Paranormal Activity 3. Henry Joost y Ariel Schulman.
Ficha técnica:
Título original: Paranormal activity 3.
País: USA.
Año: 2011.
Duración: 84 minutos.
Dirección: Henry Joost y Ariel Schulman.
Guión: Christopher B.Landon, basado en los personajes de Oren Peli
Dirección de Fotografía: Magdalena Gorka Bonacorso, en color.
Música: no tiene.
Montaje: Gregory Plotkin.
Vestuario: Leah Butle Productores: Jason Blum, Oren Peliy Steven Schneider.
Diseño de producción: Jennifer Spencer.
Compañías: Blumhouse Productions para Paramount Pictures.
Intérpretes:
Katie Featherston :Katie,
Sprague Grayden :Kristi Rey,
Lauren Bittner :Julie,
Chloe Csengery :Katie joven,
Christopher Nicholas Smith :Dennis,
Jessica Tyler Brown :Kristi joven,
Brian Boland :Daniel Rey,
Dustin Ingram :Randy,
Mark Fredrichs :Dr. Fredrichs.
Sinopsis:
La tercera entrega de la saga Paranormal activity es en realidad un precuela. en la que se narra la infancia de las hermanas Katie y Christie, que jugaron juntas al juego del espejo llamado Bloody Mary (juego de Verónica en España), que permitió que un demonio pasara a la dimensión humana y las atormentara.
Comentario:
Tonio L. Alarcon se muestra claramente en contra de lo que aparecía como una nueva propuesta, aceptada por el público, de desnudar al género de sus formas establecidas, de sus trucos habituales, que ya se ensayaran previamente (Rec) Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007) y Monstruoso (Cloverfield, Matt Reeves 2008) , y de que al plantearse la precuela, retrotrayéndose en el tiempo a la década de los 80, Henry Joost y Ariel Schulman no pudieran sacar adelante su proyecto de utilizar viejas cámaras VHS y recuperar el grano y la falta de definición de la época, en lugar de utilizar una serie de gimmicks narrativos, de guiños al espectador familiarizado con la saga, como el uso de planos fijos en los dormitorios o el reloj interno de la cámara para mostrar el paso del tiempo.
Toda crítica lleva implícita una necesaria subjetividad, por lo que Juan Arce (La Butaca), aunque contempla el film formalmente como un seco documental, considera Paranormal activity 3 la propuesta más elaborada y dinámica de la trinca, preñada, eso sí, de aburrimiento en su escaso metraje. Pero toca de pasada un tema interesante: la historia se sitúa en el contexto de una familia acomodada, que habita en un gran caserón donde los crujidos son frecuentes, las puertas se entreabren y no faltan familiares dispuestos a grabar todo lo que se mueve.
El amateurismo de las formas tiene una carga de profundidad conocida y experimentada por cualquiera que lleva a cabo una actividad creativa, ya sea musical o cinematográfica, que debe ser contemplada por una crítica atenta a los cambios sociales y tecnológicos. La crisis de la industria discográfica, menor la del cine de momento, que ha socavado las posibilidades de lanzar proyectos noveles, puede a la larga traducirse en un empobrecimiento del necesario progreso e investigación de nuevas formas de expresión. La red está invadida por amateurs y frikis, que logran amplias cuotas de mercado, lo que está obligando a muchos artistas consagrados (David Bowie, por ejemplo) a 'colgar' videos acústicos, realizados con pocos recursos, o filmar películas con apariencia doméstica. Y esto no son propuestas deliberadamente adanistas como la del movimiento Dogma-98, de series como Canción triste de Hill Street, o algún guiño como los planos en negro de Bertolucci, al colocarse alguien delante de su cámara, que respondían a planteamientos intelectuales, que en ocasiones desvelaban la mala conciencia de quienes trabajaban con grandes recursos, pero querían preservar su independencia. Hoy es casi una auténtica necesidad de supervivencia, hasta que se encuentre la forma de dar salida a quienes han de protagonizar el futuro. Entretanto no estaría de mas prestar atención a quienes trabajan incansablemente, a cambio de nada, (músicos que tocan gratis y aportan el público, o cineastas que compran entradas para sus estrenos en salas 'comerciales') pero que esperan que lleguen tiempos mejores que colmen sus aspiraciones.
Volvamos pues a Paranormal activity y sus formas amateurs, de reallity , en casas inmensas decoradas con muebles estilo Ikea, aptas para voyeurs, a los que se atrae con un simple agujero en la pared que permita ver la vida cotidiana de cualquier vecino, hecho demostrado científicamente por propuestas culturales como el museo itinerante de la diferencia. Los fantasmas que atormentan a las niñas son familiares: un padre que no realiza otra actividad en todo el día que filmar con su cámara y grabar psicofonías, con el objetivo de sentirse útil, muy cuestionado, por este motivo, por su suegra. La casa nueva trae nuevos problemas, especialmente con la llegada al desván de unas cintas, propiedad de la abuela, pero es en casa de ésta donde está el origen del mal . El padre de Kristi y Katie está sentado todo el día ante unas cámaras instaladas en el 'garaje' de la casa, según nos muestran las imágenes, en un lugar tan marginal como su ocupación. A partir de un determinado momento las imágenes de la cocina y el comedor están tomadas con una cámara situada sobre una pequeña plataforma giratoria, que se nos ha mostrado con anterioridad, desvelando de este modo la técnica utilizada, y el interés de acercar la ficción a la realidad se hace explícito en la secuencia del juego de Verónica en el baño. Los elementos del género, como la tienda en la que duermen en ocasiones las niñas que recuerda la del protagonista de El sexto sentido de Shyamalan, que veía muertos, han perdido toda su carga terrorífica.
Es imposible sentir miedo ante imágenes que se repiten día a día con muy escasas diferencias; cualquiera de nosotros podría captar esos sonidos de origen electrónico, si colocara una cámara con un sistema de audio durante las noches, en las que reina el silencio y se oye el crujir de paredes o puertas, que pueden entreabrirse por una ligera corriente de aire. En la película apenas hay nada más. Los fantasmas son personales y cada cual tiene los suyos.
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