T.A.P.S. Mas allá del honor. Harold Becker
Ficha técnica:
Título original: TAPS
País: Estados Unidos
Año: 1981
Duración: 121 minutosç
Dirección: Harold Becker
Guión: Darryl Ponicsan y Robert Mark Kamen, basado en la novela ?Father Sky' de Devery Freeman, adaptada por James Lineberger
Casting: Shirley Rich
Director de fotografía: Owen Roizman, A.S.Z.
Música: Maurice Jarre
Edición: Maury Winetrobe, A.C.E.
Directores artísticos: Stan Jolley y Alfred Sweeney
Decorador del set: Carl Biddescombe
Coordinador especialistas: Jim Arnett
Modistos: Barry Kellogg y Michael J.Long
Maquillaje: Bob Jiras
Peluquería: Frank Bianco
Productores: Stanley R.Jaffe y Howard B.Jaffe
20th Century Fox Film Corporation, Stanley Jaffe Production
Intérpretes:
George C.Scott: general Harlan Bache
Timothy Hutton: Brian Moreland
Ronny Cox: Coronel Kerby
Sean Penn: Alex Dwyer
Tom Cruise: David Shawn
Brendan Ward: Charlie Auden
Evan Handler: Edward West
John P. Navin Jr.: Derek Mellott
Billy Van Zandt: Bug
Giancarlo Esposito: J.C. Pierce
Donald Kimmel: Billy Harris
Tim Wahrer: John Cooper
Tim Riley: Hulk
Jeff Rochlin: Shovel
Sinopsis:
Un comandante de cadetes (Timothy Hutton ) lidera a sus compañeros de estudios militares en una sublevación armada con la intención de impedir que las autoridades conviertan su academia en un complejo deapartamentos. Su padre en funciones, quien también es el comandante de la academia (George C.Scott) se compromete con la lucha contra la conversión. Pero cuando un accidente inesperado provoca el cierre de la Academia, la disciplina militar se desbarata, con trágicas consecuencias. Sean Penn, Tom Cruise y Ronny Cox son los coprotagonistas de esta película que pone en duda los valores morales de la sociedad actual.
Comentario.
Los periódicos están desenpolvando cientos de películas del mayor interés en colecciones organizadas por géneros. Este fin de semana llega a los hogares una película que, una vez más, pone en evidencia que, independientemente de las diferentes ideologías que dominan el país, los norteamericanos gozan de una protección constitucional que, materializada en la primera enmienda, blinda a todos aquellos que quieran hacer uso de su libertad de expresión y someter a una dura crítica a cualquiera de las instituciones de 'su' país, de la que no se excluye al ejército, privilegio inexistente en otras democracias occidentales.
Cuando el Mayor, es decir el de mayor edad y graduación de una academia militar, que apenas cuenta 17 años, continúa un golpe de estado contra la sociedad civil que había comenzado el General Harland Bache (George C.Scott) al asesinar a un joven de la localidad que protestaba con su grupo ante el centro que él dirigía, estudiantes de edades comprendidas entre 12 y 17 años, comienzan una rebelión contra el poder ejecutivo y sus brazos armados: la policía y el propio ejército. Como descubre el joven al final hay algo que su mentor no les había enseñado, a excepción de palabras que él considera vacías ante el cuerpo de uno de los pequeños cadetes, como patria u honor: que no se dialoga con un arma en la mano, que no existen 'golpes de pluma', y que si quiere luchar porque en el lugar donde está la institución educativa en que se forma como militar no se construya un bloque de viviendas, tiene que hacer dos cosas antes: tirar las armas, despojarse de los uniformes y como un civil luchar por sus derechos, como hacen los políticos de los que se queja. En ese país son legales las armas, aduce, pero no su utilización contra inocentes desarmados, y menos si éstas son propiedad del estado y se dirigen contra los contribuyentes que las pagan.
De nada le valen a este 'novio de la muerte', como lo llama uno de los generales que intenta convencerle, no dialogar con él, ni el bofetón que le pega su padre, perteneciente a una saga de militares y sólo la muerte de un niño, al que chantajea con conceptos patrioteros como el valor y el honor, le hace deponer su actitud. Pero algo ha pasado por alto este joven de honor: que hay a quien le gusta matar, aunque la factura imponga el morir en el combate, personaje encarnado por un jovencísimo y culturista Tom Cruise. El propio nombre de la película es un símbolo: TAPS es una pieza musical del ejército estadounidense interpretada en ceremonias y funerales, generalmente con una trompeta.
