The Young Pope I. Paolo Sorrentino.
ES UN CHICO QUE NO VALE, PERO NOS VALE
Ficha técnica, sinopsis, críticas, fotografías , cartel y trailer (Pinchad aquí)
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Paolo Sorrentino es un joven realizador italiano con el suficiente talento como para elevar su voz y ponerla a la altura del cine norteamericano conservando su italianidad.Su cine se interesa por la brecha que separa la juventud de la madurez y la tercera edad, como han puesto en evidencia las escasas películas realizadas hasta ahora, en las que muestra sin disimulo la gerontocracia que impera en su país, que hace honor al nombre de la institución más importante que Roma legó al mundo occidental: el senado, un nombre que procede de senex, que significa viejo (Il Divo, La gran Belleza o La juventud). En 'El joven papa' contempla cómo irrumpe la juventud de nuevo en un cambio de era, reclamando su protagonismo, exigiendo el respeto de los más mayores e incluso defendiendo cierto grado de elitismo político e intolerancia. Pero, además, al introducir a su personaje en el centro de la Iglesia, y erigirlo en Pontífice Máximo ('el que tiende puentes', que ahora quiere romper, para liberar a la Iglesia de su anquilosamiento), se plantea una reflexión profunda: ¿por qué hay hombres que renuncian a la relación sexual con otros hombres o mujeres para satisfacer a un dios de cuyo silencio infinito se quejan y a causa del cual tienen profundas crisis de fe? La respuesta es freudiana:siempre hay detrás una mujer, que suele ser la madre. Una idea que comparte el joven papa con un alto prelado de la Iglesia, interpretado por Javier Cámara, Gutierrez,al que acaba enviando a una diócesis de una populosa ciudad norteamericana, por razones que no tiene a bien hacer explícitas.
En los cinco primeros capítulos, -que se ven de una tirada, sin apenas respirar -, nos hace entender que fiel a su estilo de primar lo que parece un contrasentido, algo efímero, con elementos de extrañamiento como el uso de una música electrónica estridente para acompañar el lento descenso de los cardenales, la mayoría nonagenarios, hacia la Capilla Sixtina para asistir a los actos y ritos orientales de que hace gala la iglesia católica en los momentos cruciales de su historia, vigilados de cerca por esas figuras ciclópeas, medio desnudas que les legó Miguel Ángel. Antes de su salida al balcón ante una Plaza de San Pedro abarrotada, el joven papa sueña con un discurso incendiario y recuerda las graves contradicciones de una iglesia que cree en un dios que es uno y trino a la vez, en María como virgen y madre , y en ángeles buenos y malos. Pronto se le revelará que la peor de sus pesadillas se queda corta, que las paredes tienen grietas por las que los conspirados espían y buscan pruebas, traumas pasados, puntos débiles de un joven que les ha salido rana, y que le enseñarán pronto que el poder consiste en ser los primeros en 'saber'.
Esta primera parte plantea, pues, la gran batalla inicial entre los cardenales y un joven papa que se autodefine como intransigente, irritable y vengativo y que cree que su juventud, que no busca consensos, será su mejor arma para hacer la revolución que nadie espera, aunque ello suponga la ruina de una institución milenaria que ha ninguneado al 'invisible e inaccesible' jefe,elegido por los poderes fácticos, dentro y fuera del Vaticano. Quien se hace llamar Pio XIII, siguiendo la estela de los dos últimos papas que le precedieron con igual nombre, Pío XI, al que Mussolini llamaba 'divina providencia', y Pío XII, que ayudó a escapar a los nazis, interpretado magistralmente por un encantador Jude Law, nos tiene pendientes de sus más insignificantes movimientos durante varias horas sin pestañear, siempre con un cigarro en la boca, provocando a las propias compañías cinematográficas que han decidido no mostrar a nadie fumando en la pantalla. Le siguen en este hábito la monja que lo ha educado desde el orfanato, interpretada por Diane Keaton, y su compañero en esta institución desde la niñez. Incluso una noche ambos jóvenes escapan vestidos con un chandal para buscar cigarrillos por la ciudad.
Lo que más sorprende de Sorrentino es su capacidad para crear personajes que no son arquetipos, sino seres humanos que cometen errores, manipulan, se confabulan, mienten, difaman, como el Secretario de Estado,pero cuidan de niños discapacitados (¿su hijo?, no queda claro, ni importa), un papa que da un golpe en la mesa y pone firmes a todos aquellos que han intentando arrebatarle la tiara después de colocársela en la cabeza, y que a la par se muestra como un intransigente que perdona los defectos que otros airean y exageran para hacer caer a sus contrincantes. Como una mujer que es madre y virgen a la vez. Célibes homosexuales, pedófilos, de los que unos y otros son conscientes de que hay que deshacerse. En definitiva una pequeña célula social que habita dentro de los muros que rodean el estado vaticano, en el que el superviviente lo es porque ha aprendido que debe ser más político que su adversario. Una serie de la que seguiremos hablando, que ya está en el mercado en formato DVD y Blu-ray, que recomendamos, no sólo porque el entretenimiento está garantizado con la narrativa fluida de Sorrentino y el buen hacer de Jude Law, sino porque nos ayuda a comprender lo que está sucediendo fuera de este pequeño reino que co-existe con los seglares en el centro de la Ciudad Eterna.
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