El tesoro de Sierra Madre. John Huston
Ficha técnica:
Título original: The treasure of the Sierra Madre.
País: Estados Unidos.
Año: 1948.
Duración: 126 minutos.
Dirección: John Huston.
Guión: John Huston, basado en una novela de Ben Traven.
Dirección de Fotografía: Ted McCor, B&W.
Música: Max Steiner.
Warner Bross Pictures.
Intérpretes:
Walter Huston: Howard ,
Tim Hol: Curtin,
Bruce Bennett,
Barton MacLane,
Alfonso Bedoya,
Arturo Soto Rangel,
Manuel Dondé,
José Torvay, Margarito Luna
Premios:
1948: 3 Oscars: Mejor director, actor secundario (Walter Huston), guión. 4 nominaciones
1948: 3 Globos de Oro, incluyendo Mejor película - Drama
1948: Círculo de críticos de Nueva York: Mejor película
Sinopsis:
Fred C. Dobbs (Humphrey Bogart) decide ir a Tampico en busca de oro con la intención de dejar atrás la miseria. Emprende el viaje en compañía de otros dos vagabundos (Walter Huston y Tim Holt), pero la codicia y la envidia que surge entre ellos les creará poco a poco más problemas que cualquier otra dificultad del camino.
Comentario:
John Huston realiza en El tesoro de Sierra Madre una tragedia clásica con tintes shakespearianos, en los que elude las imágenes de violencia directa, aunque representa la violencia estructural y cultural en la rudeza de unas imágenes, filmadas en blanco y negro y sin una sola concesión a una estética burguesa que alivie la dureza de la narración; el resultado es la representación de una realidad mucho más cruel que la de las películas de Quentin Tarantino, en las que el cinismo reduce la carga de las denuncias.
Fred C.Dobbs (Humprhrey Bogart) , movido por la avaricia, no duda en traicionar a sus compañeros usando como instrumento el crimen; inmediatamente se desatan las furias que apelan a su conciencia y despiertan el remordimiento, sentimientos que el asesino ignoraba hasta ese momento y que suponen el preámbulo de una secuencia constituida por un monólogo interno en el que el personaje se debate entre sus propios miedos y fundamentos cristianos, aunque también lo atormenta la ley de los hombres, mucho más prosaica, y el castigo que se le impondría, un juicio sumarísimo y la muerte consecuente, si hallaran el cadáver de su camarada. Cruda reflexión sobre el papel que juegan los insectos, los felinos salvajes y los cuervos, mucho más llamativos e indiciarios al descender en círculos sobre su presa.
El retrato que realiza de los indios mejicanos es demoledor: ignorantes, sumisos, supersticiosos. Hay dos secuencias muy dolorosas para un pueblo que ha sufrido el latigazo de la explotación por parte de las culturas más desarrolladas (española e inglesa) y la posterior pobreza: la salvación de un niño que ha caído en el agua y puede fallecer ahogado por parte de uno de los miembros del grupo de hombres blancos, al que llaman doctor y adoran como a un dios, y el fusilamiento de un grupo de ladrones aborígenes, que han robado su cargamento a Dobbs, y que tiran el oro, al que no otorgan ningún valor, en el patio de un convento, para quedarse con las mulas y venderlas en el mercado. Hay algo que se le escapa a Huston: los conquistadores utilizaron a los indios como siervos precisamente en la búsqueda y extracción de oro.
Fin mesiánico y justiciero, en el que el hombre blanco es presentado como un ser relativamente bondadoso e inocente, que puede conseguir una vida muelle en medio de tanto indio ignorante. Incluso el más perverso es una víctima de la debilidad humana, pero tiene conciencia de sus pecados.
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