El Gran Hotel Budapest. Wes Anderson. Ficha técnica ampliada y comentario.
Ficha técnica:
Título original:
País: Estados Unidos
Año: 2014
Duración: 100 minutos
Dirección: Wes Anderson
Guión: Wes Anderson, basado en una historia de Wes Anderson y Hugo Guinnes
Director de Fotografía: Robert Yeoman, a.s.c.
Música. Score: Alexandre Desplat; supervisión: Randall Poster
Montaje: Barney Pilling
Diseño de Vestuario: Milena Canonero .Ha
ganado el premio de la Academia en tres ocasiones y ha trabajado con
directores tan destacados como Stanley Kubrick, Hugh Hudson, Francis
Ford Coppola, Sydney Pollack, Warren Beatty, Steven Soderbergh y Sofia
Coppola. Entre sus trabajos se encuentran los filmes: La naranja
mecánica, Barry Lindon, Carros de fuego, Cotton Club, Memorias de
África, Dick Tracy, La vida acuática con Steve Zissou, Titua, Ocean's
Twelve, Viaje a Darjeeling, Un Dios salvaje, entre otras muchas
películas notables.
Diseño de peluquería: Frances Hannon, que realizó un gran trabajo en la caracterización de Tilda Swinton
Productores: Wes Anderson, Scott Rudin, Steven M. Rales, Jeremy Dawson
Productores ejecutivos: Molly Cooper, Charlie Woebcken, Christoph Fisser y Henning Molfenter
Coproductora: Jane Frazer; Co- Productora asociada: Octavia Peissel; Co-Productor de Rudin Productions: Eli Bush
Diseño de producción: Adam Stockhausen
Fox Searlight Pictures, en asociación con Indian Paintbrush y Studio
Babelsberg, presentan una película de American Empirical Pictures.
Ficha artística/personajes:
Ralph Fiennes: Gustave H. El quisquilloso conserje que se erige como eje central del filme, interpretado por Ralph Fiennes, nominado
al Oscar en dos ocasiones por La ista de Schindler y El paciente
inglés. Un hombre, engreído y básicamente pobre, tal y como señala el
guión, pero también es un hombre muy fastidioso porque posee unos
fuertes y arraigados principios sobre cómo hay que cuidar de la gente.
(según el actor). Cuando es detenido tras la muerte de Madame D.,
Gustave se ve recluido en el sitio más inimaginable para un hombre de
su sensibilidad: el Puesto de Control número 19 del Centro
Penitenciario, una fría y húmeda prisión de la época medieval, rodeada
por espinosas alambradas y un foso lleno de cocodrilos. Gustave se hace
inmediatamente amigo de cuatro compañeros de prisión, y acaba
convirtiéndose en el centro de un elaborado plan de fuga que los
reclusos habían maquinado
Tony Revolori : Zero Moustafa (cuando era una persona joven y llega por primera vez al hotel). Una
persona inocente y sin ninguna experiencia en cómo funciona realmente
el mundo y que, por lo tanto, necesita ser instruido. Sin embargo,
finalmente, ambos se convierten en compañeros de fatigas a un nivel
equivalente. Inmigrante, llegó caminando desde Aq-Salim-al-Jabat.
F. Murray Abraham: Mr. Moustafa. Es el que relata la historia del ascenso de su personaje hasta su estatus actual, ejerce de principal narrador de la historia. A Abraham le emocionó mucho asumir el papel de raconteur o cuentista.Mathieu Amalric: Serge, el leal mayordomo de Madame D.
Adrien Brody: Dmitri. Es el hijo de Madame D, el despiadado y principal villano de la película, que, tras la muerte de su madre, pone en marcha una feroz batalla por su vasta fortuna.
Willem Dafoe: Jopling, un rufián que lleva chaquetón de cuero y botas de tacón, además de puños americanos, un esbirro de Dimitri y cómplice de sus manejos, que se inclina junto con su jefe por el nazismo.
Jeff Goldblum: Deputy Kovacs, asesor legal Vilmos Kovacs, el abogado que representa los intereses del patrimonio de Madame D.
Jude Law: La versión más joven, y
novelada, del Escritor. Huésped del Gran Hotel Budapest durante los
últimos años de existencia del establecimiento.
