La pequeña. Louis Malle.
Ficha técnica:
Título original: Pretty Babe.
País: Estados Unidos.
Año: 1978.
Duración; 110 minutos.
Dirección: Louis Malle.
Guión: Polly Platt
Casting: Gary Chason.
Dirección de Fotografía: Sven Nykvist.
Música: No hay.
Edición: Zuzanne Fenn.
Decoración del set: James L.Berkey.
Maquillaje: Dave Grayson.
Peluquería: Charlene Johnson.
Productor: Louis Malle.
Productor asociado: Polly Platt.
Diseño de producción: Trevor Williams.
Compañías productoras: Paramount Pictures.
Intérpretes:
Brooke Shields : Violet,
Keith Carradine : Bellocq,
Susan Sarandon : Hattie,
Frances Faye : Nell,
Antonio Fargas : Professor,
Matthew Anton : Red Top,
Diana Scarwid : Frieda,
Barbara Steele : Josephine,
Seret Scott : Flora,
Cheryl Markowitz : Gussie,
Susan Manskey : Fanny,
Laura Zimmerman : Agnes,
Miz Mary : Odette,
Más créditos en Imdb.
Sinopsis:
Malle se estrena en Estados Unidos con una película controvertida y sórdida. Cuenta la historia de Violet (Brook Shields ), una niña de 12 años que ha nacido, ha crecido y comienza a desarrollarse en una casa de citas, en la que trabaja su propia madre.
Comentario:
LA PEQUEÑA DE MALLE FRENTE A LA JOVEN Y BONITA DE OZON
Louis Malle realiza en 1978 un film, La pequeña, que es posible que hubiera tropezado con grandes dificultades en la actualidad en la que se han desarrollado leyes de protección del menor y contra la violencia de género; la fotografía de Sven Nykvist es de una gran belleza, los ambientes tienen glamour, pero el hecho de utilizar para el papel de la protagonista a una niña de doce años, es más que discutible.
Una grupo de niños y niñas, de distintas edades, viven en un prostíbulo sin contacto con el exterior, rodeados de bellos objetos y ropas y asistidos por sirvientes negros ( la acción se desarrolla en New Orleans, en torno a 1917 ); desde su nacimiento han tenido como único referente a sus madres y amigas, y a la madame del lupanar, y su objetivo es alcanzar su estatus e incorporarse a la vida de los adultos, que en este caso supone prostituirse.
No se añora lo que se desconoce: el juego, la educación, los estudios... Un fotógrafo, Bellocq, entra en este mundo sórdido para obtener imágenes constativas de esta realidad y se esfuerza por no involucrarse sentimental ni emocionalmente; el único objetivo es obtener imágenes del burdel y transmitirlas a la sociedad. La iniciación de las niñas en la profesión se realiza mediante una subasta entre los clientes, que la niña vive como una fiesta. Las madres son el referente de sus hijos y por lo tanto, en seres que desconocen los conceptos de bien y mal, no existe ninguna barrera moral que obstaculice la imitación de sus mayores. Los miembros del grupo dotados de sensibilidad, como el pianista negro, muestran la tristeza en la mirada, el resto vive el hecho con alegría. Los que, por suerte, estamos en el otro lado no nos sentimos bien mirando a una niña patéticamente vestida y pintada como una vieja y alternativamente jugando con una rata, comiendo y bebiendo del mismo recipiente que un gato o jugando como un chico con los niños de su edad, para inmediatamente expresarse como una prostituta.
Concluido su trabajo y asqueado por la contemplación de este crimen constante, el fotógrafo abandona el burdel; tras una rabieta, la niña se escapa y se refugia en su casa. Él le regala una muñeca, como corresponde a su edad, y la fotografía con ella, resaltando el patetismo de la situación. Pero finalmente cae en la trampa, se enamora y se casa con ella ( no debemos pasar por alto que en la época representada esto no era ilegal, si lo consentían los padres).Te pone enferma. Lo más violento visualmente es la fotografía de una niña que aún no se ha desarrollado tumbada en una cheslong desnuda y en una postura provocadora. Aunque es posible que Louis Malle hubiera tenido problemas por la difusión de estas imágenes, de una menor, no podemos ser hipócritas; hay países en los que se practica el turismo sexual con niños, denunciado por cineastas como Danny Boyle en Slumdog millionaire o Doris Dörrie en Cerezos en flor. Muchos otros nacen y viven en las cárceles, porque la sociedad no ha encontrado una forma mejor para que estén con sus madres.
