La patrulla perdida. John Ford.






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Ficha técnica:

Título original: The Lost Patrol.
Oaís: Estados Unidos.
Año: 1934.

Duración: 70 minutos

Dirección: John Ford.
Guión:Dudley Nichols,  basado en la historia 'Patrol' de Garret Fort, adaptada por Garrett Fort.
Dirección de Fotografía: Harold Wenstron.
Directores artísticos: Van Nest Polglase y Sidney Ullman.
Sonido: Clem Portman y P.J.Faulkner,
Música: Max Steiner.
Edición: Paul Weatherwax.
Ingeniero de Grabación: Glen Portman

Productor: John Ford.
Productor ejecutivo: Merian C.Cooper,
Productor asociado: Cliff Reid.
Compañías: RKO Radio Picture, Video Mercury Films.


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Intérpretes:

Victor McLaglen: el sargento,
Boris Karloff: Sanders,
Wallace Ford: Morelli,
Reginald Denny: Brown,

J.M.Kerrigan: Quincannon,
Billy Bevan: Herbert Hale
Alen Hale: Cook,
Brandon Hurst: Bell,
Douglas Walton: Pearson,
Sammy Stein: Abelson,
Howard Wilson: Flyer,
Neville Clark: teniente Hawkins,
Paul Hanson: Jock McKay,



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Sinopsis: 

Durante la Primera Guerra Mundial una patrulla de soldados que atravesaba el desierto ve como su oficial al mando es asesinado. siendo éste el único conocedor de la ruta a seguir.


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Comentario:



A los créditos del film sigue una leyenda que ubica local y temporalmente la acción que se va a desarrollar en las pantallas:"Mientras en Europa tenía lugar la guerra mundial. las tropas británicas luchaban en un rincón del mundo. Pequeñas patrullas solitarias discurrían por el vasto desierto de Mesopotamia, que semejaba un incendio bajo el ardiente sol. El cielo se derretía y el desierto los miraba con su pálida y mortecina paz. Los hombres seguían su marcha peleando contra un enemigo árabe invisible, que siempre veía en la sombra como un fantasma implacable". 


El film de Ford, realizado en el desierto de Yuma, fue estrenado en Estados Unidos el 16 de febrero de 1974, en un periodo de entreguerras en el que la sociedad estaba inmersa en la Gran Depresión que provocó el crack de la Bolsa de Nueva York aquel viernes negro de 1929. La película narra la historia de los integrantes de una pequeña patrulla de soldados británicos perdidos en pleno desierto de Mesopotamia durante la Primera Guerra Mundial, que van siendo aniquilados uno a uno por un enemigo fantasma al que nunca llega a ver. Finalmente sólo el sargento sobrevivirá. A pesar de que la partitura musical de Max Steiner fue galardonada con un Óscar, la película fue recibida de forma furibunda tanto por la crítica como por el público, aunque, (paradojas de la vida) cimentó el prestigio internacional de Ford y determinó ciertos tratamientos visuales en su cine: "Este tema tan querido por el realizador. ( un puñado de hombres se enfrenta a una situación límite, sin que los valores aprendidos sirvan más que para el consuelo personal, tienen que tomar conciencia de sí mismos antes de morir), anticipa las secuencias más alucinatorias de su cine."(1) Realizada en 35 mm. Ford opta por una política de autor en la que prioriza la dotación de significado al encuadre, convirtiendo la edición en subsidiaria del sujeto de la enunciación. Según Dominique Villain, el aumento de la duración del film y la incorporación del primer plano, tuvieron consecuencias en la representación cinematográfica, en la que las cámaras captan el savoir faire de los actores, profesionales o no.

Estos avances juegan con la noción cartesiana del hombre del mundo que lo rodea, una capacidad adquirida desde la infancia (el niño se acostumbra a ver cualquier cosa mucho más pequeña en el horizonte y comprobar cómo se agranda a medida que se acerca a él), que le permite realizar múltiples abstracciones, como el hecho de que en la pantalla las dimensiones son 'verdaderamente inhumanas' y hacen que el cine sea, por principio, teratológico.(rama de la zoología que estudia a los individuos que no responden a un patrón común). Es decir, no es real y rechaza la naturalidad de un modo consciente. Según está experta en imagen, el cine, del mismo modo que establece estas asociaciones, monta entre sí planos de distintas dimensiones y fragmenta cualquier acontecimiento o historia, sin alterar la comprensión del espectador, a no ser que la composición técnica sea muy aberrante. Así pues, las decisiones del director, último responsable de la total ejecución del film, influyen en los actores que trabajan de forma diferente cuando saben que están siendo tomados en primer plano, plano americano o plano general.Ford utiliza muy pocos primeros planos en esta película, y opta por el plano secuencia en las marchas iniciales de la patrulla desorientada tras la muerte del joven oficial que la dirige, con entradas y salidas frecuentes de campo, desde cualquien punto del encuadres, -extremo inferior izquierdo, extremo inferior derecho o centro del mismo.


