Red de mentiras. Ridley Scott.
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Ficha técnica:
Título original: Body of Lies.
País: Estados Unidos.
Año: 2008.
Duración: 129 minutois.
Dirección: Ridley Scott..
Guión: William Monahan, basado en la novela de David Ignatius.
Casting: Avi Kaufman, C.S.A.&b Jina Jay.
Director de Fotografía: Alexander Witt.
Música: Marc Streitenfeld.
Edición : Pietro Scalia, A.C.E.
Coordinador de especialistas: G.A.Aguilar.
Directores artísticos: Alexandro M.Santucciy Rob Kowper.
Diseño de Vestuario: Janty Yates.
Jefe de Departamentode maquillaje: Don Kozma
Estilistas de peluquería: Zeineb Bendoula, Ardis Cohen, Brahim Naim.
Productores : Ridley Scott. Donald de Line
Productores ejecutivos: Michael Costigan, Charles J.D.Schlissel.
Diseño de producción: Arthur Max.
Compañías: Warner Bros. Pictures, DeLine Pictures/Scott Free Production.
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Intérpretes:
Leonardo DiCaprio: Roger Ferris,
Russell Crowe: Ed Hoffman,
Mark Strong: Hani,
Golshifteh Farahani: Aisha,
Oscar Isaac: Bassam,
Alon Aboutboul: Al-Saleem,
Simon McBurney: Garland,
Vince Colosimo: Skip,
Ali Suliman: Omar Sadiki,
Kaish Nashif: Mustafa Karami,
Michael Gaston: Holiday.
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Sinopsis:
La CIA está detrás del cerebro de una ola de ataques terroristas. Roger Ferris es el agente de la CIA sobre el terreno, moviéndose de un lugar a otro, siempre alerta para descubrir hasta la más pequeña pista. El satélite de la agencia vigila a Ferris yen el otro ectremo de la conexión del satélite está el agente Ed Hoffman, planeando la estrategia a miles de kilómetros. A medida que Ferris se acerca al objetivo, descubre que la verdad puede ser tan peligrosa como necesaria para sobrevivir.
Leonardo DiCaprio (Ferris) y Russell Crowe (Hoffman) son los protagonistas de 'Red de Mentiras', una adaptación de William Monahan (Infiltrados) de la novela de David Ignatius. Ridley Scott (American Gangster; Black Hawk Derribado) dirige esta impactante historia, con espectaculares secuencias de acción que engancha a los espectadores en un magnífico thriller de espías de nuestro tiempo.
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Críticas:
Cada cineasta aporta su visión del mundo, sus conocimientos y aporta algo original que a Ridley Scott dificilmente se le perdona, desde el momento que abandonó lo que para muchos era puro y excelente entretenimiento: las distopías futuristas y de terror como Blade Runner o Alien. Se dice de él que, en el caso que nos ocupa, el de la lucha yihadista con los estados occidentales, que ya dura demasiados años y que es difícil desentrañar por la propaganda con que unos y otros ahogan el mercado.
No obstante Scott goza también de grandes fans como E.Rodríguez Marchante que afirma que: "Nadie hace cine como Ridley Scott, y si el cine saliese de una chistera, la chistera de Ridley Scott sería la más grande y mejor. Cuando este director tiene entre manos un buen material, lo convierte a veces en algo gigantesco, como «Blade runner» o «Alien», y siempre en algo imposible de hacer para otros cineastas, como en los casos de «Black Hawk derribado» o «Black rain». «Red de mentiras» es una película que no está al alcance de casi ningún otro director: la complejidad de la trama, la complejidad de medios y materiales, la complejidad de rodaje y la complejidad, digamos, ideológica de lo que quiere contar justo en este momento, convierten a la película en un Everest. Y lo cierto es que el espectador lo sube con la alegría y facilidad de una cuesta abajo. (La primera de la CIA en la era Obama. Diario ABC, 7 de Noviembre de 2008). Pero, junto a ésta valoración tan favorable hay auténticos escritos detractores del cineasta y su película.
