Expiación, más allá de la pasión. Joe Wright
Ficha técnica:
Título original: Atonement,
País: Reino Unidos.
Año: 2007.
Duración : 123 minutos.
Dirección: Joe Wright.
Guión: Christopher Hampton, basado en la novela de Ian McEwan.
Casting: Jina Jay.
Director de Fotografía: Seamus McGarvey, B.S.C.
Música: Dario Marianelli.; supervisor: Nick Angel.
Edición: Paul Tothill, A.C.E.
Vestuario: Jacqueline Durran.
Maquillaje y peluquería: Ivana Primorac
Productores: Tim Bevan, Eric Fellner, Paul Webster.
Productores ejecutivos: Richard Eyre, Robert Fox, Ian McEwan, Debra Hayward, Liza Chasin.
Co-Productor: Jane Frazer.
Diseño de producción: Sarah Greenwood.
Compañías productoras: Universal en asociación con StudioCanal y Relativity Media, Working Title Production.
La imagen de Keira Knightley que más emociona a Joe Wright.
Intérpretes:
James McAvoy: Robbie Turner,
Keira Knightley: Cecilia Tallis,
Romola Garai Brioy Tallis adulta.
Saoirse Roman: Briony Tallis, a la edad de 13 años.
Vanessa Redgrave, Brionny Tallis mayor.
Anthony Minghela: entrevistador
Brenda Blethyn: Grace Turner,
Juno Temple: Lola Quincey,
Benedict Cumberbatch: Paul Marshall,
Patrick Kennedy: Leon Tallis,
Peter Wight: Inspector de policía,
Nonso Anozie: Frank Mace.
Premios y crítica. (Filmaffinity)
Sinopsis:
Debido a una serie de catastróficos malentendidos Robbie Tuner (James McAvoy) es acusado de un crimen que no ha cometido. Ésta acusación destruye el nuevo amor de Robbie y Cecilia (Keira Knightley) y altera de manera dramática el curso de sus vidas.
Comentario:
Joe Wright, realizador británico muy influenciado por Jane Austen, aborda en Expiación, más allá de la pasión el tema de la literatura de ficción; una maqueta de la propia mansión de los Tallis y el repiqueteo de la máquina de escribir, una Corona de diseño parecido a la Olivetti, nos recuerda que se está escribiendo un libro, imaginando al propio Dios como creador. El mayor handicap de la película de Wright reside precisamente en el engolamiento y la pretenciosidad, el miedo a la frescura, a la espontaneidad, a los finales felices, incluso a algo tan común y universal como los celos que inspiraron al propio Shakespeare cuando escribió su Otelo. El querer abarcar demasiados temas filosóficos da pesadez a un film que podía haber aligerado bastante, aunque en ocasiones la dilatación del tiempo hasta llegar a la resolución final puede generar cierta ansiedad en el espectador, o desesperarlo definitivamente.
El film está dividido en tres partes, con elipsis temporales importantes: la calumnia, la guerra mundial como modo de expiación de la víctima y la maledicente, y el epílogo en el que Briony, la escritora y fingidora ( en el sentido latino del término, es decir moldear, esculpir) de la mentira de terribles consecuencias, busca un final feliz alternativo para los amantes, que sólo se puede producir en el terreno virtual de la literatura. Una entrevista de la ya madura novelista, interpretada por Vanessa Redgrave, a cargo de Anthony Minghela,v (un poco antes de morir, lo que casi convierte su breve aparición en un homenaje premonitorio), nos muestra a una escritora ya mayor que desea volver a su infancia, provocar un final feliz al drama que ha creado y lo encuentra en una historia que escribió siendo adolescente: The Trialls of Arabella, en la que podemos ver juntos y felices a Cecilia y Ronnie.
En la primera secuencia, el propio Wright confiesa haber creado un clima iconoclasta, muy florido, bonito y kitsch, entendiendo ésto último en el mismo sentido que Milan Kundera, como algo tan maduro que está a punto de pudrirse. La familia Tallis vivía en su caserón, en 1935, sin advertir el peligro que acechaba a la sociedad, mientras el hijo de su ama de llaves se formaba en la Universidad. El momento dramático en el que la joven aristócrata se mete en la fuente y sale con la ropa mojada y pegada al cuerpo, dejando ver su anatomía, confirma lo que dice Vicente Molina Foix (El cine de las sábanas húmedas): que "un cuerpo bien formado puesto a remojo gana", y especialmente si lleva encima ropa mojada, imagen definitiva para los amantes. Esto es lo que siente Robbie, y es precisamente entonces cuando nace el deseo sexual entre ambos, que despertará los celos de la joven Briony: Cuando Lola Quincey (Juno Temple) se violada por Paul Marshall (Benedict Cumberbatch), ambas jovenes no dudarán en incriminar al hijo de la doncella. Pero muchas veces esta clase se ha de comer sus propios 'marrones', y, sospechándolo, deben convivir con violada y violador, que han decidido contraer matrimonio, y tener constantemente ante sí el recuerdo de su propia culpa. Esta historia de amor y traición es un material magnífico para derivar en una gran pelicula, y teniendo en cuenta que el lenguaje audivisual es diferente al de la novela escrita, excederse en contextualizaciones históricas puede generar ruido que impida disfrutar del mensaje.
