Sueño y silencio. Jaime Rosales.
Ficha técnica:
Título original: Sueño y silencio.
País: España/Francia.
Año: 2012.
Duración: 120 minutos.
Dirección: Jaime Rosales.
Guión: Jaime Rosales y Enric Rufas.
Dirección de Fotografía: Óscar Durán, en B/N.
Montaje: Nino Martínez Sisa.
Productores: Jerôme Dopffer, José María Morales y Jaime Rosales.
Compañías: Fresdeval Films, Balthazar Productions, Wanda Films, TV3-Televisión de Cataluña.
Intérpretes:
María de Medeiros: Marie,
Sergi López: Valentí,
Yolanda Galocha: Yolanda,
Celia Correas: Celia,
Laura Latorre: Laura,
Alba Ros: Alba,
Oriol Roselló: Oriol,
Jaume Terradas: Jaume,
Miquel Barceló.
Sinopsis:
Oriol y Yolanda viven en París con sus dos hijas. Él es arquitecto, ella es profesora. Durante unas vacaciones en el Delta del Ebro, un accidente transforma sus vidas.
Comentario.
Jaime Rosales se interesa por el metalenguaje cinematográfico e investiga nuevas formas de expresión, superados el clasicismo, la modernidad y la posmodernidad, utilizando un discurso visual sin diálogos, en el que lo actores reciben el contenido dramático de su actuación momentos antes del rodaje, sin instrucciones sobre su forma de actuar. Con este procedimiento Rosales intenta un distanciamiento brechtiano que implique al espectador y le ayude a comprender y reflexionar sobre el punto de vista de un personaje fundamental: el padre de la joven fallecida.
A pesar de pretender una superación de los modos de representación pre-existentes, retrocede a tiempos del imperio de la fotografía analógica pre-digital , mediante el uso del no-color o colores neutros, blanco y negro, grano duro y luz natural en la medida de lo posible. , lo que conecta con ciertas sensibilidades que reniegan de los efectos visuales, confundiendo la tecnología con el uso torpe y sin creatividad de los nuevos medios. Cualquier duda es despejada con la cita de Quim Casas (Dirigido por...): "El grano de la imagen en blanco y negro es muy hermoso" (de nuevo Garrel, al revés de la nitidez en blanco y negro de Albert Serra o de Michael Haneke). "Le da una consistencia a la película extraordinaria. Una gran sensación de física matérica".
Jaime Rosales filma un accidente producido en la extradiégesis de la narración, y se interesa por las consecuencias, tratando de captar la linea divisoria entre el sueño y la realidad, muy difícil de establecer en momentos traumáticos, y tras la pérdida alcanzar la recuperación. Puede que Rosales no haya conseguido dar una expresión poética a su película, afirma Quim Casas, pero lo ha intentado. El problema reside en la dificultad de manejar los nuevos recursos que proporciona la ciencia actual, que exigen una auténtica renovación de las formas de comunicar, sin realizar una huida al pasado, cuyo resultado es un ejercicio diletante de evocación nostálgica; ese es el problema, a pesar de los premios recibidos al intentar emular al cine mudo, de Michel Hazanavicius en The artist: jamás se podrá recuperar la frescura del cine silente, emocionado con cada nueva innovación, ni la inocencia de Truffaut y sus travellings sentado en los capós o maleteros de coches baratos, porque no disponía de recursos para utilizarlos en sus películas, documentales como Fata Morgana de Herzog, que hoy se suma al 3D sin problemas en su cueva de los sueños olvidados, etc. Hoy la mirada retrospectiva a estos tiempos heróicos pierde en espontaniedad lo que intenta ganar en ejercicio de reflexión intelectual nostálgica. Ejercicio que se traslada a los críticos: "Soñamos, quizá, lo que está fuera del encuadre y vemos la realidad matérica de lo que se ha filmado, del espacio (sean interiores o exteriores de ParíS, habitaciones apenas sin luz...) ". Sueño y silencio descompone en fragmentos, en reatozs reales o perdidos de la memoria, en imaginaciones y certezas una historia dramática sobre la muerte, la ausencia, el duelo y la recuperación.
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