I Am not a Hipster. Destin Cretton.





Ficha técnica:

Título original:  I Am not a Hipster.
País: Estados Unidos.
Año: 2012.
Duración: 90 minutos.

Dirección: Destin Cretton.
Guión: Destin Cretton y Ron Najor.
Dirección de Fotografía: Brett Pawlak.
Música: Joel P.West.
Editor: Destin Daniel Cretton.
Diseño de sonido, mezclador: Onnalee Blank, c.s.a.
Intermediario colorista digital: Ian Vertovec.

Diseño de Vestuario: Joy Cretton.
Estilista: Kahana Kalama.

Productor: Destin Cretton, Ron Najor.
Productor ejecutivo: Fred Najor.
Productor Artwork: Cara Heslip)
Co-productor: Trevor Fernando.
Productores asociados: Asher Goldstein y Brad William Henke.
Compañías. Uncle Freddy Production.


Intérpretes:

Dominic Bogart: Brook Hyde,
Alvaro orlando: Clarke,
Tammy Minoff: Joy,
Lauren Coleman: Spring,
Kandis Erickson : Merrily,
Brad William Henke: Bradley Haines,
Michael Harding: Padre,
Adam Saphiro: Dennis Spaceface,
Tania Verafield: Kells,
Eva Mah: Taylor,
Lisa Ogdie: Madre,
Trevor Gore: Joven Brook,
Paris Smith: Joven Joy,
Lindsay  Lewis: Joven Spring,

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Sinopsis:

Película sobre la movida musical  y artística indie de San Diego. Las cosas no pintan nada bien para Hyde Brook, un joven músico con talento. Después del fallecimiento de su madre, él mismo se convierte en el mayor obstáculo para su éxito.

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Críticas:

Hay muy pocas críticas y comentarios en torno a una película que ha pasado por el firmamento cinematográfico sin pena ni gloria, aunque ha llamado la atención de algunos críticos como Dennis Harvey de Variety, cuyas conclusiones desorientan más, si cabe: Todo Brook tiene a su favor, desde el punto de vista del espectador, es el talento: "Las canciones presentadas, escritas por el músico de San Diego Joel P West y bien cantadas por Bogart, son lo suficientemente agradables, si bien un tanto "quejicas" o "moñas",como incluso el propio héroe admite. Una mirada más profunda de la escena indie-rock de San Diego, que, sin embargo, podría haber evitado el ensimismado resentimiento de Brook y hubiera resultado menos agobiante. (Reseña: "Yo no soy un inconformista", Variety). Es absurdo poner paños calientes a un hecho cultural de sobra conocido entre los jóvenes de formación universitaria, difíciles de engañar, del que pasan por completo otras subculturas como la de las 'chonis" y los "canis", que pasan de ellos olimpicamente.


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Comentario:

Muchos se habrán acercado a esta película con el objetivo de enterarse bien de qué es un hipster y tengo la impresión de que habrán sacado unas pobres conclusiones tras observar una cara triste e inexpresiva en primer plano, durante casi 90 minutos, pasando de puntillas por cualquier tema secundario, pero a la vez ilustrativo, que se plantee, a excepción de la  rebelión contra el sentimiento proustiano de la infancia perdida tras la muerte de la madre. Mientras el diccionario traduce hipster como una subcultura asociada a la música independiente, y en eso parece centrarse el film de Destin Cretton, y una sensibilidad alejada de las corrientes culturales predominantes (mainstream) y afin a estilo de vida alternativos.(Wikipedia), una de los pocos críticos que ha dedicado un tiempo a esta película, Dennis Harvey, los define como inconformistas, algo que está muy lejos de la realidad.

Destin Cretton, es un director de origen hawaiano, (Short Term 12/Las vidas de Grace, 2013), un joven que se formó en la Universidad de Point Loma Nazarene en San Diego, que trabajó en grupos de apoyo a adolescentes en riesgo; más tarde estudió en la Universidad Estatal de San Diego. Su corto, que sirvió de base a Short Teme 12 fue galardonado en Sundance con el Premio del Jurado en 2009. La biografía del cineasta  y las películas que lo han encumbrado explican por sí solas el background buenista, paternalista y protector de los más desfavorecidos, gracias a la entrega de jóvenes que han recibido una 'buena educación', en buenos colegios, religiosos, como el director, o bilingües, donde se refugian las clases medias laicas, y en los que se perpetúa la práctica de las avestruces de meter la cabeza bajo tierra y domeñar los sentimientos, ahora de forma exagerada porque los retoños de los antiguos burgueses ya tiene educación universitaria. Hace entre cuarenta y cincuenta años, en mi ciudad, de medio millón de habitantes, todos los universitarios que estudiaban letras y obtenían un título genérico, Licenciado en Filosofía y Letras, cabían en cinco aulas de una Universidad que crearon los Reyes Católicos en el siglo XV. Hoy accede a estudios superiores más del 30% del total de los jóvenes, y, como no puede ser de otra manera, los estudiantes por un lado y los trabajadores por otro, han constituido grupos culturales y tribus urbanas de gustos diferentes, entre los que la música tiene una gran presencia. Nadie ignora qué es un indie o un hipster, que agrupan los demás bajo la etiqueta de 'pijos'.

