Los jóvenes años de una reina. Ernst Marischka
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Ficha técnica:
Título original: Mädchenjahre einer Köning. (Los jóvenes años de una reina)
País: Austria.
Año: 1954.
Duración: 105 minutos.
Dirección: Ernst Marischka.
Guión: Ernst Marischka.
Director de Fotografía: Bruno Mondi.
Música: Herbert Janeczka.; dirección: Anton Profes
Montaje: Herman Leitner
Dirección artística: Fritz Jüptner-Jonstorff; asistente: Alexander Sawczynski
Diseño de Vestuario: Dr. Leo Bei, Gerdago.
Productor: Karl Ehrlich.
Productor ejecutivo: Fritz Andraschko.
Compañías. Productora: Erma Films, Herzog Filmverleih Zeigt
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Intérpretes:
Romy Schneider: Victoria,
Adrian Hoven: Príncipe Alberto,
Magda Schneider: Baronesa Lehzen,
Karl Ludwig Diehl: Lord Melbourbe,
Chritl Marday: Duquesa de Kent,
Paul Hörbige: Profesor Landmann.
Rudolf Vogel
Fred Liewehr
Otto Tressler
Alfred Neugebauer
Stefan Skodler
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Sinopsis:
Cuando la joven y bella princesa Victoria (1837-1902) se convierte en reina de Inglaterra, su madre y el jefe del gobierno le aconsejan que contraiga matrimonio con un joven de su rango. Pero ella, que no está de acuerdo con esa decisión, decide viajar en secreto a Francia la víspera de la fiesta de su cumpleaños
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Comentario:
Estas vacaciones en las que coinciden dos celebraciones en el mundo cristiano, la conmemoración del Adviento o llegada del hijo de dios a la Tierra y la celebración de su nacimiento, -la Natividad-, y el fin del año de nuestra era, que coincide, más o menos con estos acontecimientos, son en la actualidad una fiesta del consumo: regalos el día 24 de diciembre (el décimo mes del año romano), ya sea gracias a la magnanimidad de Santa Claus, San Nicolás o Papá Noel, según la zona geográfica en la que te ubiques, o los Magos de Oriente el 6 de enero, todos ellos los patronos de la adquisición de objetos cuya magia reside en la inutilidad de los mismos. Ha llegado el momento kitsch, y cada uno tiene sus pecados inconfesables: Tim Burton su admiración por los cuadros horrorosos de Margaret Keane, que han imitado los cuentos para niños pequeños, aunque son más inquietantes que los de los personajes del manga; otros se inclinan por Matt Lucas y su show Little Britain, y muchos más por la 'princesa' por excelencia, la de estrellas de brillantes en el pelo, talle de pluma y grandes miriñaques, que encarnó una de las actrices más bellas de las que han embelesado a los asiduos al cine, cuyo recorrido por este mundo fue muy breve. La amante eterna de Alain Delón que no pudo soportar la muerte de un hijo de 14 años, atravesado por una flecha de la valla de su casa.