Esta película que tiene, además, el interés cinéfilo de suponer el debut de Tom Cruise (aunque ya había desempeñado un papel secundario con anterioridad) y de Sean Penn, se basa en un hecho inverosímil: el que una Academia militar en la que se forman más de cien jóvenes no tenga al frente más adulto de graduación que el general Bache, por más que los hechos se produzcan en periodo estival, y que el poder pueda recar en cualquier circunstancia extraordinaria en un joven exaltado, en plena adolescencia, con el corazón y la mente perturbada por fantasías marciales, al que nadie, excepto la tragedia, puede obligar a deponer su actitud.
Una dura autocrítica que enaltece no sólo a quien realiza la película, sino a las instituciones que saben que en una república todos están sometidos al juicio de los ciudadanos, por mucho que les duelan las críticas. Tom Cruise y Sean Penn hacen ya una exhibición del carisma que los ha llevado al lugar que hoy ocupan entre las estrellas del firmamento cinematográfico americano.
Los periódicos están desenpolvando cientos de películas del mayor interés en colecciones organizadas por géneros. Este fin de semana llega a los hogares una película que, una vez más, pone en evidencia que, independientemente de las diferentes ideologías que dominan el país, los norteamericanos gozan de una protección constitucional que, materializada en la primera enmienda, blinda a todos aquellos que quieran hacer uso de su libertad de expresión y someter a una dura crítica a cualquiera de las instituciones de 'su' país, de la que no se excluye al ejército, privilegio inexistente en otras democracias occidentales.
Cuando el Mayor, es decir el de mayor edad y graduación de una academia militar, que apenas cuenta 17 años, continúa un golpe de estado contra la sociedad civil que había comenzado el General Harland Bache (George C.Scott) al asesinar a un joven de la localidad que protestaba con su grupo ante el centro que él dirigía, estudiantes de edades comprendidas entre 12 y 17 años, comienzan una rebelión contra el poder ejecutivo y sus brazos armados: la policía y el propio ejército. Como descubre el joven al final hay algo que su mentor no les había enseñado, a excepción de palabras que él considera vacías ante el cuerpo de uno de los pequeños cadetes, como patria u honor: que no se dialoga con un arma en la mano, que no existen 'golpes de pluma', y que si quiere luchar porque en el lugar donde está la institución educativa en que se forma como militar no se construya un bloque de viviendas, tiene que hacer dos cosas antes: tirar las armas, despojarse de los uniformes y como un civil luchar por sus derechos, como hacen los políticos de los que se queja. En ese país son legales las armas, aduce, pero no su utilización contra inocentes desarmados, y menos si éstas son propiedad del estado y se dirigen contra los contribuyentes que las pagan.
De nada le valen a este 'novio de la muerte', como lo llama uno de los generales que intenta convencerle, no dialogar con él, ni el bofetón que le pega su padre, perteneciente a una saga de militares y sólo la muerte de un niño, al que chantajea con conceptos patrioteros como el valor y el honor, le hace deponer su actitud. Pero algo ha pasado por alto este joven de honor: que hay a quien le gusta matar, aunque la factura imponga el morir en el combate, personaje encarnado por un jovencísimo y culturista Tom Cruise. El propio nombre de la película es un símbolo: TAPS es una pieza musical del ejército estadounidense interpretada en ceremonias y funerales, generalmente con una trompeta.
Esta película que tiene, además, el interés cinéfilo de suponer el debut de Tom Cruise (aunque ya había desempeñado un papel secundario con anterioridad) y de Sean Penn, se basa en un hecho inverosímil: el que una Academia militar en la que se forman más de cien jóvenes no tenga al frente más adulto de graduación que el general Bache, por más que los hechos se produzcan en periodo estival, y que el poder pueda recar en cualquier circunstancia extraordinaria en un joven exaltado, en plena adolescencia, con el corazón y la mente perturbada por fantasías marciales, al que nadie, excepto la tragedia, puede obligar a deponer su actitud.
Una dura autocrítica que enaltece no sólo a quien realiza la película, sino a las instituciones que saben que en una república todos están sometidos al juicio de los ciudadanos, por mucho que les duelan las críticas. Tom Cruise y Sean Penn hacen ya una exhibición del carisma que los ha llevado al lugar que hoy ocupan entre las estrellas del firmamento cinematográfico americano.
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