Train to Busan. Sang-ho Yeon.
ME HAN DICHO QUE ERES UN GESTOR DE FONDOS, ASI QUE ERES UN EXPERTO EN MACHACAR INÚTILES.
Ficha técnica:
Título original: Busanhaeng.
País: Corea del Norte.
Año: 2016.
Duración: 118 minutos.
Dirección: Sang-ho Yeon.
Guión: Joo-Suk Park, Sang-ho Yeon.
Dirección de Fotografía: Hyung-deok Lee.
Música: Young-gyu Jang.
Edición: Jin-mo Yang.
Efectos visuales: Jung-Hwan - su.
Diseño de Vestuario: Yoo-Jin Kwon,
Productor: Dong - ha Lee.
Productor ejecutivo: Woo-Taek Kim.
Diseño de producción: Mok-won Lee.
Compañías productoras: Next Entertainment World, Red Peter Film Company,
Intérpretes:
Yoo Gong : Seok-woo,
Yu-mi Jung : Seong-kyeong,
Dong-seok Ma : Sang-hwa,
Su-an Kim : Soo-an,
Eui-sung Kim : Yon-suk,
Woo-sik Choi : Yong-guk,S
Sohee : Jin-hee : In-gil,
Myung-sin Park : Jong-gil,
Gwi-hwa Choi : Homeless Man,
...
Sinopsis:
Uno de los acontecimientos en el cine de género y la película de zombis que mayor repercusión ha tenido entre público y crítica en los últimos tiempos. Un virus letal se expande por Corea del Sur, provocando violentos altercados. Los pasajeros de un tren KTX que viaja de Seúl a Busan tendrán que luchar por su supervivencia.
Lo mejor que se puede decir de Train to Busan es que no sólo no pesan las dos horas que dura el film sino que te sientes atrapado por un discurso construido básicamente por imágenes, con unos diálogos escasos que apenas tienen como función unir las partes del relato, cuyo protagonista es la avaricia global que ha convertido a la Tierra en un lugar inhabitable. Igualmente sobresaliente es el bacground que apenas apuntan Sang-ho Yeon y su co-guionista Joo-Suk Park, al principio y al final del film, pero que permanece constante a lo largo de la historia a través de dos personajes, uno principal, Seok-woo (Yoo Gong ), el padre de Soo-an, interpretada por Su-an Kim, una de las pequeñas actrices más fascinantes que se han visto en las pantallas en los últimos tiempos, y el ejecutivo Jon-suk (Eui-sung Kim), el emblema del individualismo egoísta y criminal más feroz. Mientras el primero va experimentando un cambio ante la insólita solidaridad de su pequeña hija, adiestrada por su madre, el segundo se mantiene fiel a sus ideales acaparadores y desleales hasta el final.
Se ha dicho que desde que George A.Romero, el creador del zombi, y su película 'La noche de los muertos vivientes' no se había avanzado tanto en el género, en cuyo estilo ha tenido gran influencia el hecho de que Sang-ho Yeon. es un cineasta que se ha formado en la animación. Yeon toma los arquetipos del maestro del género norteamericano y los dota de nuevas características; al parecer nada los mata, nadie les dispara a la cabeza, solo la oscuridad los atonta y el ruido los atrae, lo que los convierte en duplicados de los jóvenes cuando estaban vivos y constituían el prototipo del espectador de cine y el cliente de la discoteca; actúan en grupo, y su irrupción en cualquier escenario es espectacular y está magníficamente realizada, en especial cuando distorsionan sus cuerpos y se contorsionan para adaptarlos a la nueva situación. La historia incorpora al héroe y al villano del cine occidental, en cuya actitud va a entrar en juego el amor paternofilial, tanto en la evocación de la madre como en la protección de la hija, pero el coreano no sentirá compasión por los culpables de que tantos hombres y mujeres sufran esta maldición, en la mayoría de los casos en plena juventud. El amor que siente Soo-an por su padre acabará siendo su salvoconducto en una de las secuencias más emocionantes de la historia del cine. Solo un misterioso hombre de edad avanzada, un homeless, formar parte del grupo y se sacrifica, al fin, por todos los que no le habían dado ni un techo donde cobijarse durante su vida y habían actuado como auténticos egoístas frente a los miembros de supervivientes más solidarios. Un análisis bastante complejo e incisivo de lo que nos ha traído hasta aquí.
