Sólo se vive una vez. Fritz Lang.
Ficha técnica:
Título original. you only live once.País: Reino Unido.
Año: 1937
Duración: 86 minutos.
Dirección: Fritz Lang.
Guión:Gene Towne y Grahan Baker.
Director artístico: Alexander Toluboff
Dirección de Fotografía: Leon Shamroy.
Director musical: AAlfred Newman.
Edición: Daniel Mandell.
Vestuario: Helen Taylor.
Sonido: Frank Maher
International Film Renters Ltd; Walter Wanger
British Borda of Film Censors (válido para audiencias adultas)
Intérpretes:
Sylvia Sidney: Joan Graham
Henry Fonda: Eddie Taylor
Barton MacLane: Stephen Whitney
Jean Dixon: Bonnie Graham
William Gargan: Father Dolan
Jerome Cowan: Doctor Hill
Chic Sale:: Ethan
Margaret Hamilton: Esther
Warren Hymer: Buggsy
Guinn Williams: Roger
John Wray: Warden
Walter de Palma: Monk.
Sinopsis:
Eddie Taylor (Henry Fonda) es un delincuente de poca monta condenado tres veces y acusado de un asesinato que no ha cometido. Decide entonces escapar de la cárcel, pero esta decisión y la fatalidad le cerrarán la posibilidad de seguir un camino recto en la sociedad, que ya se le había cerrado por los empresarios, aunque contaba con el amor de su mujer. En una huida desesperada mata al único hombre dispuesto a ayudarle (un sacerdote), que sin embargo no comprende la imposibilidad de restaurar la confianza en unos minutos. Huye con su mujer y su hijo, a los que sólo les queda la posibilidad de robar para supervivir.
Comentario:
El crac bursátil de 1929 en Estados Unidos desestabilizó a todo el mundo y creó un ambiente propicio para los trastornos de identidad, el miedo al otro y el temor a lo desconocido, que dio impulso a un cine gótico, basado en la adaptación de novelas fantásticas del siglo XIX, como Drácula de Bram Stoker , dirigida por Tod Browning , Frankenstein de Mary Shlelley, realizada por James Whale, Dr. Jekill y Mister Hyde adaptada por Rouben Mamoulian, que intenta penetrar en las dualidades sepultadas del ser humano. Las tres fueron producidas y realizadas en 1931. Noël Simsolo realiza un análisis de las convulsiones económicas y financieras y sus repercusiones en cualquier manifestación artística, especialmente el cine, que reproducimos en parte porque ayuda a entender un film como Sólo se vive una vez. (El cine negro. Monstruosidades y Rebeldías. págs. 112-126.). Cámaras subjetivas, elipsis en el interior de las escenas, fuerza de la noche y la niebla son los recursos más habituales del lenguaje visual elegido para mostrar el demonio que habita en nuestro interior.
En esta época de crisis económica, moral y política, similar a la que vivimos, de mayor gravedad y carácter global, los monstruos imaginarios se codean con los de la sociedad real: gángsters, psicópatas, serial-killers son los compañeros de vampiros,fantasmas, zombies, sabios chiflados, hombres invisibles, hombres-lobo o gorilas (King-Kong); los conceptos de secreto, trauma psicológico e irresponsabilidad se convierten en emblema de la avaricia y la hipocresía dominante. La película carcelaria funciona como contrapunto, incidiendo en las virtudes de la penitencia, la bondad de los que se regeneran ante la sociedad, las relaciones de amistad que se establecen entre los hombres encarcelados, el sentido del sacrificio de los alcaides o su vocación de asistentes sociales, con la pretensión de dejar una puerta abierta a aquellos que han mantenido actitudes erráticas. Simsolo denuncia el maniqueismo deprimente, tanto de esta visión buenista de los funcionarios cargados de buenas intenciones, como la de aquellos filmes que presentan a los carceleros y a su director como una horda de brutos sádicos.. La realidad más corriente es que un evadido de la cárcel u otro que ha cumplido ya su pena solo pueden vivir gracias a la delincuencia.
El New Deal de Roosvelt ha despertado a las fuerzas progresistas y la crítica social emerge, contaminando la literatura, el teatro o el cine, (An American Tragedy de Josef Steberg, 1931, The strange love of Molly Louvain de Michael Curtiz, 1932 o Tres vidas de mujer de Mervyn LeRoy, 1932). Wild Boys on the Road de Wellman (1933), muestra a niños errantes, víctimas de la depresión. Cada vez aparecen películas más progresistas, inspiradas en la literatura de Zola, que denuncian el New Deal y elogian la lucha de clases.
Muchos directores muestran un pesimismo lúcido, como Lang, en cuyos filmes el monstruo es la multitud, a la que representa en su odiosa brutalidad, enfatizando en el engranaje opresor del modelo social, al que contrapone el de la naturaleza humana, subrayando que ambos llevan en su interior un depredador. Nadie es inocente. Los discursos de Lang adoptan una forma estética radical, en la que cada gesto, cada mirada y cada movimiento revela las ambigüedades de cada cual o la sed de poder de todos nosotros, sin perder la nostalgia dolorosa de un romanticismo libertario, como en 'Sólo se vive una vez'.
Noël Simsolo dice de esta película: "(...) sublima el arquetipo de la pareja que huye en un pesimismo tan desesperado que sólo puede despertar una vergüenza culpable al contemplarlo. El ex convicto que desea reincorporarse a la sociedad, fundar una familia y creer en la naturaleza humana descubrirá que la ley de la selva está todavía más presente en el mundo normal que en el del hampa y los marginales. Es algo que le subleva al principio, pero sigue pensando que la paciencia y el amor ayudarán a su reconversión"
Toda la puesta en escena contribuye a un aislamiento patético con su mujer, que termina con una focalización de la pareja en el interior del visor de un fusil, evidenciando que este hombre está en el punto de mira desde el principio y su ejecución era inevitable. La esperanza no puede sobrevivir en una sociedad que sustituye la aspiración romántica por la competencia descarnada. Ya no se trata de vivir o morir. El destino se ha hecho cargo de todo. La realidad es negra. La verdadera felicidad es imposible.
Lang, huido de su país natal, Alemania, siente la dificultad de vivir en un mundo corrompido. Su estética se pone al servicio de presentar esta fatalidad con imágenes de opresión permanente: calles bajo la lluvia, claroscuros, primeros planos de rostro aterrorizado, contraluces, violencia urbana en los límites de la iconografía de lo fantástico (escena del atraco) y juegos de encuadre como en una muñeca rusa o un trampantojo.
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