Las Brujas. Visconti, Bolognini, Pasolini, Rossi, Sicca



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Ficha técnica y artística: 

Le Streghe, historia organizada por orden de montaje:

  1.  La Strega Bruciata Viva. (La Bruja quemada viva) con  Annie Giradot. Dirigida por Luchino Visconti
  2. Senso civico (Sentido Civico) con Alberto Sordi, dirigida por Mauro Bolognini
  3. La Terra vista dalla Luna (La Tierra vista desde la Luna) con Totò, dirigida por Pier Paolo Pasolini
  4. La Siciliana, dirigida por Franco Rossi
  5. Una sera como le altre (Una tarde como otra cualquiera, con Clint Eastwood, dirigida por Vittorio de Sicca
País: Italia.
Año: 1967
Duración: 120 minutos.

Guión:  Age & Scarpelli,  Mauro Bolognini, Luigi Magni, Bernardino Zapponi, Fabio Carponi, Giuseppe Patroni Griffi, Caesare Zavattini, Roberto Gianvitti, Enzo Muzii
Dirección de Fotografía: Giuseppe Rotunno
Música: Piero Piccioni y Ennio Morricone
Títulos y animación: Di Pino Zac
Edición: Nino Baragli y Mario Serandrei

Productor Dino de Laurentis
Compañía distribuidora: Production Artistes Associés

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Intérpretes:

Protagonista de todas ellas: Silvana Mangano

Personajes secundarios:

Helmunt Berger
Francisco Rabal
Laura Betti
Ninnetto Davoli
Massimo Girotti
Valentino Macchi
Gianni Gori
Paolo Gozlino
Pietro Torrisi
Angelo Santi
Franco Moruzzi

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Comentario:

En el primero de los cuentos una diva, encarnada por Silvana Mangano, se desmaya en un hotelito tirolense de Kitzbühel, una pequeña y emblemática ciudad austriaca, y todas las mujeres empiezan a despellejarla viva, a criticarla, a quitarles todo los adornos, pestañas postizas, el sombrero exótico que tanto la embellece, y unos tirantes en el pelo, disimular las arrugas y todo aquello que desmitifique a la bella mujer. Un joven Helmunt Berger, un joven  y atracivo actor que más tarde representaría a Luis II de Baviera, en un film dirigido por el propio Victonti,  actúa como gigoló de mujeres maduras.Magníficos y entrañables paisajes nevados de Austria.

A medida que avanzan las historias nos vamos adentrando en el 'animus' italiano, su capacidad de autocrítica, la sabiduría de saber reírse de uno mismo y de la anarquía reinante en las ruínas  del primer imperio europeo, para concluir con un choque frontal con el modo de ver la vida del pueblo norteamericano, al que dará vida un espléndido y patoso Clint Eastwood que se deberá medir las fuerzas con la vital y apasionada Silvana Mangano. Mauro Bolognini nos mostrará la picardía  y cara dura de una ciudadana romana, que harta de atascos en la ciudad más turística del mundo, permanentemente 'embotellada',  recoge a un malherido conductor, que ha sufrido un percance en una de sus vías, para poder atravesar la ciudad sin respetar señales, semáforos, transeúntes...y llegar pronto a una cita; la víctima de este esperpéntico secuestro es Alberto Sordi, el Alfredo Landa italiano, al que los romanos han dedicado unas elegantes galerías comerciales en la Via  del Corso.

Pier Paolo Passolini hace un homenaje al cine silente de Chaplin en una historia bizarra, esperpéntica y cutre, de tintes fellinianos, en los que una pintoresca pareja de padre e hijo buscan sustituta de la madre muerta, y la encuentran en una extraña joven, una réplica extravagante de Kim Novak , surgida ' de entre los muertos' en Vértigo, (Alfred Hitchcock, 1958), teñida de esa aureola verde, reflejo del neón de la calle en el film norteamericano y acorde con el cromatismo del conjunto en este esquete siniestro de Pasolini que concluye que 'da lo mismo estar vivo que estar muerto', tras un bizarro accidente en el Coliseo romano, cuya grandiosidad contrasta con la ridiculez del percance. Franco Rossi penetrará en las raíces profundas del sur italiano, donde anidan las mafias, triunfan las vendettas y sus paisanos han aprendido a controlar hasta los gestos del rostro para evitar las terribles consecuencias de los equívocos. Enorme Silvana Mangano. Vittorio de Sicca pone un broche final en el que Clint Eastwood  encarna a un norteamericano nada convencional, ni siquiera parecido de lejos a los papeles intensos que le hicieron famoso en la gran pantalla, trabajando para un realizador italiano, Sergio Leone.

Una comedia ligera, un breve repaso sobre el modo de ser italiano, que no precisa que nadie lo someta a revisión: ellos son bastante capaces de llegar tan lejos en la introspección de su modo de ser y de su historia, que nadie puede alcanzarles, evitando de este modo la generación de tópicos desde el exterior. Los directores que contribuyen a la creación de este retablo han dado páginas brillantes a la historia del cine, desde perspectivas muy diferentes, que van desde el  punto de vista aristocrático del noble Visconti, perteneciente a una de las familias más notables de  Milán,   al popular Vittorio De Sicca, pasando por el sórdido y duro Passolini, que pagó con su vida  la denuncia del fascismo italiano en Salò. Nanni Moretti


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