Mad-Max.Furia en la carretera. Comentario.
Ficha técnica, críticas, trailer (Pinchad aquí)
Comentario.
Con frecuencia hacemos una defensa del uso de las nuevas tecnologías en nuestro blog, pero con esto ocurre como con el lápiz, el bolígrafo o la pluma, por ponernos exquisitos y no recurrir ni siquiera a la máquina de escribir, ya sea la aristocrática Royal o la Triumph de rancio abolengo, o la mítica Olympia que utiliza Woody Allen para escribir sus guiones: todos estos instrumentos no son responsables de que quien los utiliza no sepa hacer la o con un canuto y de que de cualquiera de ellos salga el producto más bizarro que cualquier hombre sea capaz de concebir. Este no es el pecado de George Miller que entiende cómo se consigue crear significado con imágenes, algo que logra desde el primer minuto de película cuando, mediante un homenaje a Fritz Lang y su gran película 'Metrópolis', informa a su público de que está asistiendo a la puesta en escena de un poder tiránico en su capital, en la que no vemos ciudadanos sino siervos, en la que las mujeres son utilizadas directamente y sin disimulo como procreadoras y productoras de leche materna para alimentar a las élites, mientras el pueblo se agolpa a los pies de una fortaleza inexpugnable por la naturaleza del terreno y la brutalidad de sus guardianes, para disfrutar de un poco de agua que arbitrariamente le suministran los que ostentan el poder.
Sin mediar más explicación, sin voces en off, el espectador toma conciencia de inmediato de que se encuentra en un futuro no muy lejano, distópico, en el que la sociedad no sólo ha retrocedido a los tiempos en los que surgió el movimiento obrero, sino, como afirman algunos críticos norteamericanos se retrocede más allá de la Edad Media. Señores feudales dominan las fuentes energéticas y se mantiene lo peor de la época pre-crisis: la deslocalización de lo poco que queda de producción, lo que se ha salvado de la ruina. poniendo el poder en manos de diferentes señores, como el Inmortal Joe, Las clases resultantes se diferencian entre sí incluso por el físico, blancos, calvos, delgados, unos, la clase dominante; mutilados, convertidos en bolsas de sangre, como Mad-Max, que lleva un tridente en la boca que recuerda mucho la máscara de Hannibal Lecter, otros. El hecho de que algunos de los luchadores de Joe estén dispuestos a dar su vida para reunirse en el paraíso con los inmortales, ha dado pie a algunos críticos a hablar de yihadismo .
La desertización de la Tierra, la existencia de enormes zonas arrasadas por nubes de polvo, un fenómeno extraño que evoca el efecto foehn, un paisaje desolador como consecuencia del calentamiento del planeta que priva a los pueblos de la posibilidad de alimentarse y sobrevivir, crea espacios apocalípticos atravesados por enormes orugas de metal, híbridos de restos de antiguos coches, que cumplen diferentes funciones, -camión cisterna, tanques, vehículos militares...-, y que llevan adornos siniestros entre los que abundan las calaveras. Por cañones polvorientos que evocan el Monument Valley discurren estas caravanas diabólicos, vigiladas desde lo alto de los cerros por personajes que nos traen a la memoria a los antiguos indios de Norteamérica. Una rica iconografía en la que Miller pone de relieve su portentosa imaginación y su gran conocimiento del cine y sus mitos y los iconos más sobresalientes que ha ido dejando en su evolución. Muy interesante la representación de la banda de música que acompaña a los guerreros, que en una estructura a dos vertientes, incorpora en un lado unos timbales y en el otro un guitarrista siniestro, a cuyo alrededor se disparan bengalas de colores.
Una situación de precariedad como la que nos muestra Miller crea las condiciones necesarias para la revolución, que no tardará mucho en hacer su aparición en la pantalla, una rebelión liderada por una mujer, Furiosa, cuyo maquillaje de guerra emula el de la replicante Pris de Blade Runner (Rideley Scott, 1990), y reúne características literarias y operísticas de las míticas amazonas que se cortaban el pecho para poder disparar sus flechas y sus homólogas germanas, las Walkirias , temibles guerreras, aquí viejas y experimentadas féminas, que se erigen en defensoras de jóvenes y bellas ninfas, algunas embarazadas, que buscan la independencia de quien les pone cinturones de castidad de metal. Furiosa actualiza su mutilación y en lugar de faltarle un pecho, que no le molesta para disparar sus sofisticadas armas, sustituye su brazo izquierdo por otro mecánico mucho más funcional, del que se desprende cuando funciona como mujer y se quita la armadura que la protege y la máscara que le cubre el rostro. Son momentos en los que la terrible guerrera muestra su debilidad y llora por el paraíso perdido.
Un bello film, bien narrado, con una iconografía portentosa y con músculo, bellas y fuertes guerreras que pueden combatir incluso embarazadas, que convierten a la mujer, la única que verdaderamente ha avanzado en el último siglo, en la impulsora de la lucha en pro de la igualdad y la justicia, creando imágenes muy potentes de estas féminas representadas dignamente por Charlize Theron, reducida a tener que luchar por las de su género, esclavizadas, sodomizadas, embarazadas por un ser repulsivo. Furiosa adopta un look andrógino, se pinta la cara como los guerreros y se mueve en un plano de igualdad con Mad-Max, que se convierte, a pesar de dar nombre a la película, en un personaje secundario que no sólo no tiene más capacidad que ella para dirigir las acciones bélicas, sino que ni siquiera está más dotado para enfrentarse al enemigo en un cuerpo a cuerpo en superioridad de condiciones. Algo que se ve muy poco en las pantallas.
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