No es la primera vez que se filma una historia en la que los viajeros de un tren son exterminados por seres fantásticos, ya sean zombis u hombres lobos. Lo hizo en 2015 Paul Hyett en Howl, con menor fortuna, si bien el coreano evita el clima deliberadamente asfixiante y claustrofóbico del británico, a pesar de que ubica gran parte de la acción en el mismo espacio reducido, el interior de un vagón de tren en el que los personajes quedan atrapados en un set tubular, en el que es imposible distanciarse del compañero y adquirir una perspectiva adecuada de lo que revelan sus actitudes y comportamientos. Ni tampoco Yeon es el primero que identifica a las masas desahuciadas con los muertos vivientes, una asociación esencial en el cine de Romero. Pero lo cierto es que dota a su narración visual de tal fuerza, crea unos personajes tan potentes y unas imágenes tan poderosas de las invasiones de muertos vivientes que salen en masa al paso de los que huyen, que cortan la respiración del espectador. Sus monstruos que pertenecen a todos los estratos sociales e instituciones del estado (funcionarios de ferrocarriles, militares, empresarios, obreros, hombres o mujeres) convierten su película en una pieza muy especial, una seria advertencia de que cuando el mal se expande alcanza a todos. Un film que apenas acabas de ver tiene ganas de volver sobre él; un ejemplo de que hoy la cultura es global y que lo único que diferencia a los habitantes de las diferentes latitudes de la Tierra son los rasgos de la cara. Fabulosa.
Crítica:
Lo mejor que se puede decir de Train to Busan es que no sólo no pesan las dos horas que dura el film sino que te sientes atrapado por un discurso construido básicamente por imágenes, con unos diálogos escasos que apenas tienen como función unir las partes del relato, cuyo protagonista es la avaricia global que ha convertido a la Tierra en un lugar inhabitable. Igualmente sobresaliente es el bacground que apenas apuntan Sang-ho Yeon y su co-guionista Joo-Suk Park, al principio y al final del film, pero que permanece constante a lo largo de la historia a través de dos personajes, uno principal, Seok-woo (Yoo Gong ), el padre de Soo-an, interpretada por Su-an Kim, una de las pequeñas actrices más fascinantes que se han visto en las pantallas en los últimos tiempos, y el ejecutivo Jon-suk (Eui-sung Kim), el emblema del individualismo egoísta y criminal más feroz. Mientras el primero va experimentando un cambio ante la insólita solidaridad de su pequeña hija, adiestrada por su madre, el segundo se mantiene fiel a sus ideales acaparadores y desleales hasta el final.
Se ha dicho que desde que George A.Romero, el creador del zombi, y su película 'La noche de los muertos vivientes' no se había avanzado tanto en el género, en cuyo estilo ha tenido gran influencia el hecho de que Sang-ho Yeon. es un cineasta que se ha formado en la animación. Yeon toma los arquetipos del maestro del género norteamericano y los dota de nuevas características; al parecer nada los mata, nadie les dispara a la cabeza, solo la oscuridad los atonta y el ruido los atrae, lo que los convierte en duplicados de los jóvenes cuando estaban vivos y constituían el prototipo del espectador de cine y el cliente de la discoteca; actúan en grupo, y su irrupción en cualquier escenario es espectacular y está magníficamente realizada, en especial cuando distorsionan sus cuerpos y se contorsionan para adaptarlos a la nueva situación. La historia incorpora al héroe y al villano del cine occidental, en cuya actitud va a entrar en juego el amor paternofilial, tanto en la evocación de la madre como en la protección de la hija, pero el coreano no sentirá compasión por los culpables de que tantos hombres y mujeres sufran esta maldición, en la mayoría de los casos en plena juventud. El amor que siente Soo-an por su padre acabará siendo su salvoconducto en una de las secuencias más emocionantes de la historia del cine. Solo un misterioso hombre de edad avanzada, un homeless, formar parte del grupo y se sacrifica, al fin, por todos los que no le habían dado ni un techo donde cobijarse durante su vida y habían actuado como auténticos egoístas frente a los miembros de supervivientes más solidarios. Un análisis bastante complejo e incisivo de lo que nos ha traído hasta aquí.
No es la primera vez que se filma una historia en la que los viajeros de un tren son exterminados por seres fantásticos, ya sean zombis u hombres lobos. Lo hizo en 2015 Paul Hyett en Howl, con menor fortuna, si bien el coreano evita el clima deliberadamente asfixiante y claustrofóbico del británico, a pesar de que ubica gran parte de la acción en el mismo espacio reducido, el interior de un vagón de tren en el que los personajes quedan atrapados en un set tubular, en el que es imposible distanciarse del compañero y adquirir una perspectiva adecuada de lo que revelan sus actitudes y comportamientos. Ni tampoco Yeon es el primero que identifica a las masas desahuciadas con los muertos vivientes, una asociación esencial en el cine de Romero. Pero lo cierto es que dota a su narración visual de tal fuerza, crea unos personajes tan potentes y unas imágenes tan poderosas de las invasiones de muertos vivientes que salen en masa al paso de los que huyen, que cortan la respiración del espectador. Sus monstruos que pertenecen a todos los estratos sociales e instituciones del estado (funcionarios de ferrocarriles, militares, empresarios, obreros, hombres o mujeres) convierten su película en una pieza muy especial, una seria advertencia de que cuando el mal se expande alcanza a todos. Un film que apenas acabas de ver tiene ganas de volver sobre él; un ejemplo de que hoy la cultura es global y que lo único que diferencia a los habitantes de las diferentes latitudes de la Tierra son los rasgos de la cara. Fabulosa.
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