La batalla de los sexos. Valerie Faris & Jonathan Dayton



ESTRENO: 10 DE NOVIEMBRE DE 2017


"Yo empecé a pensar en la sociedad y las mujeres y en lo que esto podría significar. Sabía que tenía que ganar." 




Ficha técnica:



Título original: Batle of the Sexes.
País: Estados Unidos.
Año: 2017.
Duración: 121 minutos.

Dirección: Valerie Faris & Jonathan Dayton.
Guión: Simon Beaufoy.
Casting: Kim Davis-Wagner, CSA, Justine Arteta, CSA.
Dirección de Fotografía: Linus Sandgren, F.S.F.
Música: Nicholas Britell; supervisor: Steven Baker.
Edición: Pamela Martin, ACE

Diseño de Vestuario: Mary Zophres.

Productores: Christian Colson, p.g.a., Danny Boyle, p.g.a., Robert Graff, p.g.a.
Diseño de producción: Judy Becker.
Compañías productoras: Fox Searchlight Pictures presenta una producción de  Decibel Films,/ Cloud  Eight Films.

Intérpretes:


Emma Stone: Billy Jean King,
Steve Carell: Bobby Riggs,
Andrea Riseborough: Marilyn Barnett,
Sarah Silverman: Gladys Heldman,
Bill Pullman: Jack Kramer,
Alan Cumming: Cuthbert 'Ted' Tinling.
Elisabeth Shue: Priscilla Riggs.


Sinopsis:


Valerie Faris y Jonathan Dayton abordan la historia de un partido de tenis celebrado en 1973 entre la campeona mundial femenina Billie Jean King (Emma Stone) y el ex campeón masculino y tramposo habitual Robby Riggs (Steve Carell), anunciado como 'La Batalla de los Sexos' y se convirtió en uno de los acontecimientos deportivos de mayor audiencia de todos los tiempos en un contexto de revolución sexual y auge del movimiento feminista. El evento alcanzó la cifra de 90 millones de espectadores de todo el mundo, mientras ambos competidores libraban sus propias batallas personales, mucho más complejas.







La reservada King no sólo era abanderada de la igualdad, sino que además luchaba por aceptar su propia sexualidad a medida que su amistad con Marilyn Barnett (Andrea Riseborough) iba evolucionando. Y Riggs, una de las primeras celebridades hecha a sí misma en la era de los medios, lidiaba con los demonios de su ludopatía a costa de su familia y de su esposa, Priscilla (Elisabeth Shue). Juntos, Billie y Bobby ofrecieron un espectáculo cultural cuyo eco rebasó con mucho las pistas de tenis, desatando discusiones en dormitorios y salas de consejo que todavía hoy siguen resonando. Faris afirma que “La batalla de los sexos' es a la vez el relato de un acontecimiento deportivo histórico y el de la intensa transformación personal y privada de una mujer sometida a una intensa exposición pública.





Es interesante la reflexión de Faris en torno a la forma en que funciona hoy en nuestro país la politica, en la que lo que importa es quien gana y no lo que está en juego. La película comenzó su recorrido en 2016 cuando parecía que una mujer iba a convertirse en la primera presidenta de los Estados Unidos, mas no fue así y el mundo se ha polarizado desde entonces, según la co-directora. Entre bastidores, Faris y Dayton formaron un equipo dominado por mujeres de consumado talento, como la montadora Pamela Martin, candidata al Oscar por 'The Fichter'; la montadora y diseñadora de sonido Ai-Ling Lee, candidata el año pasado por La La Land, que además había trabajado en otra película inspirada en mujeres, 'Alma salvaje'; la diseñadora de producción Judy Becker, que ha puesto su grano de arena en todas las películas de David O. Russell, así como en 'Carol', de Todd Haynes; y la diseñadora de vestuario Mary Zophres, candidata al Oscar por  'La La Land' y 'Valor de Ley'.






Es una película muy optimista que se aferra tozudamente al convencimiento de que es más lo que nos une que lo que nos separa.  En 1973 todo tipo de murallas –raciales, de género, religiosas y de orientación sexual– estaban sencillamente empezando a desmoronarse. Las mujeres estaban organizándose y manifestándose como nunca antes lo habían hecho, y sin embargo seguían ganando sólo el 58% del salario de los hombres, y las puertas de las oportunidades permanecían cerradas a cal y canto en cada actividad de la vida. Seguía habiendo un largo camino por delante, pero era un momento en el que el cambio era palpable. Cuando todo parecía ponerse en duda, la guerra de Vietnam, Watergate, y otros acontecimientos relevantes, el debate sobre la igualdad de las mujeres descubre un foro en un partido de tenis entre la campeona femenina de 29 años, Billie Jean King, y el antiguo campeón de 55, Bobby Riggs. Por mucho que superficialmente pudiera parecer una bobada, se convirtió en algo grande. Bobby Riggs fue portada de la revista Time, señala Dayton.






Fue Riggs quien convirtió el partido en un debate social que resonó en todo el mundo. King ya había estado luchando a favor de la igualdad en el tenis, donde las mujeres seguían ganando sólo una doceava parte del dinero que lograban los hombres en concepto de premios. Promovió el Circuito Virginia Slims, que por primera vez permitió a las mujeres fijar sus condiciones económicas, fundó la Asociación Femenina de Tenis (WTA por sus siglas en inglés) y se convirtió en la primera jugadora de tenis en superar la barrera de los 100.000 dólares al año. Pero fue el partido contra Riggs el que amplió el debate, así como la fe de King en lo que era posible. Riggs había sido en los años cuarenta el jugador número 1, conquistando Wimbledon y el Abierto de EE. UU. En 1973, ya retirado, echaba de menos tanto el drama del deporte como el disponer de una salida para su afición al jaleo y la autopromoción.






Viendo que las mujeres ganaban poder en el tenis y en otras actividades, vislumbró una oportunidad de crear un barullo interesante. Riggs opinó públicamente que el tenis femenino era inferior y desafió a una jugadora a demostrar lo contrario derrotándolo. Sabía que la idea tenía posibilidades comerciales, y sabía que King era la rival definitiva. Cuando jugó contra la tenista número 1, Margaret Court, King tuvo la sensación de que no le quedaba más remedio que correr el riesgo de enfrentarse a Riggs. Pero ni el uno ni la otra podrían haber previsto la locura circense que crearían ni lo que representaría para tantos. El guionista, Simon Beaufoy, afirma: “El encuentro alcanzó la mayor audiencia televisiva desde la llegada a la luna. Fue un espectáculo de masas, rebosante del bombo y el platillo que jamás se había visto antes en una pista de tenis ni, probablemente, haya vuelto a verse. Con todo, el partido fue casi algo secundario a la batalla más amplia que rugía en EE. UU.: hombre contra mujer. No estoy seguro de que haya habido un doble debate tan inequívoco desde entonces. ¡Ni en la política ni en el deporte!”

 Foxprensa.es






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