Bill Murray: M. Ivan, Conserje del Hotel Excelsior Palace y miembro de ' La Sociedad de las Llaves Cruzadas', una extensa y clandestina fraternidad de conserjes que trabajan en los mejores hoteles de todo el mundo. Bill Murray, Bob Balaban, Fisher Stevens, Waris Ahluwalia y Wally Wolodarsky asumen el rol de los conserjes que acuden en ayuda de Gustave.
Edward Norton: Henckels, capitán de la Policía Militar de Lutz, “perseguidor a su pesar” de Gustave, porque se le considera un fugitivo, pero le cae bien.
Saoirse Ronan: Agatha, una
atractiva y joven aprendiza que tiene una marca de nacimiento en el
rostro, y que elabora el pastel favorito de la ciudad: “Courtesan au
chocolat”, en la famosa pastelería de Zubrowka, Mendl’s
Jason Schwartzman: M. Jean, conserje cuando el hotel vive sus últimos días y se precipita hacia su demolición final.Tilda Swinton: Madame Céline Villeneuve, Madame D, Condesa viuda de Desgoffe und Taxis. Con su muerte repentina y misteriosa comienza la acción principal de la historia.
Tom Wilkinson: Reconocido autor de "El Gran Hotel Budapest"
Owen Wilson: M Chuck, Conserje interino del Gran Hotel Budapest durante la incautación del establecimiento hotelero para uso militar.
Harvey Keitel: Ludwig,
un rudo convicto, lleno de tatuajes y completamente calvo, cerebro del
plan de fuga de la cárcel, donde está encerrado Gustave.Sinopsis:
El gran Hotel Budapest narra la historia de un legendario
recepcionista de un famoso hotel europeo en el periodo de entreguerras,
Gustave H, y de su amistad con un joven empleado, Zero Mustafa, que
llega a ser su protegido de confianza. El argumento incluye el robo y la
recuperación de un cuadro renacentista de inestimable valor, la lucha
por una enorme fortuna familiar, y las lentas –y luego repentinas–
agitaciones que transformaron la totalidad de Europa durante la primera
mitad del siglo XX.
Hemos estado atentos al desarrollo de la promoción del último film de Wes Anderson desde que comenzó la campaña a finales de 2013, con aquel cartel mágico que dotaba de movimiento al alucinante 'Hotel Budapest', y a la literatura que presentaba 'El film como una película de "ladrones" en clave humorística y constante movimiento, tanto cinético como cómico, inspirado, según el propio Wes Anderson en las comedias norteamericanas anteriores a la introducción del Código Hays , llamadas por esta razón pre-code, realizadas durante los años 30; en las historias y memorias del escritor Vienés Stefan Zweig; lecturas como 'Eichmann en Jerusalén' de Hannah Arendt, que contiene un fascinante análisis de cómo respondió cada unos de los países europeos al desafío nazi y de cómo llegó a descomponerse todo un continente, y, por último en la 'Suite Française' de Irène Némirovsky. (Notas de Fox Prensa)
Todd MacCarthy (The Hollywood Reporter) realiza una afirmación que se constata con facilidad al final de la proyección, si se escucha con atención a algunos espectadores: "Una idiosincrática comedia de época que hará las delicias de sus seguidores, más que las del gran público. (...) una maliciosa y sofisticada farsa (...) elegante comedia". Los sectores del público poco avisados y que desconocen la filmografía del realizador de Huston quedan un tanto desconcertados ante la obra de un cineasta excéntrico y esteticista, que vuelve su mirada hacia el pasado y les devuelve a la época del juguete pasivo que cobraba vida merced a la imaginación del que lo manejaba; de esta forma los personajes que representan los actores, y en especial algunos tan carismáticos como Willem Dafoe o Harvey Keitel, provocan la hilaridad de los espectadores tan sólo por su caracterización extravagante y peculiar, cuando todavía no han movido una ceja.