Comentario:
Decía Ramón de Campoamor que "en este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". Si nos dejamos guiar por los prejuicios o no estamos dispuestos a realizar una lectura más allá de la linealidad de la escritura cinematográfica, veremos a Leonardo Di Caprio andando de aquí para allá o manteniendo una conversación telefónica intermitente con un agente de la CIA de despacho, un burócrata como Ed Hoffman, interpretado por Russell Crowe; si nos fijamos más vemos a unos técnicos delante de una grna pantalla, que muestra el lugar donde se encuentra el espía. No creo que nadie dude de esta función bicéfala de los servicios de inteligencia, el agente con dos cabezas: el funcionario que no abandona su sillón y el agente de campo que va transmitiendo informaciones que adquiere sobre el terreno en cuya consecución arriesga algo más que su pellejo.
Al incidir en esta realidad nos muestra cómo cambia el espionaje con la evolución de las nuevas tecnologías, ya que cada vez que aparece Ed lo vemos ante esa enorme pantalla de la que hemos hablado, controlando hasta el último movimiento de su agente, seguido paso a paso por el satélite de la CIA, una vigilancia que se ejerce desde el cielo, en el que ya no está solo dios, y que todos, vigilantes y vigilados conocen a la perfección. Ocho años después, el ciudadano avisado conoce ya que la única forma de evitar todo control es tirar los teléfonos móviles (algún homicida ha sido seguido recientemente hasta Centroeuropa porque tiro en un alto del camino su pequeño aparato de comunicación), y abandonando las redes sociales para no dejar huellas, algo que vemos hacer a los yihadistas en el film de Scott. Pero hay más. Muchos ciudadanos se habrán quedado sorprendidos, si les interesa procesar una información que se les da en bruto, que en los recientes atentados de Bruselas la policía no ha entrado en la casa en la que vivían los terroristas, sino que ha sacado a los vecinos por los balcones y ventanas . ¿Por qué? se habrán preguntado. Por una razón muy sencilla, porque en 2016 se dispone de una tecnología de la que se carecía en 2008: los drones que han sustituido a las personas en el asalto a los edificios, sin arriesgar, de este modo una sola vida.
Al incidir en esta realidad nos muestra cómo cambia el espionaje con la evolución de las nuevas tecnologías, ya que cada vez que aparece Ed lo vemos ante esa enorme pantalla de la que hemos hablado, controlando hasta el último movimiento de su agente, seguido paso a paso por el satélite de la CIA, una vigilancia que se ejerce desde el cielo, en el que ya no está solo dios, y que todos, vigilantes y vigilados conocen a la perfección. Ocho años después, el ciudadano avisado conoce ya que la única forma de evitar todo control es tirar los teléfonos móviles (algún homicida ha sido seguido recientemente hasta Centroeuropa porque tiro en un alto del camino su pequeño aparato de comunicación), y abandonando las redes sociales para no dejar huellas, algo que vemos hacer a los yihadistas en el film de Scott. Pero hay más. Muchos ciudadanos se habrán quedado sorprendidos, si les interesa procesar una información que se les da en bruto, que en los recientes atentados de Bruselas la policía no ha entrado en la casa en la que vivían los terroristas, sino que ha sacado a los vecinos por los balcones y ventanas . ¿Por qué? se habrán preguntado. Por una razón muy sencilla, porque en 2016 se dispone de una tecnología de la que se carecía en 2008: los drones que han sustituido a las personas en el asalto a los edificios, sin arriesgar, de este modo una sola vida.
Ridley Scott pone en evidencia como no lo hace ningún otro cómo la investigación policial está entrando en la nueva era tecnológica, sin despreciar los intereses económicos, no sólo de los inversores en la bolsa de Wall Street, que proceden de todo el mundo, razón por la cual la caída de Lehman Brothers afectó al mismo mundo que invertía en los mismos paquetes de acciones, ni los de los dueños de los pozos petrolíferos que se enriquecen a costa de los intereses de sus propios pueblos, como denuncian diferentes actores de la trama que construye Ridley Scott. Cuando se produjo la crisis de los misiles en Cuba en 1962, quedó en evidencia que lo que el joven país necesitaba era precios fijos de su producto más importante: el azúcar; once años más tarde se produjo la crisis del petróleo de 1973, que provocó una recesión mundial que se extendió hasta 1980, y que comenzó el 23 de agosto de 1973, cuando los países de la 'Organización de Países Exportadores de Petróleo', que agrupaba a Irán, Egipto, Siria y Túnez, entre otros, decidieron no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel en la guerra del Yom Kippur, frente a Siria y Egipto, medida que incluida a Estados Unidos y a sus aliados de Europa Occidental.