Esto es lo que le ha ocurrido a Wright. Si Flaubert era un fetichista que se sentía atraído por los pies de una mujer, el realizador se declara atraido por las manos, que juegan, en efecto, un papel muy importante en sus películas. Pero a partir de este momento comienza a perderse en un bosque de referencias literarias y artísticas que no vienen a cuento, como la de la madre lavando los pies de su hijo, (Robbie), una clara evocación bíblica realizada con un fin exclusivamente diletante; La levitación de Cecilia cuando hace el amor con Robbie, homenaje a Chagall; el nombre de un barco en Dunquerque, el Lyndie London, en honor de su propia madre, o el cameo de Marcel Carné y su película Le quai des brumes. The port of Shadows, aprovechando un cine de verano que había en la playa en la que filmó escenas de soldados esperando para pasar el canal, y de Kieslowsky o David Lynch, por medio de una vieja que mira desde la ventana Vanessa Redgrave.
El realizador afirma que la historia de celos de Briony y Robbie es demasiado simple para desencadenar la tragedia, pero el film destila mucho más veneno que todo eso. Ronnie es el subordinado que está luchando, con el esfuerzo del pesado trabajo de su madre, para desclasarse y evitar la servidumbre, pero el capricho de las señoritas de la casa frustará todos los esfuerzos ciclópeos de madre e hijo, que terminarán en una ratonera en Dunquerque. Pero Wright también quiere rendir un homenaje a los hospitales británicos, especialmente al de St.Thomas, algo muy británico que ha tenido su enorme espacio en la apertura de la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Londres (2012), y dedica la tercera parte de su obra a mostrar cómo cuidaron a los heridos de guerra jóvenes aristócratas de 18 años. Yo me adhiero a ese orgullo europeo, del que hemos participado todos hasta ahora, de tener las mejores instituciones del welfare. Quizás seamos los últimos privilegiados.
Wright tenía tantas ganas de profundizar en tantos temas, que es muy probable que las ramas le hayan impedido ver el bosque. Lo que no se le puede negar es su forma diestra y eficaz de dominar los ritmos, pausados o acelerados de acuerdo con las conveniencias del guión, de manejar los claroscuros, semántizándolos en ocasiones para trasladar al público los sentimientos de los dos amantes, la puesta de la decoración y el vestuario al servicio de la construcción de su diégesis, lo kitsch que anuncia la decadencia, o el valor simbólico de los animales que aparecen en el film: las golondrinas como fuente de inspiración, las avispas como atracción, etc.; la alternancia de planos cortos con otros amplios y largos para dinamizar la narración, y, unificando todo, el ruido de la máquina de escribir que nos recuerda constantemente que lo que estamos viviendo es una ficción.
Tras ver el film de Joe Wright coincidimos con Joan Kelly, cuando afirma que no tenemos dos esferas de realidad social, sino dos o tres de relaciones de trabajo, o de clase, de raza y de sexo/género, y no sólo los hombres y las mujeres ocupan posiciones diversas en estas relaciones, sino, y esto es un punto importante, las mujeres ocupan posiciones diversas en los diferentes tipos de relaciones. Es decir, en Expiación el débil, a todas luces es Robbie, y también su madre, pero no por ser hombres o mujeres, sino por pertenecer a una clase social inferior, que los hace vulnerables a los deseos y los caprichos de sus señores. Y esto es algo que tiene muy claro Briony, aunque no ha tenido oportunidad de hablar con su víctima después de destrozarle la vida con una calumnia, que le lleva a la cárcel primero y a la guerra después. Por cierto,fue uno de los soldados atrapados en Dunkerque, lo que ha pusto de actualidad el film por razones extradiegéticas.
El film está dividido en tres partes, con elipsis temporales importantes: la calumnia, la guerra mundial como modo de expiación de la víctima y la maledicente, y el epílogo en el que Briony, la escritora y fingidora ( en el sentido latino del término, es decir moldear, esculpir) de la mentira de terribles consecuencias, busca un final feliz alternativo para los amantes, que sólo se puede producir en el terreno virtual de la literatura. Una entrevista de la ya madura novelista, interpretada por Vanessa Redgrave, a cargo de Anthony Minghela,v (un poco antes de morir, lo que casi convierte su breve aparición en un homenaje premonitorio), nos muestra a una escritora ya mayor que desea volver a su infancia, provocar un final feliz al drama que ha creado y lo encuentra en una historia que escribió siendo adolescente: The Trialls of Arabella, en la que podemos ver juntos y felices a Cecilia y Ronnie.