El film pasa de unos momentos iniciales en los que impera la desidia y la indiferencia, en los que M. Jean, (Jason Schwartzman), ejerce las funciones de gerente del hotel, que vive sus últimos días y se precipita hacia su demolición final bajo la hegemonía del comunismo, con desgana, hasta el comienzo del racconto (gran flashback o retroceso al pasado) en el que Robert Yeoman pasa del formato panorámico con lente anamórfica para los años 60, al formato de pantalla más cuadrada, de 1.37:1, para los años 30, típico de esta época, en el que el hotel brilla con todo su esplendor, dirigido por el glamuroso conserje Gustave H, siempre acompañado del joven botones que llegó al hotel andando, huyendo de su país Aq-Salim-al-Jabat . Es entonces, cuando la paleta de Anderson se acerca peligrosamente al nivel más intenso de color hasta eclosionar en el rojo profundo que dominará el film hasta la secuencia final que cerrará el bucle y dará por concluidas las revelaciones. Este potente cromatismo se interrumpe bruscamente cuando el tren, que lleva a Gustave H. y a Zero al entierro de Madame Céline Villeneuve, Madame D, Condesa viuda de Desgoffe und Taxis (Tilda Swinton) , se detiene en la frontera ante un retén de soldados nazis, bajo la orden de Henckels (Edward Norton) y cuando posteriormente Gustave es encarcelado en el Puesto de Control número 19 del Centro Penitenciario, una fría y húmeda prisión de la época medieval, rodeada por espinosas alambradas y un foso lleno de cocodrilos; el aire se torna irrespirable y las tonalidades frías se expanden por las paredes, el atrezzo y la indumentaria de unos presos sucios, barbudos y cariacontecidos. Con la vuelta del carismático conserje al Hotel éste recobrará su antiguo lustre y apogeo.
Wes Anderson recupera el estilo Belle Époque que reinaba en las ciudades-balneario que pululaban en el cambio de siglo en las ciudades centro-europeas, y elige como escenario la ciudad de Görlitz, Patrimonio de la humanidad, que le brinda su poderosa arquitectura, con influencias que abarcan desde el Gótico y el Barroco hasta las curvas prácticamente modernistas del art nouveau. Dawson, uno de los productores, confiesa que "los edificios de Görlitz tienen tanta personalidad que se dieron cuenta de que prácticamente podían hacer allí toda la película. Milena Canonero se encargó de caracterizar a Madame D, de tal forma que encajara perfectamente en el contexto, a la vez que mediante el diseño del peinado, el maquillaje y la prótesis de la película transformaba a Tilda Swinton en una persona de 84 años de edad, vestida a la manera de Gustav Klimt.
El compositor Alexandre Desplat, pone el score musical a esta representación en cuatro actos en el teatro de juguete de Wes, que pasa del recortable de color rosa a un espejiismo de realidad, a medida que nos acercamos a él, y ha realizado una de sus más inusuales bandas sonoras: interpretada sin absolutamente ninguno de los tradicionales instrumentos orquestales. En su lugar, Desplat incorporó infinidad de instrumentos centroeuropeos, como las balalaikas y el címbalo, una especie de dulcimer martillado, muy común en la música de los gitanos del Este de Europa. Hizo venir desde Moscú a una orquesta compuesta por 50 virtuosos de la balalaika para la grabación final. “Hemos intentando capturar los sonidos de la Europa Central que hay en nuestro subconsciente, desde el címbalo moldavo hasta las trompas alpinas, así como los cantos tiroleses y gregorianos y el sonido de la balalaika”, explica Desplat. “Es una mezcla que puede resultar conmovedora, evocadora y divertida; y cubre una amplia variedad de emociones, desde las más luminosas a las más oscuras. Utilizamos el mismo vocabulario musical que emplearía una orquesta clásica, pero el sonido es muy diferente”.
Los miembros de su equipo han identificado al director como un 'Principito' ya mayor, cuyas películas tienen un toque idiosincrático de ligereza en la que subyacen temas muy potentes y fuertes emociones; una inusual combinación que nadie más puede reproducir, porque surge de su peculiar sentido del humor y percepción del mundo. En su última cinta echa un vistazo a un mundo en el momento anterior a que desaparezca. No obstante es una especie de niño-mayor que nos invita a jugar con sus juguetes, pero que ha organizado su universo de la manera más racional, calculada al milímetro, sin espacio para la improvisación, lleno de cámaras que se apartan y dejan paso a los personajes, travellings bien trazados, grúas ágiles y estudiadas, zooms rápidos y afortunadamente escasos...; Ralph Fiennes se ve constantemente magnificado, tomado muy pocas veces a la altura de los ojos, y casi siempre en contrapicados, más o menos exagerados, que lo engrandecen y lo convierten en el emblema de un mundo que se extingue; un hombre rodeado de rubias de edad avanzada, -rubias porque este es el color que eligen las damas cuando encanecen-, un hombre dotado del don de savoir vivre, que no reduce la edad de sus mujeres cuando aumenta su patrimonio. Un hombre que ama la vida y no entiende el nazismo, al que las imágenes más que atacar ridiculizan en un intercambio disparatado de tiros en el Hotel Budapest.