Traducciones del significado de movimientos artísticos como el dadaísmo de Marcel Duchamp resultan tan vacías de contenido como la frase. que funciona como himno fundacional hipster,- 'Espero la felicidad para volver a ser cool (guay)' -, que puede funcionar para aquellos a quienes Joss Whedon acusa, en 'Los Vengadores: la era de Ultrón, 2015, de no penetrar nunca más allá de lo que discurre por la superficie. Cualquiera que conozca un poco la evolución de Duchamp, desde el cubismo y el futurismo hasta desembocar en el Dadá, calificado de movimiento grosero y obsceno pero que buscaba subvertir la sociedad, entiende con claridad la ignorancia del que se presenta como artista; pero además se permiten el lujo de hacer manifiestos contra el avance de la ciencia y la tecnología, poniendo en boca del protagonista discursos con gran carga ideológica, que reproducimos a continuación: " Es la clase de mierda que infesta el mundo y que hace imposible encontrar nada que no sea una auténtica pérdida de tiempo. Hay mucho gilipollas ahí fuera con cámaras y ordenadores haciendo mierdas sin sentido y llamándolas arte. Lo están jodiendo todo. Diviértete, pero no lo llames arte, llámalo gilipolleces. No es tu arte lo que te hace feliz, es tu inconsciencia". Todo ésto se lo dice el protagonista a un amigo que está tan desorientado como él, aunque ambos están abrumados por su propia autocomplacencia  disfrazada de angustia vital en un caso y de euforia desmedida en el otro; ambos se sienten injustamente tratado. Cualquiera sabe que desde Rodin hasta Giacometti, pasando por Tapies no han despreciado jamás ningún tipo de material o soporte; su libertad creativa no ha tenido límites.

Dentro del movimiento cultural de San Diego aparecen dos tendencias enfrentadas: la de quien vuelve a la prehistoria apoyándose en su guitarra acústica y en melodías con raíces populares americanas y los que se encaminan por la senda chiptune que utiliza  el chip de sonido incluido en los ordenadores. Mientras los primeros parecen atenazados por una angustia vital existencialista que suena a impostada, los otros viven la noche, se colocan adornos fosforescentes que brillan en la oscuridad mientras mueven sus cuerpos con ritmos frenéticos electrónicos. Unos y otros carecen de autenticidad, un rasgo que caracteriza el género indie. La sensación de falta de recursos que se pretende dar en un escenario de cajas de cartón, tras el que se oculta el ordenador, es francamente patética.

Cuando Robert Redford se puso al frente de un movimiento que estaba dispuesto a dar oportunidades a quienes carecen de ellas que cuajó en Sundance y en el célebre festival que ha dado al mundo cineastas tan notables como  Quentin Tarantino o los Hermanos Coen, no podía sospechar que surgieran géneros como el indie, la otra cara de la moneda del blockbuster más casposo, que también lo hay, con pretensiones de intelectualidad. La diferencia entre la entrega al mar de las cenizas de un amigo o un familiar es que, lo que en 'El Gran Lebowski " (1998) es verdaderamente jocoso, en I Am not a Hipster se convierte en la pura nadería. carente de sentido y emoción. No obstante parece devolver un poco la sonrisa a un personaje plano y estreñido como el del protagonista, amargado porque había sido incapaz de acudir al crematorio del cementerio tras la muerte de su madre.Los directores que tenían algo que decir, como Quentin Tarantino o los Hermanos Coen, y bastante menos Destin Cretton, tan pronto consiguieron algo de notoriedad en Sundance se echaron en brazos del mainstream, porque la gente quiere que le paguen por su trabajo. La cantidad ya no depende de ellos.

Todo es pretencioso, desde la decoración que se pretende original, en las pocas ocasiones en que la pantalla queda libre de los primerísimos planos de los personajes que acaba asfixiando al espectador, basada en mayor medida en la 'creatividad' que en el dinero (  mesas construidas con libros apilados, que a partir de ese momento se supone que ya nadie leerá, sobre el que descansa un cristal de forma irregular, cortinas que aprovechan telas de diferentes colores...), hasta las declaraciones del 'joven hipster' que da las gracias a su público por acudir a escuchar sus canciones ñoñas,  mientras otros se ahogan en su cuarto de estar, una exhibición de falsa modestia. las canciones de de Joel P.West (Dead Ends, Spectator) o John Meeks (On the Road (Not again), By Moon) y otros grupos y músicos del estilo participan de las mismas características que la imagen: ritmos monótonos, sin fuerza, 'animados' con coros planos y sonido de instrumentos acústicos que acompañan una voz aburrida y latosa.




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