Tras llegar a un oasis, los soldados se refugian en una pequeña mezquita que misteriosamente parece abandonada por sus moradores, algo muy extraño en un árido desierto en el que el agua y los dátiles que proporcionan sus palmeras son imprescindibles para la supervivencia en estos parajes, una vegetación que se ha desarrollado gracias al preciado líquido que los miembros de la patrulla comparan con los máximos placeres que da la vida. Una vieja construcción que constituye un modesto habitat, un refugio para estos hombres que exige pocos decorados en la ficción, algo por otra parte impuesto si tenemos en cuenta las posibilidades que ofrecía la tecnología de la época, que imponía distancias mínimas de la cámara (generalmente de un metro veinte centímetros entre el objetivo y la espalda del cámara). Condicionado por estos factores técnicos (la cinta es de 1934), Ford agrupa a los actores, tomados generalmente en planos enteros, a diferencia del cine 'independiente actual' que echa las cámaras encima de sus, generalmente, escasos protagonistas, filmados en primerísimos primeros planos, permitiendo únicamente una ubicación de carácter visual muy limitada de los protagonistas en su contexto económico, social o histórico (Xavier Dolan. Mommy 2014). Las escasas acciones protagonizadas por este puñado de hombres que caminan desorientados entre las dunas o luchan con fantasmas desperdiciando su munición en disparos contra el aire, es captada por el ojo de la cámara a través de planos medios y americanos, los únicos posibles en tan reducido espacio. El talento de Ford consigue con tan pocos recursos materiales, una edición invisible que incluye apenas algún fundido, una narración tranquila, sosegada, muy fordiana (valga la redundancia), que profundiza en el carácter de sus personajes con gran capacidad para expresar sus sentimientos de terror, compasión o amistad. y los escasos diálogos, un film que quiere decir mucho y lo consigue en sus 70 minutos de duración


Con su forma de narrar que fluye con naturalidad, que respeta las convenciones de la época, dotadas de un sello autoral reconocible, el realizador de 'El hombre tranquilo', un cineasta de origen irlandés, consigue, sin estridencias ni salidas de tono, realizar una dura crítica de la escasa formación de los jóvenes oficiales, que poco nada tienen que ver con héroes como Lawrence de Arabia, -tanto el que dirige la patrulla, que sintiéndose inmortal no comparte el objetivo ni el itinerario de tan peligroso viaje a ningún suboficial, como el aviador que muere a causa de su imprudencia apenas pone pie en tierra con una sonrisa propia de las que dedicaban los hombres refinados de la época a las mujeres en un salón de baile -. Pero también nos deja un magnífico testimonio de la intransigencia religiosa de la época representada por un miembro de la patrulla, un iluminado que interpreta de forma magistral Boris Karlof, que acababa de dar forma a la criatura que le dio la fama y la gloria universal: el monstruo del doctor Frankenstein, (Frankenstein, 1931) y de los beduinos de Mesopotamia (tierra que uno y otros consideraban un baluarte religioso a defender), que tendieron una emboscada a los militares británicos, que combatieron en el bando de la Triple Alianza (Alemania, Austria-Hungría e Italia), y que por esta razón se consideraban enemigos de los ingleses. Aunque la película parecía que iba a finalizar allá donde empieza el episodio 1 de la temporada 2 de Twilight Zone', 'El rey nueve no regresará',Ford decide un happy end que deje bien content a su público. Cuando el sargento vuelve la vista atrás y mira por última vez las tumbas de sus hombres, unos modestos túmulos de arena con la espada clavada en su lomo, Ford hace sonar la música de la célebre 'Canción de despedida'

(1) Hohn Ford. Francisco Javier Urquijo. Cátedra, colección Signo e Imagen/Cineastas. 1966. págs. 222 y 223.

(2) Dominique Villain. El encuadre cinematográfico.Paidós, 1997)

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