Un film de Wes Anderson que nos ha vuelto a sorprender y que no ha cosechado una sola crítica negativa, pero que disfrutará más quien ya conoce al joven realizador y acude con la esperanza de que lo sorprenda de nuevo. La prensa norteamericana ha calificado la película de cautivadora, maravillosa, llena de elementos visuales típicos del realizador; una película de cinco estrellas que se desarrolla en un hotel de cinco estrellas (Gregorio Belinchón del diario 'El País').
Comentario.
Hemos estado atentos al desarrollo de la promoción del último film de Wes Anderson desde que comenzó la campaña a finales de 2013, con aquel cartel mágico que dotaba de movimiento al alucinante 'Hotel Budapest', y a la literatura que presentaba 'El film como una película de "ladrones" en clave humorística y constante movimiento, tanto cinético como cómico, inspirado, según el propio Wes Anderson en las comedias norteamericanas anteriores a la introducción del Código Hays , llamadas por esta razón pre-code, realizadas durante los años 30; en las historias y memorias del escritor Vienés Stefan Zweig; lecturas como 'Eichmann en Jerusalén' de Hannah Arendt, que contiene un fascinante análisis de cómo respondió cada unos de los países europeos al desafío nazi y de cómo llegó a descomponerse todo un continente, y, por último en la 'Suite Française' de Irène Némirovsky. (Notas de Fox Prensa)
Todd MacCarthy (The Hollywood Reporter) realiza una afirmación que se constata con facilidad al final de la proyección, si se escucha con atención a algunos espectadores: "Una idiosincrática comedia de época que hará las delicias de sus seguidores, más que las del gran público. (...) una maliciosa y sofisticada farsa (...) elegante comedia". Los sectores del público poco avisados y que desconocen la filmografía del realizador de Huston quedan un tanto desconcertados ante la obra de un cineasta excéntrico y esteticista, que vuelve su mirada hacia el pasado y les devuelve a la época del juguete pasivo que cobraba vida merced a la imaginación del que lo manejaba; de esta forma los personajes que representan los actores, y en especial algunos tan carismáticos como Willem Dafoe o Harvey Keitel, provocan la hilaridad de los espectadores tan sólo por su caracterización extravagante y peculiar, cuando todavía no han movido una ceja.
El film pasa de unos momentos iniciales en los que impera la desidia y la indiferencia, en los que M. Jean, (Jason Schwartzman), ejerce las funciones de gerente del hotel, que vive sus últimos días y se precipita hacia su demolición final bajo la hegemonía del comunismo, con desgana, hasta el comienzo del racconto (gran flashback o retroceso al pasado) en el que Robert Yeoman pasa del formato panorámico con lente anamórfica para los años 60, al formato de pantalla más cuadrada, de 1.37:1, para los años 30, típico de esta época, en el que el hotel brilla con todo su esplendor, dirigido por el glamuroso conserje Gustave H, siempre acompañado del joven botones que llegó al hotel andando, huyendo de su país Aq-Salim-al-Jabat . Es entonces, cuando la paleta de Anderson se acerca peligrosamente al nivel más intenso de color hasta eclosionar en el rojo profundo que dominará el film hasta la secuencia final que cerrará el bucle y dará por concluidas las revelaciones. Este potente cromatismo se interrumpe bruscamente cuando el tren, que lleva a Gustave H. y a Zero al entierro de Madame Céline Villeneuve, Madame D, Condesa viuda de Desgoffe und Taxis (Tilda Swinton) , se detiene en la frontera ante un retén de soldados nazis, bajo la orden de Henckels (Edward Norton) y cuando posteriormente Gustave es encarcelado en el Puesto de Control número 19 del Centro Penitenciario, una fría y húmeda prisión de la época medieval, rodeada por espinosas alambradas y un foso lleno de cocodrilos; el aire se torna irrespirable y las tonalidades frías se expanden por las paredes, el atrezzo y la indumentaria de unos presos sucios, barbudos y cariacontecidos. Con la vuelta del carismático conserje al Hotel éste recobrará su antiguo lustre y apogeo.
