Siempre Alice. Richard Glatzer y Wash Westmoreland.
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Ficha técnica:
Título original: Still Alice.
País: Estados Unidos:
Año: 2014.
Duración: 101 minutos.
Guión y Dirección: Richard Glatzer y Wash Westmoreland.
Casting: Kerry Barden, Paul Schnee.
Dirección de Fotografía: Denis Lenoir, a.s.c., a.f.c. Color.
Música: Ilan Eshkeri; supervisores: Randall Poster y Meghan Currier.
Edición: Nicolas Chaudeurge.
Diseño de Vestuario: Stacey Battat.
Productores: Lex Lutzus, James Brown, Pamela Koffeler.
Productores ejecutivos: Marfie Savare, Christine Vachon, Maria Schriver.
Diseño de Producción: Tomasso Ortino.
Sony Picrtures Classics Release, BSM Studio, presenta a Lutzus Brown Production aociado con Killer Films/Big Indie Pictures y Shriver .
Intérpretes:
Julianne Moore: Dra. Alice Howland,
Kristen Stewart: Lydia Howland,
Kate Bosworth: Anna Howland.Jones,
Alec Baldwin: Dr. John Howland,
Hunter Parrish: Tom Howland,
Seth Gilliam: Frederic Johnson,
Cat Lynch: empleada de Pinkberry.
Sinopsis:
Alice Howland (Julianne Moore), felizmente casada con tres hijos, es una profesora de lengua que empieza a olvidar las palabras. Cuando recibe un diagnóstico devastador, los vínculos de Alice con su familia se verán puestos a prueba. Producción independiente sobre la enfermedad del Alzheimer que llamó mucho la atención de la crítica por la interpretación de Julianne Moore. Adaptación de la novela de Lisa Genova, 'Siempre Alice' cuenta en su reparto con Kate Bosworth, Alec Baldwin y Kristen Stewart.
Premios:
2014: Premios Oscar: Nominada a Mejor actriz principal (Julianne Moore)
2014: Globos de Oro: Mejor actriz principal - Drama (Julianne Moore)
2014: Premios BAFTA: Nominada a Mejor actriz (Julianne Moore)
2014: National Board of Review: Mejor actriz (Moore). Top independientes del año
2014: Premios Gotham: Mejor actriz (Julianne Moore)
2014: Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor actriz (Moore)
2014: Satellite Awards: Nominada a Mejor actriz (Moore)
2014: Sindicato de Actores (SAG): Nominada a Mejor actriz (Moore)
2014: Critics Choice Awards: Mejor actriz (Moore)
2014: Críticos de Chicago: Mejor actriz (Moore) .
2014: Globos de Oro: Mejor actriz principal - Drama (Julianne Moore)
2014: Premios BAFTA: Nominada a Mejor actriz (Julianne Moore)
2014: National Board of Review: Mejor actriz (Moore). Top independientes del año
2014: Premios Gotham: Mejor actriz (Julianne Moore)
2014: Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor actriz (Moore)
2014: Satellite Awards: Nominada a Mejor actriz (Moore)
2014: Sindicato de Actores (SAG): Nominada a Mejor actriz (Moore)
2014: Critics Choice Awards: Mejor actriz (Moore)
2014: Críticos de Chicago: Mejor actriz (Moore) .
Lo que se dice:
Isabel Paredes Badía da un diagnóstico bastante acertado sobre una mujer culta, una profesora universitaria de lengua, una buena madre de tres hijos, casada con otro profesor, el Doctor Howland, que de pronto descubre algo que venía sospechando, que está perdiendo la memoria: " El tandem formado por Richard Glatzer y Wash Westmoreland cambian de registro tras La última aventura de Robin Hood con una película sobre una mujer afectada de manera temprana por el Alzheimer. Aunque poco imaginativa y llena de tópicos, Siempre Alice, posee suficientes buenos momentos para rehuir el peligroso camino de las películas sobre enfermedades, en gran medida gracias a una Julian Moore que se vale ella sola para dar sentido y solidez a la propuesta."
La crítica es unánime en la valoración de la película, en especial la norteamericana, que da valor, como Isabel Paredes Badía, especialmente el trabajo de Julianne Moore.
El film ha sido recibido, merecidamente, con entusiasmo por los críticos y los colectivos de directores y actores que otorgan los premios más importantes del cine. Juan Roures, (La estación del fotograma perdido), un gran conocedor de los Festivales de Cine, sostiene que le exige más a una película candidata a los Oscars, como innovación y/o riesgo, y eso no lo proporciona el film de Glatzer y Westmoreland, que hacen una película indie, con más garra que las películas habituales del género, con aparentes pocos recursos, sets modestos, generalmente en espacios cerrados, cediendo todo el protagonismo a Julianne Moore, pero nada novedosa en los modos de narración y representación.