Pero esta medida no les favoreció a la larga, pues los países compradores comenzaron a buscar energías alternativas que los hiciera menos dependientes y procedieron a abandonar paulatinamente el patrón oro, lo que también perjudicaba a los países productores. Cuando todos creían que el crecimiento de la economía y el desarrollo de la sociedad era no sólo sostenible, sino además imparable, la crisis que se declaró oficialmente con la caída de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, aunque ya había quien alertaba de las burbujas que se estaban creando (inmobiliaria, de la deuda...), un momento que coincide con la película de Ridley Scott. El empobrecimiento mundial de las masas ha provocado una caída drástica del consumo de petróleo, lo que ha dado lugar, en la actualidad, a un descenso notable de los precios. Ferris advierte a los jeques que el día en que el oro negro no sea imprescindible, se demostrará que han desaprovechado la ocasión de desarrollar a sus pueblos y tendrán que enfrentarse a ellos. Todavía no ha llegado, aunque da la sensación de que lo que predomina en la actualidad es la geopolítica, ya que países ricos en fuentes energéticas de todo tipo, incluido el crudo, militan en bandos distintos, una lucha de titanes en la que emerge la verdadera naturaleza del hombre y ante la que el individuo de cualquier latitud se siente más impotente que el ciudadano ante las inmensas puertas de la justicia de 'El proceso' de Kafka. Y como para el pobre todo son pulgas, encima le caen las bombas cuando se desplaza como un borrego en los medios de transporte, en los que se aglomeran los que acuden a su trabajo cotidiano o se intenta distraer en un partido de fútbol en un modesto 'estadio', por llamarlo así.
Pero esta medida no les favoreció a la larga, pues los países compradores comenzaron a buscar energías alternativas que los hiciera menos dependientes y procedieron a abandonar paulatinamente el patrón oro, lo que también perjudicaba a los países productores. Cuando todos creían que el crecimiento de la economía y el desarrollo de la sociedad era no sólo sostenible, sino además imparable, la crisis que se declaró oficialmente con la caída de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, aunque ya había quien alertaba de las burbujas que se estaban creando (inmobiliaria, de la deuda...), un momento que coincide con la película de Ridley Scott. El empobrecimiento mundial de las masas ha provocado una caída drástica del consumo de petróleo, lo que ha dado lugar, en la actualidad, a un descenso notable de los precios. Ferris advierte a los jeques que el día en que el oro negro no sea imprescindible, se demostrará que han desaprovechado la ocasión de desarrollar a sus pueblos y tendrán que enfrentarse a ellos. Todavía no ha llegado, aunque da la sensación de que lo que predomina en la actualidad es la geopolítica, ya que países ricos en fuentes energéticas de todo tipo, incluido el crudo, militan en bandos distintos, una lucha de titanes en la que emerge la verdadera naturaleza del hombre y ante la que el individuo de cualquier latitud se siente más impotente que el ciudadano ante las inmensas puertas de la justicia de 'El proceso' de Kafka. Y como para el pobre todo son pulgas, encima le caen las bombas cuando se desplaza como un borrego en los medios de transporte, en los que se aglomeran los que acuden a su trabajo cotidiano o se intenta distraer en un partido de fútbol en un modesto 'estadio', por llamarlo así.
Todos estos aspectos son tratados profusamente por el film de Ridley Scott, y, aunque el diálogo constante entre una gran agencia como la CIA y un espía sobre el terreno en el que se infiltra hizo reír a más de uno, que ridiculizó un film en el que Russell Crowe y Leonardo DiCaprio pasaban gran parte de su tiempo hablando entre ellos, no sé lo que pensarán el día que alguna película reproduzca la entrada de los drones belgas en los edificios en los que temen que pueda esperarles una desagradable sorpresa. ¿Se reirán también? Roger Ferris sólo tiene un modo de recuperar su intimidad: que lo desconecten de la red . Cabría preguntarse por qué Scott puso este título a su película, que en español se tradujo como 'Red de mentiras' ¿Mentiras de quién? El cine nos da de nuevo una buena excusa para la reflexión .
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