Big Eyes. Comentario
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Título original: Big Eyes.
País: Estados Unidos.
Año: 2014.
Duración:
Dirección: Tim Burton.
Guión: Scott Alexander & Larry Karaszewski.
Casting: Jeanne McCarthy, c.s.a., Nicole Abellera, c.s.a.; Canadá: Coreen Mayrs, c.s.a., Heike Brandstatter, c.s.a.
Diseño de Fotografía: Bruno Delbonnel, a.s.c.
Música: Danny Elfman.
Edición: J.C.Bond
Supervisión dirección artística: Chris August.
Decorador del set: Shane Vieau.
Diseño de Vestuario: Collin Atwood.
Jefe de Departamento de maquillaje: Victoria Down y Connie Parker.
Jefe de Departamento de peluquería: Sanna Seppanen.
Productores: Lynette Howell , Scotgt Alexander, Larry Karaszewski, Jamie Patricof, Tim Burton.
Diseño de producción: Rick Heinrichs.
Productores ejecutivos: Bob Weinstein y Harvey Weinstein, Jamie Patricof, Katterli Frauenfelder.
Compañías. Productoras: The Weinstein Company presenta una producción de Tim Burton/ Electry City Entertainment. Distribuidora : eOne Films Spain
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Amy Adams: Margaret Keane
Christoph Waltz: Walter Keane,
Dany Huston: Dick Nolan,
Krysten Ritten: Dee-Ann,
Jason Schwatzman: Ruben,
Terence Stamp: John Canaday
Jon Polito: Enrico Banducci,
Delaney Raye: Joven Jane,
Madeleine Arthur: Older Jane,
...
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Walter Keane, interpretado por Christoph Waltz, y Margaret Keane, enarnada por Amy Adams, fue una pareja de pintores que a mediados del siglo pasado vendían unos cuadros que pintaba ella y fimaba él, un tandem perfecto hasta que se rompió la relación entre ambos. Durante años, el marido, que se había atribuido la autoría, la humilló e incluso la amenazó de muerte y sólo pudo recuperar su reputación en los tribunales.
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El 19 de julio de 2013, Borja Bas escribía un artículo en 'El País en el que contaba la anécdota de la película El dormilón (1973), en la que " Woody Allen nos traslada a una fiesta esnob en un futuro improbable donde Diane Keaton, la anfitriona, recibe como regalo un cuadro: “¡Es un auténtico keane!”, exclama extasiada ante el lienzo de una niña de ojos grandes asomando de una puerta realizado con un trazo rudimentario. La intención del cineasta no era otra que hacer un chiste a costa de lo que en la época se consideraba una corriente kitsch y denostada por la crítica. Con el tiempo, el arte bautizado como big eye o big eyed (retratos de niños, mujeres, perros y gatos con enormes globos oculares) pasó de baratija a codiciada joya underground. Fans confesos de Keane, como los artistas plásticos Mark Ryden y Takashi Murakami o el creador de Las Supernenas, Craig McCracken, han actualizado y concedido un barniz cool al estilo. (El infierno de la artista que iluminó a Tim Burton)
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Premios (Filmaffinity):
2014: Globos de Oro: Mejor actriz principal - Comedia o musical (Amy Adams)
2014: Premios BAFTA: 2 nominaciones incluyendo Mejor actriz (Amy Adams)
2014: Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor guión
2014: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor canción "Big Eyes"
2014: Premios BAFTA: 2 nominaciones incluyendo Mejor actriz (Amy Adams)
2014: Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor guión
2014: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor canción "Big Eyes"
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Comentario:
El film comienza con unas horribles imágenes de desorden urbanístico en North Beach de San Francisco, donde llega Margareth con su hija, una mujer que ha salido de un matrimonio fallido y que se dedica a pintar cuadros de niños con unos grandes ojos, acusados por la crítica de angustiosos, sensibleros, propios de un aficionado, y dotados de boba sinceridad muy kitsch ; el arte debe elevar, no complacer, advierte el crítico de arte del New York Times a los que siguen complacientes las modas. Tras conocer y contraer matrimonio con Keane, un agente inmobiliario, comienza una de las grandes pesadillas de esta mujer, que arruinó una gran parte de su vida y la de su hija por satisfacer el ego de un hombre que jamás había cogido un pincel y que prosperó tanto personal como económicamente a costa de una esposa que no tuvo la suficiente fuerza para rebelarse.
Tim Burton creció con el mito de esta mujer que pintaba niños, mujeres, perros y gatos con grandes ojos entre sus iconos, y por fin ha satisfecho su deseo de hacer una película que no ha sido bien entendida por los fans del realizador. Bien ejecutada e interpretada por una sensible Amy Adams, y Christoph Waltz, histriónico en exceso, ha defraudado a los fans del director porque se aleja del estilo gótico y estrafalario que lo caracteriza para introducirse en un estilo visual que impone la singular creadora de unos horribles cuadros, que acabó militando en las filas de los testigos de Jeováh; una mujer débil y maltratada por los hombres, especialmente por quien la suplantó durante los mejores años de su vida. La primera vez que se acercó a la Iglesia católica, el vicario de dios en la tierra, el confesor ad hoc, le aconsejó someterse a las decisiones de su marido.