Como la mayor parte de los films del género nos muestra a una clase media culta, con un nivel de vida elevado y un gusto exquisito hasta en la preparación de las mesas en torno a las cuales se reune la familia en las citas especiales y las fiestas navideñas; Alice está muy preocupada por la formación de sus hijos, y, en especial por la menor de ellos, Lidya (Kristen Stewart) que ha decidido dedicar su vida al teatro y no escuchar los consejos de su madre que quiere que, además, luche por conseguir un título universitario que le garantice una vida cómoda en el futuro, que, como luego se descubrirá, nadie tiene garantizado. Pero, para las clases medias, una educación que no se cursa hasta el final, recorriendo todos y cada uno de sus tramos, que no capacita para el pensamiento especulativo y no desarrolla la capacidad discursiva, es una educación fallida. Alice es una profesora de lingüística (no se hace explícita la especialidad), que intenta enseñar a sus alumnos a comunicarse con los demás, sin ruidos ni interferencias.
Cuando nota que empieza a tener frecuentes lapsus, entiende que el hombre pasa la mayor parte de su vida temiendo cosas que nunca le van a suceder, y, cuando la desgracia auténtica, la que lo va a herir de verdad, llega a su vida, lo encuentra totalmente desprevenido. Lo que jamás podía haber soñado Alice, ni en la peor de sus pesadillas, es que todo su esfuerzo por aprender, por mejorar, por usar mejor el lenguaje y comunicarse con sus semejantes de la mejor manera, estaba a punto de perderlo; ahora tenía que aprender a perder algo cada día, algo que había representado para ella la parte más importante de su vida, como para un músico sus manos o un corredor sus pies. Y esa tragedia se produce cuando todavía es joven, circunstancia que favorece el desarrollo más rápido de una enfermedad que en las personas mayores avanza con mayor lentitud.
La protagonista tiene un handicap: es una mujer que sabe, que conoce, que imagina, con bastante precisión lo que le va a pasar, que visita una institución del tipo de aquellas en las que acaban los que padecen la misma enfermedad que ella, y que vive con gran dolor las primeras consecuencias de su desmemoria: no encuentra el servicio, se pierde cuando sale al parque a correr, haciendo footing. se olvida de sus propósitos de vivir con intensidad cada momento y hasta olvida quienes son sus hijos. La película termina cuando comienza su degradación, evitando todo el morbo que pueda producir ver su decadencia; la mayor parte del metraje la vemos guapa, bien peinada y mejor vestida, preparándose tés, haciendo deporte, paseando por la orilla de la playa, y sufriendo una debacle periódicamente.
La película es tranquila, agradable visualmente, elegante, sin estridencias, porque Alice sabe dotar a cada momento con los suyos de un toque estético, a lo que añade su constante sonrisa, su aspecto plácido y su apariencia de mujer independiente, culta y amante de su familia, que esconde su tragedia en lo más profundo de su ser, mientras recuerde las formas de hacerlo y no necesite ayuda externa para lavarse, cocinar o disponer las agradables mesas. Un film que nos demuestra lo que tiene más valor en un hombre: a pesar de ser un animal, lo es racional, y cuanto más cultive este aspecto más humano se hará. Alice pierde la razón, pero no como lo hace el común de los mortales y denuncia William Shakespeare en Julio César (¡Oh raciocinio/has ido a refugiarte en los irracionales/ porque los hombres han perdido la razón); ella pierde sus valores involuntariamente, porque su organismo, por una herencia genética, ha decidido cambiar la composición química y lo ha programado para que se olvide de todo lo que ha aprendido, chocando abiertamente con la primera clase que imparte a sus alumnos universitarios a principio del film. La profesora de Universidad pierde su condición humana cuando todavía no ha logrado convencer a su hija de que termine sus estudios superiores, que se niega a realizarse las mismas pruebas que sus hermanos, para conocer si ha heredado esta dolencia familiar.
Los guionistas y realizadores logran lo que se proponen. No hace falta que nadie nos informe de la existencia de la enfermedad que padece Alice, porque todo el mundo la conoce, ya que al alargarse la esperanza de vida de los seres humanos, muchos tienen padres o madres con Alzheimer; tres o cuatro visitas al neurólogo, unas pocas radiografias y unos cuantos lapsus dan suficiente información sobre una enfermedad en cuya investigación se invierten grandes fortunas. Lo que le queda bastante claro al espectador es que lo que hace hombre a un homínido es su especialización en el cerebro, que lo convierte en un ser superior al resto de los animales; si este se daña el hombre pierde esta condición, se hace vulnerable y ni siquiera se puede guiar por el instinto, dependiendo de todos para todo.
La crítica es unánime en la valoración de la película, en especial la norteamericana, que da valor, como Isabel Paredes Badía, especialmente el trabajo de Julianne Moore.
Crítica:
El film ha sido recibido, merecidamente, con entusiasmo por los críticos y los colectivos de directores y actores que otorgan los premios más importantes del cine. Juan Roures, (La estación del fotograma perdido), un gran conocedor de los Festivales de Cine, sostiene que le exige más a una película candidata a los Oscars, como innovación y/o riesgo, y eso no lo proporciona el film de Glatzer y Westmoreland, que hacen una película indie, con más garra que las películas habituales del género, con aparentes pocos recursos, sets modestos, generalmente en espacios cerrados, cediendo todo el protagonismo a Julianne Moore, pero nada novedosa en los modos de narración y representación.
