Good Bye Lennin! . Wolfang Becker.
Ficha técnica:
Título original: Good by Lennin!
País: Alemania.
Año: 2003.
Duración: 118 minutos.
Dirección: Wolfang Becker.
Guión: Wolfang Becker y Bernd Lichtenberg.
Música: Yann Tiersen.
Dirección de Fotografía: Martin Kukula
Dirección artística: Mathías Klemme.
Montaje Peter R.Adam.
Productor: Stephen Arndt.
Compañías: X Verleih, X Filme Creatie Poool Produktion, Westdeutschen Rundfunk, Filmstiftung Nordrheim Westfalen, Filmförderungsanstalt, Filmboard Berlin Brandenburg, BKM. Distribuidora: Wanda VisiónIntérpretes:
Daniel Brühl: Alex,
Katrin Sass: Madre de Alex,
Chulpan Khamatova: Lara,
María Simon: Ariane,
Florian Lucas: Denis,
Alexander Beyer: Rainer,
Burghart Klaussner: padre de Alex,
Franziska Troegner: Sra. Schäfer,
Michael Gwisdek: Director Klapprath.Premios (Filmaffinity) :
2003: Festival de Berlín: Sección oficial de largometrajes, Premio Ángel Azul
2003: Nominada Premios BAFTA: Mejor película de habla no inglesa
Sinopsis:
La madre de Alex, una mujer orgullosa de sus ideas socialistas, despierta después de haber pasado ocho meses en coma, concretamente desde octubre de 1989. Alex no se atreve a expliarle la caída del Muro de Berlín y la instauración del capitalismo en Alemania Oriental, así que decide convertir su casa en una isla anclada en el pasado, una especie de museo del capitalismo donde su madre viva creyendo que hada ha cambiado.
Comentario:
El año 1978 fue decisivo en la vida de Alex (Daniel Brühl) por razones muy diferentes: la nave Soyuz-31, que despegó del aeródromo de Bakinour el 26 de agosto de 1978, lleva por primera vez un ciudadano alemán al espacio y su padre les traicionaba y se escapaba del país con una mujer capitalista, lo que provocó el primer shock traumático de la madre, que llegó a perder el habla. El segundo trauma fue comprobar la brutalidad del régimen intensificada en su decadencia y ver cómo se cobraba una víctima, su propio hijo. La consecuencia del impacto emocional de una mujer que había dedicado su vida al cuidado de sus hijos y la educación en valores cívicos de las juventudes socialistas, fue un infarto que la dejó en coma durante años. Al despertar, el mundo en que creía y por el que había luchado ya no era el mismo, el muro de Berlín había caído, su hija había dejado la carrera y se había convertido en una vendedora del Burger King, el cambio individual y social más emblemático, al tiempo que las mujeres fumaban, los obreros perdían el empleo, y los espectáculos provocadores de occidente penetraban en los locales de ocio.
Alex decidió montarle un mundo paralelo, aquel en el que había creído, para evitarle un nuevo y decisivo trauma, dando lugar a situación curiosas y gags muy divertidos, como la cutre imitación de la secuencia de los primates de 2001, Una odisea del espacio de Stanley Kubrick, sustituyendo el hueso por un ramo de novia, la ocultación de la publicidad de Coca-Cola en una gran lona que cubría un edificio, o la sustitución de los frascos de pepinillos por otros del antiguo régimen, la manipulación de programas televisivos, y un largo etcétera de situaciones bizarras. La magia se rompe cuando sale sola a la calle y ve como transportan la estatua de Lenin en un helicóptero.
Wolfang cuenta la historia con gran sencillez y respeto al momento que estaba viviendo la República Democrática Alemana, mostrando gran sensibilidad que fue apreciada y comprendida por el público de 2003, sin perder vigencia en la actualidad. La influencia de la carrera espacial en los niños y adolescentes del último tercio del siglo XX tiene reflejo en muchas películas de la época, y especialmente en las de aquellos países que participaron en proyectos de este tipo. Estos acontecimientos que marcaron la juventud de muchos alemanes del Este, influyeron en la secuencia final, una de las más entrañables de la historia del cine.
Muchas cosas cambiaron, la sociedad de consumo dejó obseletas esas bibliotecas particulares a cambio de nuevas marcas de pantalones vaqueros, pero el dibujo del logo que lleva impreso Alex en la espalda de su mono rojo recuerda la hoz y el martillo del antiguo régimen, porque hay cosas que nunca cambian,
Muchas cosas cambiaron, la sociedad de consumo dejó obseletas esas bibliotecas particulares a cambio de nuevas marcas de pantalones vaqueros, pero el dibujo del logo que lleva impreso Alex en la espalda de su mono rojo recuerda la hoz y el martillo del antiguo régimen, porque hay cosas que nunca cambian,
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