientras protegían a su hija, para volver al hogar y rescatar al niño abandonado, a pesar de que el film si muestra cierta rebelión, aplastada inmediatamente, de las madres y los padres cuando les arrebatan a sus hijos, dice algo que, al menos a mi, me suena extraño: "La llave de Sarah es una de esas historias, de presunta didáctica para las nuevas generaciones, en las que la ética queda aparcada en beneficio del sentimentalismo más rastrero, realizadas con el propósito de conmover mediante los atajos más inmorales." (2) No me extrañan sus problemas con el cineasta Amenábar, del que obtuvo su rendimiento en una historieta cómica.
Sergi Sánchez se muestra igualmente escandalizado y afirma, utilizando el plural mayestático que ignoramos a quién más implica que : No sabemos qué parte de «La llave de Sarah» es más obscena, si la que desarrolla el drama de una niña que encierra en un armario a su hermano pequeño para salvarlo de los campos de concentración nazis o la que se empeña en que nos interesemos, ya en el presente, por la obsesión de una periodista por reconstruir la historia de esa niña, como si los ecos de esa tragedia resonaran en la ignorancia de sus contemporáneos." Habría que aclarar que la niña no sabe que va a un campo de concentración, porque no sabía ni qué era eso, como la mayoría de los adultos que eran arrastrados y transportados como ganado en los camiones, y es esa ignorancia, la creencia absoluta en que volvería pronto a su casa (algo en lo que insiste hasta la saciedad) la que la lleva a encerrarlo en su escondite, creado para sus juegos; cuando tome conciencia de que la retención, contra su voluntad, va a ser más larga de lo esperada, será cuando se jugará la vida para liberarlo. La obsesión de la periodista comienza cuando cae en la cuenta de que está arreglando su apartamento de la familia en el barrio de Le Marais, uno de los distritos de moda en la actualidad de París, de donde fueron sacados a la fuerza miles de judíos ¿Qué tiene esto de obsceno? Cualquiera que conozca a unos cuantos alemanes, austriacos, parisinos o italianos medianamente críticos, es consciente de lo cuidadosos que son con el análisis de su pasado, evitando incluso palabras como raza, y las actitudes son muy parecidas a las que representa la guionista y el director en relación con las posibles complicidades de sus mayores con el nazismo. Por otro lado, a pesar del escándalo que muestra el crítico, se han visto películas mucho más espeluznantes en la denuncia del trato que recibieron los niños y que no sabemos si engrosan la lista negra de alguien tan cuidadoso como el que escribe. Pero hay que recordar también que si bien no se puede negar "la falta de memoria de los que aún son hijos de ese «laissez faire» tan propio de la época de la ocupación", hubo muchos otros que no sobrevivieron para contarlo.
(1) Extractos de Filmaffinity.
(2) La moral del escritor. Diario 'El País', 31 de diciembre de 2016.
(3) La llave de Sarah: Holocausto maquillado
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