Wes Anderson recupera el estilo Belle Époque que reinaba en las ciudades-balneario que pululaban en el cambio de siglo en las ciudades centro-europeas, y elige como escenario la ciudad de Görlitz, Patrimonio de la humanidad, que le brinda su poderosa arquitectura, con influencias que abarcan desde el Gótico y el Barroco hasta las curvas prácticamente modernistas del art nouveau. Dawson, uno de los productores, confiesa que "los edificios de Görlitz tienen tanta personalidad que se dieron cuenta de que prácticamente podían hacer allí toda la película. Milena Canonero se encargó de caracterizar a Madame D, de tal forma que encajara perfectamente en el contexto, a la vez que mediante el diseño del peinado, el maquillaje y la prótesis de la película transformaba a Tilda Swinton en una persona de 84 años de edad, vestida a la manera de Gustav Klimt.
El compositor Alexandre Desplat, pone el score musical a esta representación en cuatro actos en el teatro de juguete de Wes, que pasa del recortable de color rosa a un espejiismo de realidad, a medida que nos acercamos a él, y ha realizado una de sus más inusuales bandas sonoras: interpretada sin absolutamente ninguno de los tradicionales instrumentos orquestales. En su lugar, Desplat incorporó infinidad de instrumentos centroeuropeos, como las balalaikas y el címbalo, una especie de dulcimer martillado, muy común en la música de los gitanos del Este de Europa. Hizo venir desde Moscú a una orquesta compuesta por 50 virtuosos de la balalaika para la grabación final. “Hemos intentando capturar los sonidos de la Europa Central que hay en nuestro subconsciente, desde el címbalo moldavo hasta las trompas alpinas, así como los cantos tiroleses y gregorianos y el sonido de la balalaika”, explica Desplat. “Es una mezcla que puede resultar conmovedora, evocadora y divertida; y cubre una amplia variedad de emociones, desde las más luminosas a las más oscuras. Utilizamos el mismo vocabulario musical que emplearía una orquesta clásica, pero el sonido es muy diferente”.
Los miembros de su equipo han identificado al director como un 'Principito' ya mayor, cuyas películas tienen un toque idiosincrático de ligereza en la que subyacen temas muy potentes y fuertes emociones; una inusual combinación que nadie más puede reproducir, porque surge de su peculiar sentido del humor y percepción del mundo. En su última cinta echa un vistazo a un mundo en el momento anterior a que desaparezca. No obstante es una especie de niño-mayor que nos invita a jugar con sus juguetes, pero que ha organizado su universo de la manera más racional, calculada al milímetro, sin espacio para la improvisación, lleno de cámaras que se apartan y dejan paso a los personajes, travellings bien trazados, grúas ágiles y estudiadas, zooms rápidos y afortunadamente escasos...; Ralph Fiennes se ve constantemente magnificado, tomado muy pocas veces a la altura de los ojos, y casi siempre en contrapicados, más o menos exagerados, que lo engrandecen y lo convierten en el emblema de un mundo que se extingue; un hombre rodeado de rubias de edad avanzada, -rubias porque este es el color que eligen las damas cuando encanecen-, un hombre dotado del don de savoir vivre, que no reduce la edad de sus mujeres cuando aumenta su patrimonio. Un hombre que ama la vida y no entiende el nazismo, al que las imágenes más que atacar ridiculizan en un intercambio disparatado de tiros en el Hotel Budapest.
Un film de Wes Anderson que nos ha vuelto a sorprender y que no ha cosechado una sola crítica negativa, pero que disfrutará más quien ya conoce al joven realizador y acude con la esperanza de que lo sorprenda de nuevo. La prensa norteamericana ha calificado la película de cautivadora, maravillosa, llena de elementos visuales típicos del realizador; una película de cinco estrellas que se desarrolla en un hotel de cinco estrellas (Gregorio Belinchón del diario 'El País').
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