En la primera secuencia, el propio Wright confiesa haber creado un clima iconoclasta, muy florido, bonito y kitsch, entendiendo ésto último en el mismo sentido que Milan Kundera, como algo tan maduro que está a punto de pudrirse. La familia Tallis vivía en su caserón, en 1935, sin advertir el peligro que acechaba a la sociedad, mientras el hijo de su ama de llaves se formaba en la Universidad. El momento dramático en el que la joven aristócrata se mete en la fuente y sale con la ropa mojada y pegada al cuerpo, dejando ver su anatomía, confirma lo que dice Vicente Molina Foix (El cine de las sábanas húmedas): que "un cuerpo bien formado puesto a remojo gana", y especialmente si lleva encima ropa mojada, imagen definitiva para los amantes. Esto es lo que siente Robbie, y es precisamente entonces cuando nace el deseo sexual entre ambos, que despertará los celos de la joven Briony: Cuando Lola Quincey (Juno Temple) se violada por Paul Marshall (Benedict Cumberbatch), ambas jovenes no dudarán en incriminar al hijo de la doncella. Pero muchas veces esta clase se ha de comer sus propios 'marrones', y, sospechándolo, deben convivir con violada y violador, que han decidido contraer matrimonio, y tener constantemente ante sí el recuerdo de su propia culpa. Esta historia de amor y traición es un material magnífico para derivar en una gran pelicula, y teniendo en cuenta que el lenguaje audivisual es diferente al de la novela escrita, excederse en contextualizaciones históricas puede generar ruido que impida disfrutar del mensaje.
Esto es lo que le ha ocurrido a Wright. Si Flaubert era un fetichista que se sentía atraído por los pies de una mujer, el realizador se declara atraido por las manos, que juegan, en efecto, un papel muy importante en sus películas. Pero a partir de este momento comienza a perderse en un bosque de referencias literarias y artísticas que no vienen a cuento, como la de la madre lavando los pies de su hijo, (Robbie), una clara evocación bíblica realizada con un fin exclusivamente diletante; La levitación de Cecilia cuando hace el amor con Robbie, homenaje a Chagall; el nombre de un barco en Dunquerque, el Lyndie London, en honor de su propia madre, o el cameo de Marcel Carné y su película Le quai des brumes. The port of Shadows, aprovechando un cine de verano que había en la playa en la que filmó escenas de soldados esperando para pasar el canal, y de Kieslowsky o David Lynch, por medio de una vieja que mira desde la ventana Vanessa Redgrave.
El realizador afirma que la historia de celos de Briony y Robbie es demasiado simple para desencadenar la tragedia, pero el film destila mucho más veneno que todo eso. Ronnie es el subordinado que está luchando, con el esfuerzo del pesado trabajo de su madre, para desclasarse y evitar la servidumbre, pero el capricho de las señoritas de la casa frustará todos los esfuerzos ciclópeos de madre e hijo, que terminarán en una ratonera en Dunquerque. Pero Wright también quiere rendir un homenaje a los hospitales británicos, especialmente al de St.Thomas, algo muy británico que ha tenido su enorme espacio en la apertura de la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Londres (2012), y dedica la tercera parte de su obra a mostrar cómo cuidaron a los heridos de guerra jóvenes aristócratas de 18 años. Yo me adhiero a ese orgullo europeo, del que hemos participado todos hasta ahora, de tener las mejores instituciones del welfare. Quizás seamos los últimos privilegiados.
Wright tenía tantas ganas de profundizar en tantos temas, que es muy probable que las ramas le hayan impedido ver el bosque. Lo que no se le puede negar es su forma diestra y eficaz de dominar los ritmos, pausados o acelerados de acuerdo con las conveniencias del guión, de manejar los claroscuros, semántizándolos en ocasiones para trasladar al público los sentimientos de los dos amantes, la puesta de la decoración y el vestuario al servicio de la construcción de su diégesis, lo kitsch que anuncia la decadencia, o el valor simbólico de los animales que aparecen en el film: las golondrinas como fuente de inspiración, las avispas como atracción, etc.; la alternancia de planos cortos con otros amplios y largos para dinamizar la narración, y, unificando todo, el ruido de la máquina de escribir que nos recuerda constantemente que lo que estamos viviendo es una ficción.
Tras ver el film de Joe Wright coincidimos con Joan Kelly, cuando afirma que no tenemos dos esferas de realidad social, sino dos o tres de relaciones de trabajo, o de clase, de raza y de sexo/género, y no sólo los hombres y las mujeres ocupan posiciones diversas en estas relaciones, sino, y esto es un punto importante, las mujeres ocupan posiciones diversas en los diferentes tipos de relaciones. Es decir, en Expiación el débil, a todas luces es Robbie, y también su madre, pero no por ser hombres o mujeres, sino por pertenecer a una clase social inferior, que los hace vulnerables a los deseos y los caprichos de sus señores. Y esto es algo que tiene muy claro Briony, aunque no ha tenido oportunidad de hablar con su víctima después de destrozarle la vida con una calumnia, que le lleva a la cárcel primero y a la guerra después. Por cierto,fue uno de los soldados atrapados en Dunkerque, lo que ha pusto de actualidad el film por razones extradiegéticas.
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