Los niños de Malle, como sus madres, no saben leer ni escribir, pero llevan buenas ropas, y precisamente ese estiticismo es lo que afrenta más a la dignidad de los pequeños y constituye la mayor denuncia que se puede hacer; es escalofriante pensar que alguien pueda disfrutar viendo estas imágenes que son un revulsivo moral ¿Cómo le dices a un niños que todo lo que ha vivido como una fiesta desde su infancia es abominable ? ¿Que las personas a quien ha querido no pueden salir de esa isla artificial que se ha generado para ellas ? ¿Quién tiene la respuesta? Cuando la madre, que ha rehecho su vida y quiere borrar todo resto del pasado, casada con un contratista, arranca a la niña de los brazos del marido, el último plano de su rostro no augura un feliz desenlace. La niña no tiene conciencia de maltrato y su experiencia vital ha sido la de la extrema libertad sin normas, sin obligaciones, con la única salvedad de aguantar a los clientes, que para ella supone el objetivo, la entrada en la vida de los adultos. ¿cómo aceptará la disciplina de un colegio ? ¿Cómo la relación con jóvenes de su edad ? Demasiadas incógnitas. La verdadera violencia es ésta: privar a los seres humanos de los elementos necesarios para el desarrollo de una vida digna, y aislarlos en ghettos de los que tarde o temprano tienen que salir. El niño ha sido pervertido cuando estaba formando su autoconciencia. En ciertos sectores se vive la prostitución infantil como un drama, una violencia, y es más fácil salir de ella; el caso que plantea Louise Malle es diábolico, aunque no inexistente. ¿Cuántas cámaras podrían dar fe de ello ? Los niños de Sleepers de Levinson vivían para la venganza, la de Malle para regresar al paraíso perdido. La pequeña de Malle, no sólo es una pre-adolescente, frente a la protagonista de Ozon que tiene 17 años; ambas son una fantasía de ciertos hombres, muy dolorosas para la sociedad.
No se añora lo que se desconoce: el juego, la educación, los estudios... Un fotógrafo, Bellocq, entra en este mundo sórdido para obtener imágenes constativas de esta realidad y se esfuerza por no involucrarse sentimental ni emocionalmente; el único objetivo es obtener imágenes del burdel y transmitirlas a la sociedad. La iniciación de las niñas en la profesión se realiza mediante una subasta entre los clientes, que la niña vive como una fiesta. Las madres son el referente de sus hijos y por lo tanto, en seres que desconocen los conceptos de bien y mal, no existe ninguna barrera moral que obstaculice la imitación de sus mayores. Los miembros del grupo dotados de sensibilidad, como el pianista negro, muestran la tristeza en la mirada, el resto vive el hecho con alegría. Los que, por suerte, estamos en el otro lado no nos sentimos bien mirando a una niña patéticamente vestida y pintada como una vieja y alternativamente jugando con una rata, comiendo y bebiendo del mismo recipiente que un gato o jugando como un chico con los niños de su edad, para inmediatamente expresarse como una prostituta.
Concluido su trabajo y asqueado por la contemplación de este crimen constante, el fotógrafo abandona el burdel; tras una rabieta, la niña se escapa y se refugia en su casa. Él le regala una muñeca, como corresponde a su edad, y la fotografía con ella, resaltando el patetismo de la situación. Pero finalmente cae en la trampa, se enamora y se casa con ella ( no debemos pasar por alto que en la época representada esto no era ilegal, si lo consentían los padres).Te pone enferma. Lo más violento visualmente es la fotografía de una niña que aún no se ha desarrollado tumbada en una cheslong desnuda y en una postura provocadora. Aunque es posible que Louis Malle hubiera tenido problemas por la difusión de estas imágenes, de una menor, no podemos ser hipócritas; hay países en los que se practica el turismo sexual con niños, denunciado por cineastas como Danny Boyle en Slumdog millionaire o Doris Dörrie en Cerezos en flor. Muchos otros nacen y viven en las cárceles, porque la sociedad no ha encontrado una forma mejor para que estén con sus madres.
Los niños de Malle, como sus madres, no saben leer ni escribir, pero llevan buenas ropas, y precisamente ese estiticismo es lo que afrenta más a la dignidad de los pequeños y constituye la mayor denuncia que se puede hacer; es escalofriante pensar que alguien pueda disfrutar viendo estas imágenes que son un revulsivo moral ¿Cómo le dices a un niños que todo lo que ha vivido como una fiesta desde su infancia es abominable ? ¿Que las personas a quien ha querido no pueden salir de esa isla artificial que se ha generado para ellas ? ¿Quién tiene la respuesta? Cuando la madre, que ha rehecho su vida y quiere borrar todo resto del pasado, casada con un contratista, arranca a la niña de los brazos del marido, el último plano de su rostro no augura un feliz desenlace. La niña no tiene conciencia de maltrato y su experiencia vital ha sido la de la extrema libertad sin normas, sin obligaciones, con la única salvedad de aguantar a los clientes, que para ella supone el objetivo, la entrada en la vida de los adultos. ¿cómo aceptará la disciplina de un colegio ? ¿Cómo la relación con jóvenes de su edad ? Demasiadas incógnitas. La verdadera violencia es ésta: privar a los seres humanos de los elementos necesarios para el desarrollo de una vida digna, y aislarlos en ghettos de los que tarde o temprano tienen que salir. El niño ha sido pervertido cuando estaba formando su autoconciencia. En ciertos sectores se vive la prostitución infantil como un drama, una violencia, y es más fácil salir de ella; el caso que plantea Louise Malle es diábolico, aunque no inexistente. ¿Cuántas cámaras podrían dar fe de ello ? Los niños de Sleepers de Levinson vivían para la venganza, la de Malle para regresar al paraíso perdido. La pequeña de Malle, no sólo es una pre-adolescente, frente a la protagonista de Ozon que tiene 17 años; ambas son una fantasía de ciertos hombres, muy dolorosas para la sociedad.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Deja tu comentario aquí!