Calvary. John Michael McDonagh.
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Título original: Calvary.
País:
Año: 2015.
Duración: 104 minutos.
Guión y dirección: John Michael McDonagh.
Casting: Jina Jay.
Director de Fotografía: Larry Smith, B.S.C.
Música: Patrick Cassidy; supervisor musical: Liz Gallacher.
Edición: Chris Gill.
Diseño de Vestuario: Eimer Ni Mhaoldomhnaigh.
Diseño de maquillaje: Morna Ferguson,
Productores: Chris Clark, Flora Fernández Marengo, James Flynn.
Productores ejecutivos: Robert Walak, Ronan Flynn.
Coproductores: Elizabeth Eves y Aaron Farrell.
Productor en línea: Patrick O'Donoghue.
Diseño de producción: Mark Gerachty.
Compañías. Productoras: Fox Searchlight Pictures, Bord Scannán Na hÉireann/The Irish Film Board y BFI, en asociación con Lipsync Productions LLP. Una producción de Reprisal Films y Octagon Films.
Estreno: 6 de marzo de 2015.
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Intérpretes:
Brendan Gleeson: Padre James
Chris O'Dowd: Jack, el carnicero local, que lucha con dos complejos: el de inferioridad e invisibilidad.
Kelly Reilly: la hija del Padre James, Fiona, una joven que intentó suicidarse.
Aidan Gillen: Doctor Frank Harte, ateo hedonista, que se sienta para ver cómo la gente va caminando hacia la tumba. Es un rival filosófico entusiasta del Padre James.
Dylan Moran: Michael Fitzgerald, un hombre fabulosamente rico, incapaz de ser honrado con nadie..
Isaac de Bankole: Simon Asamoah, un desconocido y un emigrante de origen africano, mecánico de automóviles.
M.Emmet Walsh: Gerard Ryan, venerable novelista norteamericano, que vive sus últimos días.
Marie-Josée Croze: Teresa, el alma gemela del Padre James, una turista francesa a la que conoce mientras administra los últimos sacramentos a su esposo, muerto en un accidente de coche.
Domhall Gleeson: Freddie Joyce, asesino múltiple local, que cumple una condena de cadena perpetua.
David Wilmot: Padre Leary, un tipo desorientado
Pat Shortt: Camarero Brendan Lynch, un indignado que culpa al sacerdote de la crisis financiera, el papel de los bancos...
Gary London: Gerry Stanton, policía local. Un cínico, un rebelde, un gamberro y un inconformista.
Killian Scott: Milo, un hombre que suspira de amor, y que habla con el sacerdote de sus problemas. Al parecer padece el síndrome de Asperger.
Orla O'Rourke: Verónica, la mujer del carnicero.
Owen Sharpe : Leo Vida Alegre, chapero con un amaneramiento propio del Bronx.
David McSavage: Obispo Montgomery, consejo del Padre James, que se lava las manos como Pilatos.
Micheal Óg Lane: descarado monaguillo, autor de bocetos y confidente del sacerdote.
Mark O'Halloran, Declan Conlon, Anabel Sweeney...
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Notas de producción:
El
padre James (Brendan Gleeson) –personaje principal de Calvary–,
es un buen sacerdote que se enfrenta a una angustiosa situación
provocada por uno de sus feligreses. Aunque sigue reconfortando a su
frágil hija (Kelly Reilly) y ayudando a sus fieles en sus diferentes
problemas, tiene el presentimiento de que una fuerza siniestra se le
aproxima y comienza a preguntarse si tendría el valor de hacer
frente a su propio calvario.
Calvary,
el drama siniestramente cómico de John Michael McDonagh, comienza
con una audaz amenaza. En
una pequeña parroquia irlandesa, en mitad de su confesión, un
hombre le dice al padre James, el cura del pueblo –que goza de
merecida fama de persona de buen corazón–, que debería poner en
orden todos sus asuntos ya que el mismo penitente planea asesinarlo
el domingo siguiente: así comienza un misterio previo a un
asesinato. A lo largo de los siete días siguientes, el sacerdote
marcado recorrerá su feligresía –cuyos miembros están devorados
por las dudas– desagraviando y reuniéndose con los distintos
sospechosos hostiles que parecen estar en todos los rincones de la
aldea: desde un cáustico, agnóstico y dogmático doctor, pasando
por un especulador financiero corroído por la culpa, que tiene una
“propuesta comercial” para el sacerdote, hasta un esposo celoso y
un novio infiel que no desea ser juzgado.
