El curioso caso de Benjamin Button. David Fincher.
TEMPUS FUGIT CON INDEPENDENCIA DE LO QUE PODAMOS PARECER
Ficha técnica:
Título original:The curious case of Benjamin Button.
País: EE.UU.
Año: 2008.
Duración: 167 minutos.
Dirección: David Fincher.
Guión: Eric Roth y Robin Swicod, basado en una historia de Francis Scott Fitzgerald.
Casting: Laray Mayfield.
Música: Alexandre Desplat.
Director de Fotografía: Claudio Miranda..
Producción: Kathleen Kennedy y Frank Marshall. Ceán Chaffin.
Diseño de producción: Donalda Graham Burt.
Edición: Kirk Baxter y Angus Wall.
Vestuario: Jacqueline West.
Maquillaje creado por Greg Cannom.
Diseño de sonido: Ren Klyce.
Paramount Pictures, Warner Bros Pictures.
Intérpretes:
Brad Pitt: Benjamin Button.
Cate Blanchett: Daisy,
Taraji P. Henson: Queenie,
Julia Ormond: Caroline,
Jason Flemyng: Thomas Button,
Mahershalalhashbaz Ali
Jared Harris: Capitán Mike.
Elias Koteas: Monsieur Gateau,
Phyllis Somerville: Grandma Fuller,
Tilda Swinton : Elizabeth Abbott.
Premios (Filmaffinity):
2008: 3 Oscars: Mejor dirección artística, maquillaje, efectos visuales. 13 nominaciones
2008: 5 Nominaciones al Globo de Oro, incluyendo mejor película, director
2008: 3 premios BAFTA, incluyendo mejor maquillaje. 11 nom., incluyendo mejor película
2008: Asociación de Críticos de Los Angeles: Finalista a mejor banda sonora.
Sinopsis:
"Nací en unas circunstancias poco corrientes". Y así comienza El curioso caso de Benjamin Button, una adaptación de la historia de F.Scott Fitzgerald sobre un hombre que nace octogeneraio y va rejuveneciendo con el tiempo. Un hombre como cualquiera de nosotros, que es incapaz de parar el tiempo. Desde su nacimiento en Nueva Orleans en 1918 , al final de la I Guerra Mundial, le acompañamos en un extraño viaje que le lleva a través de los océanos, a participar en el bombardeo de Pearl Harbor y su regreso a casa años después. Dirigida por David Fincher (Zodiac, El club de la lucha...) y protagonizada por Brad Pitt y Cate Blanchett en el papel de Bejamin y Daisy, la película narra la gran historia de un hombre nada común y las personas y lugares que descubre por el camino, las alegrías de la vida, la tristeza de la muerte y el amor que perdura más allá del tiempo.
Comentario:
David Fincher, el director mimado por la crítica, por la factura y texturas clásicas de su cine, impregnado de un estilo muy personal, con imágenes bañadas de una luz aparentemente empobrecida, nos relata de una forma natural la historia más antinatural que se puede contar, la de un niño que nace viejo y va rejuveneciendo con el tiempo hasta llegar a la plenitud física, de una belleza perfecta. El sueño de Fausto invertido. Benjamin Button nace en 1918, el mismo día que el relojero ciego Gateau, el Señor Pastel, inaugura un reloj en una estación, al que ha construido deliberadamente de forma que va hacia atrás en el tiempo, con el objetivo de recuperar a su hijo, muerto en la Primera Guerra Mundial, para que vuelva a casa y pueda vivir largos años.
Es una idea a veces deslumbrante, otras inquietante, en las que el hombre aprende a convivir con la enfermedad y la muerte en su juventud, y diabólicamente goza de la belleza física cuando la naturaleza comienza a anunciar el fin de su vida. Benjamin no puede soñar con algo tan natural como la paternidad, al realizar el itinerario vital en sentido contrario. El deseo del padre de volver a la vida al hijo mediante un sortilegio aplicado al gran reloj de la estación, no sólo no satisface sus deseos, sino que se convierte en una maldición para un niño que nace en ese momento, muy diferente al sueño de las imágenes que rebobinan las tomas de unos soldados en el frente retrocediendo hacia sus hogares. Benjamin Button es una excepción, una pesadilla que se acaba cuando en el 2002 se sustituye el reloj del Sr. Pastel por uno digital, un año antes de la muerte del viejo-joven hombre, momento en que termina una época y comienza la nueva era tecnológica; una tragedia trajo a Benjamin y otra se lleva a Daisy. Tras la muerte de su amante, que coincide con el huracán Katrina, el agua entra en el depósito donde duerme el viejo reloj y lo arrastra al mismo tiempo que desaparece la última protagonista de este cuento perverso. Ambos se encuentran en el ecuador de sus vidas, en la plenitud física que favorece las relaciones románticas y sexuales; independientemente de la dirección del recorrido de este viaje que es la vida, el hombre aprende que siempre tiene tiempo para cumplir sus deseos, posibilidad que evidencian las imágenes televisivas de Elizabeth Abbott (Tilda Swinton), primera amante del joven de vieja apariencia, que ha realizado la hazaña de cruzar el Canal de la Mancha a nado, siendo ya sexagenaria
Los lugares refuerzan la magia del relato: Benjamin trabaja en un barco que se llama Chelsea, se alojan en un hotel en Rusia cuyo nombre era 'El palacio de invierno', participa en la Guerra mundial, en la que mueren hombres que tienen sueños que no se van a realizar nunca, etc. Pero en esta película, más que en otras, cobra especial significado formal y discursivo-visual el espectacular trabajo de maquillaje de Greg Cannom, por el que obtuvo un Oscar bien merecido, que nos persigue más de la primera mitad del film con esas imágenes de Benjamin Button prematuramente envejecido. Resulta paradójica la pregunta de Daisy, que lo conoció cuando tenía catorce años, de si la querrá cuando tenga arrugas, que refleja el miedo tan humano a envejecer, que se contrapone al del hombre , tan especial, a rejuvenecer. En un caso u otro el resultado es el mismo: la pérdida de la identidad, de la memoria, que nos convierte en individuos que construimos nuestra propia personalidad a base de recuerdos; ese sentido tienen la clasificación de las personas por el estilo de vida que han decidido en plenitud de sus facultades mentales: algunas son madres, algunas bailan, algunos fabrican botones... Son espectacularmente hermosas las imágenes de Benjamin, un niño de uno o dos años, paseando con la envejecida Daisy, que camina apoyada en un bastón.
Caroline, en el lecho de muerte de su madre, hará un terrible descubrimiento en forma de cuento mágico de amor en las más extrañas de las circunstancias, salido de la mente de Scott Fitzgerald y adaptado al cine por David Fincher para la gran pantalla.
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