Han pasado casi sesenta años y Romy Schneider sigue impactando con el glamour y la belleza de la actriz, hija de los también actores Wolff Albach-Retti y Magda Schneider, que se relacionaron con el entorno de Hitler (Wikipedia); el film que ahora comentamos de Ernst Marischka precede a la famosa trilogía de la emperatriz Sissi, que junto con su marido, de la dinastía de los Habsburgo, estuvo al frente del imperio austrohúngaro en una época de grandes convulsiones que condujeron a la creación de los reinos más tardíos de Europa: Alemania e Italia, redefinió las fronteras y desembocó en la Primera Guerra Mundial. El personaje impactó al propio Visconti que lo volvió a llevar a la pantalla con la misma actriz, en su magnífica película Luís II de Baviera. En esta ocasión Romy encarna a la Reina Victoria de Inglaterra, la que dio nombre a una época, caracterizada por profundos cambios políticos. sociales (consecución por la presión de las sufragistas del sufragio universal), culturales y científicos, bajo uno de los reinados más largos de Inglaterra (62 años) . La película se centra en lo que se ha denominado Victorianismo temprano, en el que se asienta la sociedad nacida al calor de la revolución industrial y se dota de la capacidad de auto-gestión a las colonias. La gravedad de las responsabilidades que recaen sobre la joven reina se contraresta con la presencia de unos personajes un tanto ridículos, (predecesores del agente de los servicios secretos de Sissi), que se ponen en situaciones estrafalarias para complacer a la joven reina. Su interés por la lectura de periódicos, que sus colaboradores más cercanos le ocultan da pie a algún que otro guiño cómico dirigido a los espectadores. La presión de la monarca obligó al Parlamento Británico a aprobar leyes de auxilio a la pobreza, reformas de la justicia que abolían las penas de muerte, que quedan reservadas para la piratería, la alta traición o la violación. Inglaterra, a pesar de no haber padecido una revolución tan emblemática y cruenta como la francesa, logró abolir la pena capital, todavía vigente en el país galo (Dos hombres en la ciudad. José Giovani (1973). No obstante, hay que recordar la revolución inglesa decapitó por primera vez a un rey, Carlos I, en 1649, en el contexto de las rebeliones de la Europa Moderna (Hobsbawm): Carlos I
El film, muy deteriorado, hecho que reduce el placer visual, carece de la brillantez de la puesta en escena de la trilogía de la emperatriz austriaca, coetánea de la británica, y la actriz, un año más joven, presenta el aspecto más rollizo de la adolescencia que le resta encanto y glamour. No obstante proporciona una visión social de la reina desconocida: "la enfermedad de las reyes novatos, la locura de mejorar el mundo", según sus ministros. La burguesía, tras convertirse en la clase dominante, no trató mejor a sus antiguos compañeros 'descamisados' de viaje, e impuso jornadas laborales de 13 horas, e incluso 16 en ciertos casos, que afectaban a los niños, situación que denunció hasta la saciedad Charles Dickens, en novelas como Oliver Twist (1837-1829) o David Copperfield (1846-1848), escritor que prestó su nombre al reinado de Victoria, que fue calificado de dickensiano, una triste situación que conmovió a la joven reina. Marischka introdujo ciertos elementos que se convirtieron en una constante de sus películas: la necesidad de la joven de huir de sus obligaciones y enrolarse en viajes de placer, acompañada de dos o tres personas de su confianza, algo impensable en largos recorridos por caminos plagados de asaltantes en busca de su pequeño botín. Es una idea romántica con la que se intenta camelar a los espectadores; otro recurso es ubicar a los amantes en posadas baratas y frecuentadas por pueblerinos, que están ahí para dotar de mayor grandeza a sus reyes, ante los que caen rendidos por mezclarse con los simples mortales. Recordad que la sangre de los nobles es azul, algo que tiene que ver con la transparencia de sus pieles blancas que dejaban ver las venas, que para todos los humanos toman ese color si las observamos; en un tiempo en el que el ochenta por ciento de la población era sierva de la gleba, y se tostaban al sol, lo que oscurecía su piel haciendo invisibles los conductos por los que circula la sangre, resultaba más notable. Los americanos llaman a sus campesinos 'rednecks' o 'cuellos rojos'. De este modo, el pueblo llano admiraba las pieles blancas y delicadas de los nobles, como los americanos a los acicalados habitantes de las ciudades del Este, trabajadores de cuello blanco, que viven de una actividad intelectual.
Época de grandes fastos, engrandecidos con largas colas de los reyes, nobles y príncipes de la Iglesia, que algunos tratan de resucitar provocando la hilaridad de la gente. Las películas que protagonizó Romy Schneider son auténticas hagiografías de las reinas que representó en la pantalla, hechas ad usum de la bella actriz, razón por la que se han limado los aspectos menos favorables a tan ilustres damas, concluyendo sus historias a la temprana edad que tenía Romy. Hay imágenes absolutamente horrendas y kitsch, como aquella en la que la Reina Victoria y su prometido germano, el príncipe Alberto, se encuentran en un terrible saloncito. Todo es feo: el traje de ambos, el color de las paredes, los cursis lacitos rosa...Pero lo hortera atrae a la gente, como demuestran los 'Ojos Grandes' de Tim Burton.
Actual arzobispo de Valencia |
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