A
medida que va entrando en contacto con una amplia representación de
sus feligreses, cada uno de los cuales puede tener motivos
–justificados o no– para querer vengarse de él, un ambiente cada
vez más siniestro parece ir cerrándose en torno al padre James. Sin
embargo, con el enfrentamiento dominical aproximándose rápidamente,
el sacerdote se encuentra no sólo haciendo frente a los
desconcertantes límites de la fe moderna y a su propia e inminente
mortalidad, sino también dándose cuenta de la fortaleza que halla
en la práctica, perdida, de la gracia, el perdón y la humildad.
La
película es la segunda que ha escrito y dirigido John Michael
McDonagh después de la aplaudida El irlandés, y en ella recurre al
mismo elenco de consumados actores que cosechó una candidatura al
Globo de Oro
El irlandés era una áspera comedia policiaca, una película de amigos
dominada por la tirantez existente entre un corrupto policía
irlandés (Gleeson) y un íntegro agente del FBI (Don Cheadle).
Calvary, aun siendo extremadamente ingeniosa, se adentra en un
territorio más emocionalmente complejo e indudablemente moral.
El resultado es un retrato siniestramente gracioso de un miembro del clero acuciado por los problemas (Gleeson), que, al tiempo que mantiene viva su fe, se ve obligado a enfrentarse a la mezcla volátil de la vida moderna compuesta de deseo y pecado, corrupción y compasión. Tal y como recuerda Gleeson: “¿Cómo debe ser el sufrir vilipendio por los pecados de los demás, formando parte de una organización a la que uno se ha incorporado aunque con diferentes aspiraciones? Lo que nos intrigaba era la idea de la dificultad que debe entrañar el mantener el sentido de la verdad y de la bondad cuando uno está siendo objeto de difamación. El estilo de Calvary queda fuera de los límites normales del género del crimen ya que su personaje principal es impulsado muy de veras por la virtud. “Es mucho más difícil escribir para conseguir un buen personaje, porque el impulso narrativo de un thriller proviene habitualmente más de los antihéroes o villanos del relato, por lo que fue un tanto peliagudo”, reconoce McDonagh.
Aunque la eternamente cruda belleza y las actuales dificultades económicas de Irlanda podrían tener su eco en los temas del relato, McDonagh siempre concibió Calvary como un reflejo de lo que está sucediendo en todo el mundo, rebasando los encantos del escenario. “No se trata de una película sobre Irlanda ni sobre sus problemas, sino que gira en torno a los problemas de todos”, afirma el guionista-director. El guión hizo que se incorporaran al grupo los productores de Reprisal Films, Chris Clark y Flora Fernández-Marengo, que también habían producido El Irlandés. Quedaron enganchados desde las primeras palabras del guión, una espeluznante confesión de horrendos malos tratos durante la infancia, seguida del inmisericorde intento de asesinar a un hombre inocente, que no es otro que el sacerdote. "Comenzamos con un sacerdote amenazado durante la confesión”, explica Clark; " y luego, es la víctima la que tiene que lidiar con sus demonios, deliberando si va a enfrentarse con quien desea asesinarlo y cómo lo va a hacer. Existe, de principio a fin, una creciente sensación de suspense, casi igual a la de una película del Oeste… en la que se vislumbra la proximidad de un momento propio de Solo ante el peligro”. “La película está brillantemente ensamblada”, asegura Flynn. “Hay un componente de thriller, pero también un relato muy conmovedor sobre la familia, la edad, la disfunción y el amor.