Si algo narra de forma realista, aspecto muy difícil de llevar a un documental, como aconseja Eric Kohn de Indiewire, es la debilidad de una mujer admirada por grandes pintores de la época, por destacados fotógrafos como Andy Warhol y destacados miembros del mundillo del cine, entre los que se hallaban directores como Woody Allen, que regaló un cuadro suyo a Diane Keaton, incapaz de hacer valer sus derechos y darse a conocer. Es difícil de entender por quien nunca se haya encontrado en esta situación por qué no luchó, por qué permitió que su hija tuviera miedo a decirle que mentía, por qué se encerraba en su habitación a pintar, escondiéndose de todos, para que el éxito recayera en su esposo. Poco a poco el amor inicial se fue transformando en otros sentimientos más oscuros, como el temor a perder su nivel de vida y el de su hija, el miedo a las amenazas que él profería...hasta convertir su vida en un infierno que duró demasiados años. Descubierto el fiasco, aunque él negó hasta el fin de sus vida el fraude, ella sigue pintando, aunque el mal que le había hecho su marido era ya irreparable. Tim Burton nos ha mostrado a la mujer, aunque lo que la hizo famosa, esos espantosos cuadros que parecen más propios de los tebeos infantiles, kitschs y vulgares, imponen un estilo visual y estético que aparta esta película del género que creó para sí el propio Burton, una combinación de imágenes góticas, terroríficas, aunque dotadas de sensibilidad, y a la vez cínicas y caústicas, como sus inquietantes poemas, recogidos bajo el título de 'La melancólica muerte del niño ostra."
Tim Burton ha hecho una película para sí mismo, acerca de una mujer que nadie sabe por qué le obsesionó desde niño, cuando vio todo tipo de reproducciones de sus obras en supermercados, gasolineras y otro tipo de establecimientos de venta de productos variados de paso, y ha invitado a su público a seguirle. A mí no me ha desagradado la experiencia. No fueron pocos, ni carentes de influencia e importancia para marcar tendencias en el arte quienes alabaron sus obras y las compraron a precios astronómicos, manifestando su inclinación hacia un snobismo sin criterio; la gente modesta se tuvo que conformar con las reprografías de todo tipo (carteles de los cuadros, postales de los carteles...); hoy Burton nos cuenta esta curiosa historia.
El film comienza con unas horribles imágenes de desorden urbanístico en North Beach de San Francisco, donde llega Margareth con su hija, una mujer que ha salido de un matrimonio fallido y que se dedica a pintar cuadros de niños con unos grandes ojos, acusados por la crítica de angustiosos, sensibleros, propios de un aficionado, y dotados de boba sinceridad muy kitsch ; el arte debe elevar, no complacer, advierte el crítico de arte del New York Times a los que siguen complacientes las modas. Tras conocer y contraer matrimonio con Keane, un agente inmobiliario, comienza una de las grandes pesadillas de esta mujer, que arruinó una gran parte de su vida y la de su hija por satisfacer el ego de un hombre que jamás había cogido un pincel y que prosperó tanto personal como económicamente a costa de una esposa que no tuvo la suficiente fuerza para rebelarse.
Tim Burton creció con el mito de esta mujer que pintaba niños, mujeres, perros y gatos con grandes ojos entre sus iconos, y por fin ha satisfecho su deseo de hacer una película que no ha sido bien entendida por los fans del realizador. Bien ejecutada e interpretada por una sensible Amy Adams, y Christoph Waltz, histriónico en exceso, ha defraudado a los fans del director porque se aleja del estilo gótico y estrafalario que lo caracteriza para introducirse en un estilo visual que impone la singular creadora de unos horribles cuadros, que acabó militando en las filas de los testigos de Jeováh; una mujer débil y maltratada por los hombres, especialmente por quien la suplantó durante los mejores años de su vida. La primera vez que se acercó a la Iglesia católica, el vicario de dios en la tierra, el confesor ad hoc, le aconsejó someterse a las decisiones de su marido.
Si algo narra de forma realista, aspecto muy difícil de llevar a un documental, como aconseja Eric Kohn de Indiewire, es la debilidad de una mujer admirada por grandes pintores de la época, por destacados fotógrafos como Andy Warhol y destacados miembros del mundillo del cine, entre los que se hallaban directores como Woody Allen, que regaló un cuadro suyo a Diane Keaton, incapaz de hacer valer sus derechos y darse a conocer. Es difícil de entender por quien nunca se haya encontrado en esta situación por qué no luchó, por qué permitió que su hija tuviera miedo a decirle que mentía, por qué se encerraba en su habitación a pintar, escondiéndose de todos, para que el éxito recayera en su esposo. Poco a poco el amor inicial se fue transformando en otros sentimientos más oscuros, como el temor a perder su nivel de vida y el de su hija, el miedo a las amenazas que él profería...hasta convertir su vida en un infierno que duró demasiados años. Descubierto el fiasco, aunque él negó hasta el fin de sus vida el fraude, ella sigue pintando, aunque el mal que le había hecho su marido era ya irreparable. Tim Burton nos ha mostrado a la mujer, aunque lo que la hizo famosa, esos espantosos cuadros que parecen más propios de los tebeos infantiles, kitschs y vulgares, imponen un estilo visual y estético que aparta esta película del género que creó para sí el propio Burton, una combinación de imágenes góticas, terroríficas, aunque dotadas de sensibilidad, y a la vez cínicas y caústicas, como sus inquietantes poemas, recogidos bajo el título de 'La melancólica muerte del niño ostra."
Tim Burton ha hecho una película para sí mismo, acerca de una mujer que nadie sabe por qué le obsesionó desde niño, cuando vio todo tipo de reproducciones de sus obras en supermercados, gasolineras y otro tipo de establecimientos de venta de productos variados de paso, y ha invitado a su público a seguirle. A mí no me ha desagradado la experiencia. No fueron pocos, ni carentes de influencia e importancia para marcar tendencias en el arte quienes alabaron sus obras y las compraron a precios astronómicos, manifestando su inclinación hacia un snobismo sin criterio; la gente modesta se tuvo que conformar con las reprografías de todo tipo (carteles de los cuadros, postales de los carteles...); hoy Burton nos cuenta esta curiosa historia.
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