Bienvenido a Woop Woop. Stephan Elliott
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Ficha técnica:
Título original: Welcom to Woop Woop
País: Australia. Co-producción Australia/Gran Bretaña
Año: 1999
Duración: 96 minutos
Dirección: Stephan Elliott
Guión: Michael Thomas y Stephen Elliot, basado en la obra THe Dead Heart de Douglas Kennedy
Dirección de Fotografía: Mike Molloy
Música: Guy Ross/Varios
Edición: Martin Walsh
Director artístico: Colin Gibson
Productor: Finola Dwyer
Estudio: The Australian Film Finance Corporation
Compañías. Metro Golgwyn Mayer. Distribución: Goldwyn Entertainment Company
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Intérpretes:
Jonathan Schaech: Teddy
Rod Taylor: Daddy O
Susie Porter: Angie
Dee Smart: Krystal
Richard Moir: Regie
Maggie Kirkpatrick: Maggie
Narry Humpries: Blind Wally
Mark Willson: Duffy
Paul Mercurio: Midget
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Sinopsis:
Teddy es un artista del timo que ha huido de New York para refugiarse en Australia. Sus problemas aumentan cuando es recogido en una gasolinera por Angie, una rubia, que primero lo seduce y después lo deja inconsciente. Teddy se despierta en un pueblo llamado Woop Woop , un lugar cuyos extraños habitantes viven de la preparación de carne de canguro para perros y que nadie puede abandonar bajo pena de muerte.
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Comentario.
Alguien dijo que el cine es una ventana abierta al mundo, y la verdad es que pocas cosas escapan al ojo de la cámara, puesto que hay miles de cineastas realizando sus películas cada día y aplicando sus inquietudes, su sentido de la vida y sus experiencias a las historias que narran, lo que proporciona múltiples perspectivas y puntos de vista de todo aquello que interesa al hombre, cosa que hacen algunos sin premeditación, pues nadie, ni aún pretendiéndolo, puede dejar de lado parte de su esencia como ser humano, ya sea como observador corrosivo de la sociedad o como vividor adrenalínico que aprovecha, si puede, todo lo que la vida le proporciona, sin preocuparse de la realidad que lo rodea. Unos y otros construyen un puzzle que abarca todo el espectro social, sus ideas y sus inquietudes.
Stephan Elliott nos introduce en una comunidad que por una serie de circunstancias accidentales, entre ellas la rebelión de sus miembros que tomaron el lugar, no dispone de una clase política y depende del capricho de un patriarca que impone sus reglas más arbitrarias. Nadie se ve obligado a trabajar, ni en beneficio propio ni por el bien común; viven de forma ociosa, consumen botes de cerveza sin control, cuyas latas, desparramadas por todos los rincones, tapizan las 'calles' del poblado, que carece de cualquier sistema de recogida y limpieza. Un gran vertedero de basura preside el 'poblado', por llamarlo de alguna manera, y se transforma en pira funeraria cuando la ocasión lo exige y la categoría del muerto lo merece. El cineasta australiano ha realizado una película delirante, repulsiva y bizarra, cuya propuesta es una distopía, la de una ciudad huérfana de políticos y de instituciones encargadas de mantener la convivencia entre sus habitantes, cuyo resultado es la concentración del poder en manos de la arbitrariedad, representada por un hombre al que todos llaman Daddy.
La desaparición en la práctica de una medicina básica tiene como resultado el retroceso en la salud colectiva, la demencia generalizada, la pérdida de las dentaduras, la extensión de las enfermedades mentales, etc. Una visión caótica de una sociedad anárquica, sin control y sometida a los caprichos de un personaje, que no sólo se impone sus a la colectividad, sino que revestido con los poderes del dictador se dota a sí mismo de la potestad de ejecutar a cualquier miembro de la comunidad que pretenda abandonarla. Estética feísta, repulsiva, para contar una historia degradante en la que el hombre, abandonada toda herencia social y cultural, se ha entregado a sus más bajas pasiones, con un factor negativo añadido: las sociedades primitivas viven en armonía con la naturaleza, en unas condiciones que apenas superan las de los animales que cazan para su propia supervivencia; el poblado de Stephen Elliot añade una basura industrial que produce un terrible impacto ambiental y convierte el entorno en un basurero, que los hombres soportan a base de drogas y alcohol. El cine que nos viene de las antípodas añade en ocasiones grandes dosis de cinismo y una visión brutal de la sociedad.
Alguien dijo que el cine es una ventana abierta al mundo, y la verdad es que pocas cosas escapan al ojo de la cámara, puesto que hay miles de cineastas realizando sus películas cada día y aplicando sus inquietudes, su sentido de la vida y sus experiencias a las historias que narran, lo que proporciona múltiples perspectivas y puntos de vista de todo aquello que interesa al hombre, cosa que hacen algunos sin premeditación, pues nadie, ni aún pretendiéndolo, puede dejar de lado parte de su esencia como ser humano, ya sea como observador corrosivo de la sociedad o como vividor adrenalínico que aprovecha, si puede, todo lo que la vida le proporciona, sin preocuparse de la realidad que lo rodea. Unos y otros construyen un puzzle que abarca todo el espectro social, sus ideas y sus inquietudes.
Stephan Elliott nos introduce en una comunidad que por una serie de circunstancias accidentales, entre ellas la rebelión de sus miembros que tomaron el lugar, no dispone de una clase política y depende del capricho de un patriarca que impone sus reglas más arbitrarias. Nadie se ve obligado a trabajar, ni en beneficio propio ni por el bien común; viven de forma ociosa, consumen botes de cerveza sin control, cuyas latas, desparramadas por todos los rincones, tapizan las 'calles' del poblado, que carece de cualquier sistema de recogida y limpieza. Un gran vertedero de basura preside el 'poblado', por llamarlo de alguna manera, y se transforma en pira funeraria cuando la ocasión lo exige y la categoría del muerto lo merece. El cineasta australiano ha realizado una película delirante, repulsiva y bizarra, cuya propuesta es una distopía, la de una ciudad huérfana de políticos y de instituciones encargadas de mantener la convivencia entre sus habitantes, cuyo resultado es la concentración del poder en manos de la arbitrariedad, representada por un hombre al que todos llaman Daddy.
La desaparición en la práctica de una medicina básica tiene como resultado el retroceso en la salud colectiva, la demencia generalizada, la pérdida de las dentaduras, la extensión de las enfermedades mentales, etc. Una visión caótica de una sociedad anárquica, sin control y sometida a los caprichos de un personaje, que no sólo se impone sus a la colectividad, sino que revestido con los poderes del dictador se dota a sí mismo de la potestad de ejecutar a cualquier miembro de la comunidad que pretenda abandonarla. Estética feísta, repulsiva, para contar una historia degradante en la que el hombre, abandonada toda herencia social y cultural, se ha entregado a sus más bajas pasiones, con un factor negativo añadido: las sociedades primitivas viven en armonía con la naturaleza, en unas condiciones que apenas superan las de los animales que cazan para su propia supervivencia; el poblado de Stephen Elliot añade una basura industrial que produce un terrible impacto ambiental y convierte el entorno en un basurero, que los hombres soportan a base de drogas y alcohol. El cine que nos viene de las antípodas añade en ocasiones grandes dosis de cinismo y una visión brutal de la sociedad.
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