Es un argumento amplio que cubre muchos temas y espectros”.Calvary enlazó un gran repertorio de hilos literarios, artísticos y cinematográficos para crear un relato profundamente estructurado en el que la comedia macabra se disuelve constantemente en la oscuridad existencial y viceversa. “El humor es anárquico, siniestro e hiriente, al estilo de Buñuel; la puesta en escena se inspira en Andrew Wyeth; la filosofía, en Jean Améry; y el estilo transcendental, en Robert Bresson”, observa McDonagh. Ese remolino de temas y estados de ánimo emergería en un rodaje de 29 días llevado a cabo en la crudamente lírica aldea de pescadores de Easkey, sita en el condado de Sligo (Irlanda) Allí, el recio paisaje, azotado por los elementos, permanece en gran medida sin cambio, aunque es el lugar donde el mundo de un sacerdote como el padre James ha sufrido un cambio sísmico. Cuando el padre James recorre su aldea en los siete días rebosantes de experiencias que siguen a la amenaza de muerte del aspirante a asesino, se encuentra con fieles que parecen, al mismo tiempo, censurar su presencia y, sin embargo, anhelar su consejo. Constituyen una mezcla tan extravagante de cínicos maliciosos, nihilistas y hedonistas –una combinación evidentemente moderna de personas deshechas, desapegadas e irreverentemente desilusionadas– que la diversidad del conjunto atrajo a un reparto de actores especialmente consumados, muchos de los cuales dieron en la película giros impredecibles.
Es un guión para actores, por lo que al menos un año antes del inicio de la producción, ya estaba la directora de reparto, Jina Jay, dedicada a reunir el elenco. Desde el mismo momento en que John Michael McDonagh ideó el argumento de CALVARY, supo que lo ambientaría en Easkey, en la costa occidental de Irlanda, escarpada y azotada por los vientos, que no es una zona frecuentemente filmada, al margen de sus propias películas. EL IRLANDÉS” nos enseñó algo sobre el trabajo en la costa occidental de Irlanda”, explica el productor Chris Clark. “No existe industria cinematográfica en Easkey ni en Sligo. Es posible utilizar la mano de obra y el talento local, y empleamos a algunos actores locales para papeles de extras. Aparte de eso, hay que llevar todo”. Para el enfrentamiento en la playa, momento supremo de la película, McDonagh y Smith emplearon cámara lenta para evitar todo sensacionalismo en lo que ocurre entre el sacerdote y su archienemigo, aunque haciéndolo más grandioso, y para destacar las fuertes emociones y la básica humanidad del momento. Para Brendan Gleeson utilizaron una sotana de viejo estilo con botones, que, aunque rara vez se utiliza, recuerda a los sacerdotes que vemos en los clásicos Spaghetti Westerns. Queríamos una imagen emblemática”, afirma McDonagh. “La imagen es un tanto arcaica y representa aproximadamente a una iglesia que ya no existe”.
El resultado es un retrato siniestramente gracioso de un miembro del clero acuciado por los problemas (Gleeson), que, al tiempo que mantiene viva su fe, se ve obligado a enfrentarse a la mezcla volátil de la vida moderna compuesta de deseo y pecado, corrupción y compasión. Tal y como recuerda Gleeson: “¿Cómo debe ser el sufrir vilipendio por los pecados de los demás, formando parte de una organización a la que uno se ha incorporado aunque con diferentes aspiraciones? Lo que nos intrigaba era la idea de la dificultad que debe entrañar el mantener el sentido de la verdad y de la bondad cuando uno está siendo objeto de difamación. El estilo de Calvary queda fuera de los límites normales del género del crimen ya que su personaje principal es impulsado muy de veras por la virtud. “Es mucho más difícil escribir para conseguir un buen personaje, porque el impulso narrativo de un thriller proviene habitualmente más de los antihéroes o villanos del relato, por lo que fue un tanto peliagudo”, reconoce McDonagh.