Como la mayor parte de los films del género nos muestra a una clase media culta, con un nivel de vida elevado y un gusto exquisito hasta en la preparación de las mesas en torno a las cuales se reune la familia en las citas especiales y las fiestas navideñas; Alice está muy preocupada por la formación de sus hijos, y, en especial por la menor de ellos, Lidya (Kristen Stewart) que ha decidido dedicar su vida al teatro y no escuchar los consejos de su madre que quiere que, además, luche por conseguir un título universitario que le garantice una vida cómoda en el futuro, que, como luego se descubrirá, nadie tiene garantizado. Pero, para las clases medias, una educación que no se cursa hasta el final, recorriendo todos y cada uno de sus tramos, que no capacita para el pensamiento especulativo y no desarrolla la capacidad discursiva, es una educación fallida. Alice es una profesora de lingüística (no se hace explícita la especialidad), que intenta enseñar a sus alumnos a comunicarse con los demás, sin ruidos ni interferencias.
Cuando nota que empieza a tener frecuentes lapsus, entiende que el hombre pasa la mayor parte de su vida temiendo cosas que nunca le van a suceder, y, cuando la desgracia auténtica, la que lo va a herir de verdad, llega a su vida, lo encuentra totalmente desprevenido. Lo que jamás podía haber soñado Alice, ni en la peor de sus pesadillas, es que todo su esfuerzo por aprender, por mejorar, por usar mejor el lenguaje y comunicarse con sus semejantes de la mejor manera, estaba a punto de perderlo; ahora tenía que aprender a perder algo cada día, algo que había representado para ella la parte más importante de su vida, como para un músico sus manos o un corredor sus pies. Y esa tragedia se produce cuando todavía es joven, circunstancia que favorece el desarrollo más rápido de una enfermedad que en las personas mayores avanza con mayor lentitud.
La protagonista tiene un handicap: es una mujer que sabe, que conoce, que imagina, con bastante precisión lo que le va a pasar, que visita una institución del tipo de aquellas en las que acaban los que padecen la misma enfermedad que ella, y que vive con gran dolor las primeras consecuencias de su desmemoria: no encuentra el servicio, se pierde cuando sale al parque a correr, haciendo footing. se olvida de sus propósitos de vivir con intensidad cada momento y hasta olvida quienes son sus hijos. La película termina cuando comienza su degradación, evitando todo el morbo que pueda producir ver su decadencia; la mayor parte del metraje la vemos guapa, bien peinada y mejor vestida, preparándose tés, haciendo deporte, paseando por la orilla de la playa, y sufriendo una debacle periódicamente.
La película es tranquila, agradable visualmente, elegante, sin estridencias, porque Alice sabe dotar a cada momento con los suyos de un toque estético, a lo que añade su constante sonrisa, su aspecto plácido y su apariencia de mujer independiente, culta y amante de su familia, que esconde su tragedia en lo más profundo de su ser, mientras recuerde las formas de hacerlo y no necesite ayuda externa para lavarse, cocinar o disponer las agradables mesas. Un film que nos demuestra lo que tiene más valor en un hombre: a pesar de ser un animal, lo es racional, y cuanto más cultive este aspecto más humano se hará. Alice pierde la razón, pero no como lo hace el común de los mortales y denuncia William Shakespeare en Julio César (¡Oh raciocinio/has ido a refugiarte en los irracionales/ porque los hombres han perdido la razón); ella pierde sus valores involuntariamente, porque su organismo, por una herencia genética, ha decidido cambiar la composición química y lo ha programado para que se olvide de todo lo que ha aprendido, chocando abiertamente con la primera clase que imparte a sus alumnos universitarios a principio del film. La profesora de Universidad pierde su condición humana cuando todavía no ha logrado convencer a su hija de que termine sus estudios superiores, que se niega a realizarse las mismas pruebas que sus hermanos, para conocer si ha heredado esta dolencia familiar.
Los guionistas y realizadores logran lo que se proponen. No hace falta que nadie nos informe de la existencia de la enfermedad que padece Alice, porque todo el mundo la conoce, ya que al alargarse la esperanza de vida de los seres humanos, muchos tienen padres o madres con Alzheimer; tres o cuatro visitas al neurólogo, unas pocas radiografias y unos cuantos lapsus dan suficiente información sobre una enfermedad en cuya investigación se invierten grandes fortunas. Lo que le queda bastante claro al espectador es que lo que hace hombre a un homínido es su especialización en el cerebro, que lo convierte en un ser superior al resto de los animales; si este se daña el hombre pierde esta condición, se hace vulnerable y ni siquiera se puede guiar por el instinto, dependiendo de todos para todo.
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