Bellissima. Luchino Visconti
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Ficha técnica:
Título original: Bellíssima.
País: Italia.
Año: 1951.
Duración: 108 minutos.
Dirección: Luchino Visconti
Guión: Suso Cecchi D'Amico, Francesco Rosi, Luchino Visconti.
Director de Fotografía: Piero Portalupi (a.i.c.); Paul Ronald.
Cámara: Oberdan Troiani, Idelmo Simonelli.
Montaje: Mario Serandrei; secretario de edición: Rinaldo Ricci.
Diseño de Vestuario: Piero Tossi.
Maquillaje: Alberto De Rossi.
Director de producción: Paolo Moffa (a.d.c.) y Vittorio Glori (a.d.c.)
Film Bellisimi, a.r.l.
Video: Versatil Home Video.
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Intérpretes:
Anna Magnani: Maddalena Cecconi,
Walter Chiari: Alberto Annovazi,
Tina Apicella: Maria Cecconi,
Gastone Renzelli: Spartacco Cecconi,
Tecla Scazano: Tilde Sparnanzoni,
Lola Braccini: Mujer del Fotógrafo,
Arturo Bragaglia: Fotógrafo,
Nora Ricci: Laundry Worker,
Vittorina Benvenuti,
...
Participación extraordinaria de Alessandro Blasetti..
Niños de la Escuela de Baile de la Opera.
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Sinopsis:
En los estudios de Cinecittà, el director Alessandro Blasetti está haciendo un casting para seleccionar a la niña que actuará en su nueva película. Entre las madres que han llevado a sus hijas está Maddalena Cecconi, una mujer de barrio que sueña con ver a su hija en el Olimpo de las grandes estrellas. Contra la voluntad de su marido, Maddalena no repara en medios para conseguir su objetivo: inscribe a María en un curso de baile y actuación, le paga fotógrafo y peluquera, le encarga vestidos a medida. En su obsesión, confía incautamente en Alberto Annovazzi, un especulador sin escrúpulos que dice tener los contactos necesarios para que María realice la prueba.
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Comentario:
Al narrar la historia de Maddalena (Anna Magnani) y su pequeña hija María. una niñita de algo más de tres años, Luchino Visconti realiza un ejercicio de escritura metalingüística a través de la narración de una historia intradiegética: el cine visto desde dentro, como un personaje más que interactúa con los demás, condiciona su comportamiento, fomenta sus sueños y moldea sus perspectivas de futuro. La acción se sitúa en un patio de barrio en el que la portera actúa como árbitro de las disensiones entre los inquilinos y todos acuden en ayuda de quien ellos creen que lo necesita o con objetivos más espurios, como 'cotillear' y obtener información para sus habladurías sobre el más nimio y superficial acontecimiento, en pleno verano, en el temido ferragosto, en el que los vecinos salen a sus terrazas ligeros de ropa, para poder respirar durante la noche y disfrutar del cine de verano, en cuyas pantallas al aire libre cobran vida Montgomery Clift o John Wayne. Quienes no tenían, tienen o tendrán la oportunidad de huir de las ciudades cuando reina la canícula, se sienten trasladados, gracias a la magia de este espectáculo para pobres. como lo llama Noél Burch, a escenarios heroicos o lugares propicios a la aventura.
En este contexto de posguerra y escasez de recursos, un cineasta real, Alessandro Blasetti, irrumpe en la ficción como director de una película para la que convoca un casting al que llama a niñas pequeñas, entre tres y diez u once años, con el propósito de seleccionar a una de ellas para que trabaje en su película. La agraciada participará en su nueva película. Este llamamiento funciona como un reclamo que hace salir de sus casas a montones de madres con sus niñas para que exhiban ante el equipo técnico del film sus virtudes escénicas, cultivadas a través del recitado de poesías, los nuevos bailes, los bailes clásicos...Entre ellas se encuentra Maddalena, interpretada por Anna Magnani, de quien se dice que Fellini asoció con Roma, y Rosellini la convirtió en la gran 'Mamma Roma', la madre-leona, la mamma italiana capaz de darlo todo por sus hijos, pero también de presentar la más fiera resistencia y agresividad contra quien se atreva a reirse de ellos y hacerles daño. La 'mama Roma', la madre de todos.
Incontenible, desmesurada, sumamente expresiva, Maddalena se gastará el dinero que no tiene en comprarle ropa a su hija, llevarla a la peluquería pagarle clases de dicción y de baile, e incluso pagar a un cazatalentos, al que compra la famosa 'Lambretta', a cambio de que utilice sus buenos oficio en pro de su pequeña. Toma la decisión de sobornar a este joven cuando observa que las demás madres presumen de tener contactos entre el personal que trabaja en los estudios . El viaje que emprende la abnegada madre permite a Visconti proporcionar imágenes que evocan otras del neorrealismo italiano, especialmente de Vittorio De Sicca y su realismo mágico, en el que grupos de desposeídos sueñan con salir de la situación de postración en que se encuentran. Cuando todo ha terminado, en un mundo en el que el happy-end, el sueño homologable al americano, es imposible, nada impide que, como hará muchos años después la protagonista de 'La rosa púrpura de El Cairo' de Woody Allen, Maddalena vuelva a soñar con sus mitos de la gran pantalla. La visión realista del mundo, en ocasiones nauseabundo, que se oculta tras la gran tela blanca en la que se imprimen los sueños, no será capaz de arrancarle la ilusión que le proporciona el cine, la única que puede cerrar sus más hondas heridas.
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