Aunque la eternamente cruda belleza y las actuales dificultades económicas de Irlanda podrían tener su eco en los temas del relato, McDonagh siempre concibió Calvary como un reflejo de lo que está sucediendo en todo el mundo, rebasando los encantos del escenario. “No se trata de una película sobre Irlanda ni sobre sus problemas, sino que gira en torno a los problemas de todos”, afirma el guionista-director. El guión hizo que se incorporaran al grupo los productores de Reprisal Films, Chris Clark y Flora Fernández-Marengo, que también habían producido El Irlandés. Quedaron enganchados desde las primeras palabras del guión, una espeluznante confesión de horrendos malos tratos durante la infancia, seguida del inmisericorde intento de asesinar a un hombre inocente, que no es otro que el sacerdote. "Comenzamos con un sacerdote amenazado durante la confesión”, explica Clark; " y luego, es la víctima la que tiene que lidiar con sus demonios, deliberando si va a enfrentarse con quien desea asesinarlo y cómo lo va a hacer. Existe, de principio a fin, una creciente sensación de suspense, casi igual a la de una película del Oeste… en la que se vislumbra la proximidad de un momento propio de Solo ante el peligro”. “La película está brillantemente ensamblada”, asegura Flynn. “Hay un componente de thriller, pero también un relato muy conmovedor sobre la familia, la edad, la disfunción y el amor.
Es un argumento amplio que cubre muchos temas y espectros”.Calvary enlazó un gran repertorio de hilos literarios, artísticos y cinematográficos para crear un relato profundamente estructurado en el que la comedia macabra se disuelve constantemente en la oscuridad existencial y viceversa. “El humor es anárquico, siniestro e hiriente, al estilo de Buñuel; la puesta en escena se inspira en Andrew Wyeth; la filosofía, en Jean Améry; y el estilo transcendental, en Robert Bresson”, observa McDonagh. Ese remolino de temas y estados de ánimo emergería en un rodaje de 29 días llevado a cabo en la crudamente lírica aldea de pescadores de Easkey, sita en el condado de Sligo (Irlanda) Allí, el recio paisaje, azotado por los elementos, permanece en gran medida sin cambio, aunque es el lugar donde el mundo de un sacerdote como el padre James ha sufrido un cambio sísmico. Cuando el padre James recorre su aldea en los siete días rebosantes de experiencias que siguen a la amenaza de muerte del aspirante a asesino, se encuentra con fieles que parecen, al mismo tiempo, censurar su presencia y, sin embargo, anhelar su consejo. Constituyen una mezcla tan extravagante de cínicos maliciosos, nihilistas y hedonistas –una combinación evidentemente moderna de personas deshechas, desapegadas e irreverentemente desilusionadas– que la diversidad del conjunto atrajo a un reparto de actores especialmente consumados, muchos de los cuales dieron en la película giros impredecibles.
Es un guión para actores, por lo que al menos un año antes del inicio de la producción, ya estaba la directora de reparto, Jina Jay, dedicada a reunir el elenco. Desde el mismo momento en que John Michael McDonagh ideó el argumento de CALVARY, supo que lo ambientaría en Easkey, en la costa occidental de Irlanda, escarpada y azotada por los vientos, que no es una zona frecuentemente filmada, al margen de sus propias películas. EL IRLANDÉS” nos enseñó algo sobre el trabajo en la costa occidental de Irlanda”, explica el productor Chris Clark. “No existe industria cinematográfica en Easkey ni en Sligo. Es posible utilizar la mano de obra y el talento local, y empleamos a algunos actores locales para papeles de extras. Aparte de eso, hay que llevar todo”. Para el enfrentamiento en la playa, momento supremo de la película, McDonagh y Smith emplearon cámara lenta para evitar todo sensacionalismo en lo que ocurre entre el sacerdote y su archienemigo, aunque haciéndolo más grandioso, y para destacar las fuertes emociones y la básica humanidad del momento. Para Brendan Gleeson utilizaron una sotana de viejo estilo con botones, que, aunque rara vez se utiliza, recuerda a los sacerdotes que vemos en los clásicos Spaghetti Westerns. Queríamos una imagen emblemática”, afirma McDonagh. “La imagen es un tanto arcaica y representa aproximadamente a una iglesia que ya no existe”.
Calvario. Sustantivo. Plural, Calvarios.
1. (a menudo, en minúsculas) una representación escultórica de la Crucifixión, habitualmente levantada al aire libre.
2. (en minúsculas) una experiencia u ocasión de intenso interrogatorio o transformación mental a través de la angustia.
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