Los juegos del hambre. Gary Ross.
Ficha técnica:
Título original: The hunger games.
País: EE.UU./Canadá.
Año: 2012.
Duración: 142 minutos,
Dirección: Gary Ross.
Guión: Billy Ray, Suzanne Collins y Gary Ross, basado en la novela de Suzanne Collins
Música: James Newton Howard y T-Bone Burnett.
Dirección de Fotografía: Tom Stern, en color.
Montaje: Stephen Mirrione, Juliette Welffing y Chritopher S.Capp.
Producción:Nina Jacobson y Jon Killik.
Diseño de producción: Philip Messina.
Vestuario: Judianna Makovski.
Compañías: Warner Bross Pictures, Ludas Productions, Larger Than Life Productions, Color Force, Lionsgate Films.
Reparto:
Jennifer Lawrence : Katniss Everdeen,
Josh Hutcherson :Peeta,
Liam Hemsworth :Gale,
Elizabeth Banks :Effie,
Woody Harrelson :Haymitch,
Wes Bentley :Seneca,
Donald Sutherland :presidente Snow,
Lenny Kravitz :Cinna,
Stanley Tucci :Caesar Flickerman.
Sinopsis:
El filme de Gary Ross es una distopía futurista, en la que los habitantes de las ruinas de lo que fue una vez América del Norte,Panem, son obligados a enviar a un chico y a una chica adolescentes para competir en Los Juegos del Hambre, un cruel entretenimiento, cuya base es en realidad una táctica de intimidación por parte del gobierno. Este espectáculo es televisado nacionalmente, y los jóvenes deben enfrentarse a los 'tributos', que se entrenan durante todo el año, hasta que, finalmente, sólo superviva uno. La protagonista, Katniss, se ve obligada a recurrir a sus instintos y a la tutoría de Haymitch Abernathy, antiguo campeón aunque ahora estropeado y borrachín. Si quiere volver a su casa en el Distrito 12, tendrá que tomar unas decisiones difíciles en La Arena que contraponen la supervivencia a la humanidad y la vida al amor.
Crítica.
La película de Gary Ross se ha convertido en la más taquillera de la historia del cine, sin ser una secuela, que ha provocado que no se estrene ningún otro film durante la semana. Diario Público dedica un amplio espacio al evento.
Concebida como la primera entrega de una saga que completarán las adaptaciones de la novela homónima de Suzanne Collins de 2008, En llamas (2009) y Sinsajo (20110), continúa perfilando, según Diego Salgado (Dirigido por...) la novela en marcha de toda una generación. La de quienes nacidos en los albores de un siglo XXI abocado en teoría al fin de la Historia, se han topado en la práctica con una era cuyo orden sólo evidencia un equilibrio precario entre diversos órdenes.
Los juegos del hambre, continúa, no son una distopía futurista empeñada en reivindicar un humanismo a la medida del momento en que ha sido producida, sino una reflexión sobre la esfera pública contemporánea, en la que la participación ciudadana se ha confundido con la mediática. Del mismo modo que se identifica la opinión pública con la publicada, sea cual sea el medio.
El film está dividido en dos partes: un retrato de una América Hilbilly, de extrema pobreza, similar a la plasmada en Winter's bone de Debra Granik, y la adaptación de las cualidades individuales, redefinidas de acuerdo con la hiperrealidad del primer tiempo, pasarán a depender de lo que exijan los patrocinadores y los audímetros. La película está tratado formalmente con una aspereza estilística y una asepsia abierta a todos los públicos, y es aquí donde el articulista demuestra a qué grados de reflexión están llegando las vanguardias intelectuales en el análisis de la sociedad que prefiguran las nuevas tecnologías. Diego Salgado se pregunta si tiene sentido una rebelión cuando sus proclamas han de adecuarse a formas preexistentes; Vivimos años convulsos, concluye en los que se acusa a lo establecido de no atender nuestras necesidades e inquietudes, pero usamos canales de disensión que no sólo están diseñados por quienes dirigen el rumbo de los acontecimientos, sino que sirven para su enriquecimiento y aumento de poder.
Unos cuantos años después nos encontramos ante el mismo dilema que llevó a escribir a Umberto Eco su famoso libro Apocalípticos e integrados, y si bien el momento es distinto merced a la evolución constante de la ciencia y la tecnología, el desarrollo de las redes sociales desacraliza más aún si cabe cualquier discurso de los que penetran en ellas, ya sean concursos como el que denuncia la película o el aumento del paro en Europa y la quiebre de la banca en el mundo. El artículo de Diego Salgado sobre el film, Los juegos del hambre. La revolución no será "tuiteada" no sólo es enriquecedor culturalmente, sino que nos permite captar la esencia del cine y del film concreto que tenemos delante.
Concebida como la primera entrega de una saga que completarán las adaptaciones de la novela homónima de Suzanne Collins de 2008, En llamas (2009) y Sinsajo (20110), continúa perfilando, según Diego Salgado (Dirigido por...) la novela en marcha de toda una generación. La de quienes nacidos en los albores de un siglo XXI abocado en teoría al fin de la Historia, se han topado en la práctica con una era cuyo orden sólo evidencia un equilibrio precario entre diversos órdenes.
Los juegos del hambre, continúa, no son una distopía futurista empeñada en reivindicar un humanismo a la medida del momento en que ha sido producida, sino una reflexión sobre la esfera pública contemporánea, en la que la participación ciudadana se ha confundido con la mediática. Del mismo modo que se identifica la opinión pública con la publicada, sea cual sea el medio.
El film está dividido en dos partes: un retrato de una América Hilbilly, de extrema pobreza, similar a la plasmada en Winter's bone de Debra Granik, y la adaptación de las cualidades individuales, redefinidas de acuerdo con la hiperrealidad del primer tiempo, pasarán a depender de lo que exijan los patrocinadores y los audímetros. La película está tratado formalmente con una aspereza estilística y una asepsia abierta a todos los públicos, y es aquí donde el articulista demuestra a qué grados de reflexión están llegando las vanguardias intelectuales en el análisis de la sociedad que prefiguran las nuevas tecnologías. Diego Salgado se pregunta si tiene sentido una rebelión cuando sus proclamas han de adecuarse a formas preexistentes; Vivimos años convulsos, concluye en los que se acusa a lo establecido de no atender nuestras necesidades e inquietudes, pero usamos canales de disensión que no sólo están diseñados por quienes dirigen el rumbo de los acontecimientos, sino que sirven para su enriquecimiento y aumento de poder.
Unos cuantos años después nos encontramos ante el mismo dilema que llevó a escribir a Umberto Eco su famoso libro Apocalípticos e integrados, y si bien el momento es distinto merced a la evolución constante de la ciencia y la tecnología, el desarrollo de las redes sociales desacraliza más aún si cabe cualquier discurso de los que penetran en ellas, ya sean concursos como el que denuncia la película o el aumento del paro en Europa y la quiebre de la banca en el mundo. El artículo de Diego Salgado sobre el film, Los juegos del hambre. La revolución no será "tuiteada" no sólo es enriquecedor culturalmente, sino que nos permite captar la esencia del cine y del film concreto que tenemos delante.
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