La sombra de la noche
Ficha técnica:
Título original: Nightwatch.
País: Estados Unidos.
Año: 1997.
Duración: 97 minutos.
Director: Ole Bornedal:
Guión: Ole Bornedal y Steven Soderbergh. basado en el film Nattevagten de Ole Bornedal
Casting: Rick Pagano, C.S.A.
Dirección de Fotografía: Dan Laustsen.
Música: Joachim Holbek.
Edición: Sally Menke.
Direcctores artísticos : Kathleen McKernin y Adam Scher.
Decoración del set: Brian Kasch.
Diseño de Vestuario: Louise Mingenbach.Brian Kasch.
Diseño de maquillaje: Debra Denson.
Diseño de peluquería: Gigi Williams.
Productor: Michael Obel.
Productores ejecutivos: Harvey y Bob Weinstein.
Dirección de proucción (en linea o durante el rodaje): Daniel Lupi.
Diseño de Producción: Richard Hoover.
Miramax International, Dimension Films presenta a Michael Obel ProductionEmon. Home Entertainment
Intérpretes:
Ewan McGregor: Martin Bells,
Patricia Arquette: Katherine,
Josh Broslin: James,
Lauren Graham: Marie,
Nick Nolte: Inspector Gray,
Brad Dourif: Doctor D'uty,
Alix Koromzay: Joyce.
Lonny Chapman: Viejo 'Watchman'
Sinopsis:
Martin Bells es una joven estudiante que consigue un trabajo como guardia de seguridad en el depósito de cadáveres de un hospital. Durante ese periodo se producen una serie de crímenes de carácter swexual que lo señalan como prinipal sospechoso.
Comentario:
Ole Bornedal hace un remake de su propia película Nattervagten, (El vigilante nocturno, 1994), en la que hace una auténtica réplica de los escenarios en los que se produjo la primera película. En esta nueva versión incorpora al actor más versátil del cine actual: un jovencísimo Ewan McGregor, y no se puede negar que acierta en su elección.
Un joven estudiante necesita trabajar para poder financiarse la carrera de derecho, y los empleos que puede hacer compatibles deben ser nocturnos, lo que de entrada supone ya un elemento de inquietud ; dos grandes abetos, cubiertos de plásticos negros, flanquean la entrada de la morgue del hospital, (Medical Alexander), a la que dan un aspecto siniestro; al anochecer el hall, los pasillos y el acceso al depósito de cadáveres quedan vacíos, oscuros y en silencio, y, aunque, racionalmente, a nadie debían asutar los muertos, preisamente porque ya no están vivos, lo cierto es que es una imagen que el hombre desecha porque conoce su destino. Se busca incrementar el desasosiego del espectador con planos cenitales que limitan el campo de visión del público y que permiten poner el acento en la soledad del guardia, en la práctica un joven inexperto que necesita ganarse unos dólares.
Uno de los cadáveres, cubiertos todos ellos con sábanas blancas y portando la conocida etiqueta identificativa en el dedo gordo de un pie, es de una mujer asesinada brutalmente, una prostituta a la que le han arrancado los ojos y se le ha seccionado alguna que otra parte del cuerpo; cada cierto tiempo Martin Bells debe entrar en esta cámara para comprobar que todo está en orden. Es especialmente divertido ver a Ewan McGregor entrar en esta estancia con cascos en las orejas y poniéndose las manos como pantalla a ambos lados de la cara.
Si a toda esta puesta en escena sumamos la presencia de un psicópata que ha decidido retirarse de su actividad criminal e iniciar una vida anónima, y que, desde la posición de poder que ostenta tiene la posibilidad de endosarle las muertes a un joven solitario, con los temores propios de la tarea que desempeña y cuya situación ante el personal de la morgue la ha empeorado un compañero de clase con una broma macabra, añadimos un elemento más al suspense: la impotencia de la nueva víctima, a la que tiene la intención de convertir en un muerto viviente. Siempre ha interesado mucho qué puede haber detrás de la mente asesina de un psicópata o un sociópata, y por qué, uno u otro, han decidido o se han visto empujados a cometer una serie de asesinatos que, con frecuencia, reúnen las mismas características. El film sólo da una pista: la dedicación de las mujeres a la prostitución.
La película original y el remake han sido realizadas por el mismo cineasta danés, la primera en su país y la segunda en Norteamérica, y, al realizarlas no ha tenido ambages en calcar los espacios en los que se va a desarrollar la siniestra acción. Película muy interesante, a la que contribuye el mejor reparto que consigue darle verosimilitud.
Ole Bornedal hace un remake de su propia película Nattervagten, (El vigilante nocturno, 1994), en la que hace una auténtica réplica de los escenarios en los que se produjo la primera película. En esta nueva versión incorpora al actor más versátil del cine actual: un jovencísimo Ewan McGregor, y no se puede negar que acierta en su elección.
Un joven estudiante necesita trabajar para poder financiarse la carrera de derecho, y los empleos que puede hacer compatibles deben ser nocturnos, lo que de entrada supone ya un elemento de inquietud ; dos grandes abetos, cubiertos de plásticos negros, flanquean la entrada de la morgue del hospital, (Medical Alexander), a la que dan un aspecto siniestro; al anochecer el hall, los pasillos y el acceso al depósito de cadáveres quedan vacíos, oscuros y en silencio, y, aunque, racionalmente, a nadie debían asutar los muertos, preisamente porque ya no están vivos, lo cierto es que es una imagen que el hombre desecha porque conoce su destino. Se busca incrementar el desasosiego del espectador con planos cenitales que limitan el campo de visión del público y que permiten poner el acento en la soledad del guardia, en la práctica un joven inexperto que necesita ganarse unos dólares.
Uno de los cadáveres, cubiertos todos ellos con sábanas blancas y portando la conocida etiqueta identificativa en el dedo gordo de un pie, es de una mujer asesinada brutalmente, una prostituta a la que le han arrancado los ojos y se le ha seccionado alguna que otra parte del cuerpo; cada cierto tiempo Martin Bells debe entrar en esta cámara para comprobar que todo está en orden. Es especialmente divertido ver a Ewan McGregor entrar en esta estancia con cascos en las orejas y poniéndose las manos como pantalla a ambos lados de la cara.
Si a toda esta puesta en escena sumamos la presencia de un psicópata que ha decidido retirarse de su actividad criminal e iniciar una vida anónima, y que, desde la posición de poder que ostenta tiene la posibilidad de endosarle las muertes a un joven solitario, con los temores propios de la tarea que desempeña y cuya situación ante el personal de la morgue la ha empeorado un compañero de clase con una broma macabra, añadimos un elemento más al suspense: la impotencia de la nueva víctima, a la que tiene la intención de convertir en un muerto viviente. Siempre ha interesado mucho qué puede haber detrás de la mente asesina de un psicópata o un sociópata, y por qué, uno u otro, han decidido o se han visto empujados a cometer una serie de asesinatos que, con frecuencia, reúnen las mismas características. El film sólo da una pista: la dedicación de las mujeres a la prostitución.
La película original y el remake han sido realizadas por el mismo cineasta danés, la primera en su país y la segunda en Norteamérica, y, al realizarlas no ha tenido ambages en calcar los espacios en los que se va a desarrollar la siniestra acción. Película muy interesante, a la que contribuye el mejor reparto que consigue darle verosimilitud.
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