El quinto poder. Bill Condon



Ficha técnica:

Título original: The Fifth State
País:  Estados Unidos; co-producción anglo-belga
Año: 2013
Duración: 128 minutos

Dirección: Bill Condon
Guión:  Josh Singer, basado en el libro 'Inside Wikileaks' de Daniel Domschett-Berg y el libro de Guardian Book 'Wikileaks' de David Leigh y Luker Harding
Casting: Lucy Bevan
Dirección de Fotografía: Tobias Schliessler, a.s.c.
Música: Carter Burwell
Edición: Virginia Katzz, a.c.e.
Directores artísticos: Toon Mariën, Emanuelle Lelong, Katrina Mackay
Decorador del set: Veronique Melery

Diseño de Vestuario: Shaw Cunliffe
Diseño de maquillaje y peluquería: Lesa Warrener

Productor: Steve Golin, Michael Sugar
Productores ejecutivos: Richard Sharkey, Paul Green, Jeff School, Jonathan King
Estudio: TriPictures
Co-Productores: Greg Yolen y Jack Morrissey, Hilde De Laere y Emmeline Yang
Productores ejecutivos: Richard Dharkey, Paul Green, Jeff Skoll, Jonathan King
Diseño de producción: Mark Tildesley
Dreamworks Pictures y Reliance Entertainment, asociados con Participant Media y Anonymous Content; distribución: Touchstone Pictures

Intérpretes:

Benedict Cumberbatch: Julian Assange
Daniel Brühl: Daniel Domscheit- Berg
Anthony MacKie: Sam Coulson
Jamie Blackley : Ziggy
David Thewlis: Nick Davies
Anatole Taubman : Holger Stark
Peter Capaldi : Alan Rusbridger
Stanley Tucci : James Boswell
Moritz Bleibtreu : Marcus
Carice Van Houten : Birgitta Jonsdottir
Laura Linney : Sarah Shaw


Sinopsis:

La historia comienza cuando el fundador de WikiLeaks Julian Assange y su colega Daniel Domscheit-Berg se alían y asumen el papel de perros guardianes subterráneos, vigilando a los privilegiados y poderosos. De la nada crean una plataforma que permite denunciar anónimamente y filtrar información secreta, iluminando los oscuros recovecos de los secretos gubernamentales y crímenes corporativos. No tardan en revelar más noticias que todas las organizaciones de comunicación más prestigiosas del mundo juntas. Pero cuandoAssange y Berg obtienen acceso a la mayor cantidad de documentos confidenciales de los servicios de inteligencia en la historia de los Estados Unidos, luchan entre ellos y contra una de las cuestiones claves de nuestro tiempo: ¿cuál es el coste de guardar secretos en una sociedad libre y cuál es el coste de exponerlos?

Críticas:

Oscar Wilde dijo en cierta ocasión, en relación con la posibilidad de recabar información de un protagonista o testigo reticente: "Dadle una máscara y os dirá la verdad"; el sistema  que ideó para WikiLeaks Julian Assange consistía en ocultar una información relevante entre capas y capas de información falsa, una densa máscara que protegía a los informantes y  que hace imposible detectar las verdaderas fuentes. A los periodistas, mediatizados por un sueldo pagado por poderosas instituciones económicas y financieras les pedía que hicieran bien su trabajo, como hacemos todos, y si no podían que  dejaran que otros tomaran el relevo. Mas, en este retrato que hace Bill Condon del personaje, era muy consciente del precio que había  que pagar para dar al mundo noticias gratis: no disponer nunca de dinero y buscarse colaboradores necesarios, no siempre fiables.

La transformación que se está operando en el mundo es tan profunda que, como ocurre con una representante diplomática de primera línea estadounidense, representada por Laura Linney, con varias carreras, becas, años de servicio en el extranjero, acaba reconociendo que está totalmente perdida, y que, duda de que en el futuro vaya a ser tenida en cuenta, cuando Julian Assange es ya una figura histórica de primera línea, que, no sólo se ha servido de las nuevas tecnologías y las posibilidades que éstas ofrecen, sino que en su postura de rebeldía social ha entendido pronto que para cambiar el mundo son precisas dos condiciones: el compromiso y el sacrificio que éste conlleva, para conseguir la privacidad para el individuo, favoreciendo que se pueda esconder tras programas que la garantizan o la garantizarán en el futuro, y  la transparencia de las instituciones, necesarias para preservar la democracia de los estados. Pero el filme se adentra también en la personalidad del individuo, un ser egocéntrico e intransigente, educado en una secta religiosa, por un padre que lo abandonó pronto y no le transmitió una educación que él mismo se labró con mucho más esfuerzo. Un perfil que parece acompaña con frecuencia a los grandes programadores que  crearon sistemas o idearon enclaves de la red social y  que acabaron enfrentados a sus colaboradores iniciales necesarios, como  Steve Jobs y Steve Wozniak, Zuckerberg y su defraudado amigo y socio capitalista...

Pero hay quien está empeñado en luchar contra el tsunami que todos vemos venir, como Carmen L.Lobo del diario La Razón se toma a pecho al personaje e intenta descalificarlo, implicándose personalmente en una crítica cinematográfica como ésta: "Este extraño, siniestro tipo, este advenedizo de internet con ínfulas de profeta clarividente que revolucionó el mundo de la información destapando secretos gubernamentales de alto riesgo, corrupciones, sobornos y documentación clasificada a nivel mundial (sin olvidar la publicación de los mensajes del 11-S y aquellos telegramas diplomáticos que supusieron el principio del fin), que puso en peligro la vida de sus informadores, que presume de un pasado traumático relacionado con una secta religiosa formada por niños teñidos de blanco y de liderar el «periodismo ciudadano», continúa siendo un enigma tras el visionado de la cinta." Bill Condon hace decir a uno de los redactores-jefe de The Guardian  en la ficción que la revolución es inevitable, y que del mismo modo  que hubo hombres valientes que pagaron con su vida el adelantarse a su tiempo, los 'Julian Assange' del presente se van a llevar por delante a todos los que les precedieron, haciendo temblar a todos los tiranos del mundo, porque la información que se vuelca en los medios es de tal magnitud que va a contribuir a derrocarlos. Importa poco si los nuevos mensajeros son personajes maquiavélicos, egocéntricos, o mentalmente inestables,a los que se intenta liquidar moralmente acusándoles de proxenetismo. Quienes crearon los ordenadores y desarrollaron la red estaban sentando las bases de un nuevo mundo, mucho menos controlable, y ésto es lo que deja claro la película de Bill Condon.

Se le podría achacar la complejidad de algunas actuaciones, muy difíciles de entender para un público adulto que está intentando penetrar en los oscuros rituales del nuevo dios de la comunicación, haciendo incluso cursos acelerados a cualquier edad, desconocimiento que puede producir desorientación ante la repetición de aplicaciones informáticas y desubicaciones geográficas y, como consecuencia, pérdida de interés. Pero lo que es evidente es que no deja espacio para la duda del espectador: ha nacido el quinto poder, más incontrolable que los anteriores, porque no tiene una sola cabeza, sino muchas, cubiertas con múltiples máscaras, que dejan miles de afectados. Tras la publicación de los papeles íntegros volcados por el soldado Bradley Manning, el mundo ya nunca volverá a ser igual. Lo peor de la interpretación de Benedict Cumberbatch, un actor en alza, es que se le puede comparar con el personaje real, cuyas imágenes pueblan YouTube; cada cual lo verá de una manera



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