Annabelle.Comentario.








Ficha técnica:

Título original: Annabelle.
País: Estados Unidos.
Año: 2014
Duración: 98 minutos.

Dirección: John R.Leonetti.
Guión: Gary Dayberman.
Casting:
Dirección de Fotografía: James Kniest.
Música: Joseph Bishara.
Edición: Tom Elkins.

Productores: Peter Safran, p.g.a., James Wan, p.g.a.
Productores ejecutivos: Richard Brener. Walner Hamada, Dave Neustadter, Hans Ritter.
Diseño de producción: Bob Ziembicki.
Compañías. Productoras: New Line Cinema presenta a Atomic Monster/Safra Company, Pimp 4003 Pictures.




Intérpretes:

Annabelle Wallis : Mia,
Ward Horton : John,
Tony Amendola : Padre Pérez,
Alfre Woodard: Evelyn,
Kerry O'Malley : Sharon Higgins,
Brian Howe: Pete Higgins,
Eric Ladin : Detective Clarkin.



 Sinopsis:

John Form encuentra el regalo perfecto para su mujer embarazada, Mia: una preciosa e inusual muñeca vintage que lleva un vestido de novia blanco inmaculado. Sin embargo, la alegría de Mia al recibir a Annabelle no dura mucho.



Comentario:

El problema de Annabelle, que dirige John R.Leonetti, director de fotografía de James Wan en esta especie de saga que inició con Insidious I y II y, cuya influencia se hizo patente en el "Expediente Warren: The Conjuring" (2013), que, aunque en principio fue mejor valorada que las dos anteriores, el tiempo ha encargado de ir recolocando cada título de forma diferente, lo que prueba que los análisis realizados demasiado  en caliente poco a poco se van desinflando; el problema de Annabelle es que exprime un limón al que ya no le queda jugo. Si en Insidious el tema fundamental era el de los viajes astrales, la cuestión se hizo mucho más compleja en The Conjuring, perfectamente ubicada en un contexto social determinado y en unas condiciones socio-económicas que todos, no sólo conocemos, sino que estamos experimentando, que producen mucho dolor y sufrimiento y dejan secuelas. Es en esta película en la que aparece por primera vez Annabelle, la muñeca no-tan-horrenda, grandota, desmañada, poco inquietante, que va a protagonizar el spin off de Leonetti, deriva en un film del subgénero satánico de lo más vulgar, en el que los protagonistas son un matrimonio joven, que acude con regularidad a la iglesia, de convicciones republicanas, médico él, ama de casa ella, que cose a máquina mucho, no sabemos por qué y que desea una muñeca vintage para colocar en las estanterías repletas de estas representaciones inanimadas de pequeños seres indefensos; Annabelle domina a todos ellos con su apariencia gigantesca y su cara de demasiado mala, con algún que otro desconchado y la pintura de la cara muy deteriorada. (¿Es eso lo vintage?). Para finales de 2015 está prevista  una nueva  entrega protagonizada por los Warren, 'The Conjuring 2: The Enfield Poltergeist', cuyo reparto encabeza Vera Farmiga y el incombustible Patrick Wilson.

Si en el ejercicio de deconstrucción del lenguaje de terror de los títulos citados James Wan mostraba como el propio cine utiliza la sintaxis audiovisual para asustar a su público, sirviéndose de una serie de recursos y convenciones que simbolizan nuestros temores y los demonios que anidan en nuestro subconsciente, contrarrestando de este modo la erosión de lo simbólico por parte de  la posmodernidad, da la impresión de que el director de 'Annabelle' desanda el camino recorrido por el cineasta malasio. Wan desarrollaba la tesis de que los fantasmas no poseen objetos, los utilizan para poseer a las personas, como hace el propio cineasta con el género de terror, que utiliza para poseer y embrujar al espectador, según Roberto Alcover Ortí.

En 'Annabelle' son los ¿espíritus? de inhumanos, es decir, seres que jamás han dispuesto de un cuerpo tangible, de carne y hueso, -¿demonios?-, los que buscan apoderarse del alma de un inocente, quedando limitado al simple papel de fetiche la muñeca gigante e inexpresiva, que no mueve ni un músculo, y que los únicos efectos 'espeluznantes', -el ruidito de la mecedora, y su reaparición en una caja, tras haber sido arrojada a la basura-, ya fueron muy explotados den 'The Conjuring'; el único momento novedoso y por lo tanto en cierta medida inquietante es cuando levita ante Mia, abrazada a su bebé. La carla final con el Padre Pérez (Tony Amendola) deja abierta la posibilidad de una secuela, de un tema más que agotado.

A los dos actores protagonistas les falta un poco de sangre en las venas.Son una pareja muy religiosa que da mucho que pensar, porque buscado o no, de forma consciente o inconsciente, el discurso resultante es que si vas mucho a la iglesia y asistes a los oficios religiosos, tienes muchas más probabilidades de atraer la desgracia a tu familia; el propio sacerdote sale muy mal parado cuando entra con el objeto maldito en su Iglesia, ya que, incluso dentro de ella, la secta satánica tiene mucho más poderío que el agua bendita, el incienso o la ostia consagrada. Los ateos parecen estar vacunados, precisamente porque no creen ni en dioses ni en demonios y siempre buscan explicaciones racionales a los hechos insólitos. Esta cuestión, tan simple, ya la había tenido en cuenta Wam en 'The Conjuring', en el que una familia en situación precaria, comete un pecado mortal, comprar la casa de unos desahuciados, y paga las consecuencias, crea en dios o en la justicia de los hombres.

Los amantes .del cine de Wan, que aquí se asoma por detrás del director como productor, quedarán claramente defraudados. No porque sea lo peor que se pueda ver entre las múltiples realizaciones del género, sino por la simple comparación con sus hermanas en esta especie de continuum terrorífico que inició el joven cineasta con Insidious I. El uso de planos aberrantes, demasiado inquietos, que en ocasiones apenas permiten una visibilidad, al menos sugerente, de lo que está sucediendo, y la edición igual de nerviosa, resta efectividad al film.


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